Capítulo Cincuenta: Puñalada

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Capítulo Cincuenta: Puñalada

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Capítulo Cincuenta: Puñalada

Había terminado deambulando por las oscuras calles de Los Ángeles. Después de haber hablado con Maxi había quedado más tranquilo al saber que su rubia se encontraba más calmada, sin embargo, el no poder hablar con ella y sobre todo abrazarla lo tenía vuelto mierda.

Por eso había salido de su casa, pues se sentía encerrado entre esas cuatro paredes, literalmente hablando. Al salir compró un Mc Donalds para llevar, pues le recordaba a su rubia. Era evidente que mañana al llegar al gimnasio estaría cansado, pues no estaba ni cerca de volver al apartamento para dormir. No tenía sueño.

Durante las últimas semanas se había replanteado varias cosas. La primera es ya no dudaba en dedicarse a las luchas marciales mixtas por el resto de su vida. Siendo sincero, sabía que una vez lograra posicionarse su economía mejoraría. No tendría problema en mantenerse a si mismo y a su familia. Garantizaría que su madre tuviera por el resto de su vida un techo para vivir y comida, mientras que su hermano podría elegir la carrera que quisiera sin pensar en si hay o no dinero para estudiarla.

Segundo, le apasionaba luchar. No tenía que mentirse a si mismo. Aunque tuviera que matarse en el gimnasio amaba practicar su deporte, por algo en Nueva York se la pasaba más en el gimnasio que en la universidad. Aunque la medicina también le gustaba, sabía que las luchas lo apasionaban más que cualquier otra cosa.

Y, por último, pero no menos importante, quería ser el mejor para enorgullecer a su rubia. Sentía que se lo debía y que hacerlo lo haría sentir más tranquilo consigo mismo. El besaba y besaría, por siempre, el suelo que ella pisaba, era su adoración.

Con esas conclusiones bastante claras sabía que retroceder o devolverse a Nueva York por Sky o por su familia no era una opción. Evidentemente sabía que la rubia nunca le pediría que dejara lo de Los Ángeles, pero él sí se lo había planteado un par de veces. Lamentablemente para este punto ya había mucho en riesgo.

Ya había ganado una primera pelea que, para él, había sido el impulso necesario para que su trato con Dimitri y los otros entrenadores en el gimnasio mejorara y para que, además, sintiera que ahora sí estaban enfocándose en su proceso.  En definitiva, sabía que los puestos aquí se ganaban con esfuerzo.

Sin embargo, un contra de haber ganado la dichosa pelea había sido el ahora tener más ojos encima de él. La envidia de los otros deportistas que entrenaban en el gimnasio era evidente, como la de Pablo, por ejemplo, que como si fuera poco los problemas que tenían por el tema de Megan, ahora había aumentado más su rabia al acaparar más atención que él.

Pero al final, sabía que era algo con lo que tenía que lidiar, no solo ahora, sino en el futuro. Lamentablemente, esto era una competencia y todos lo tenían claro. Los mejores llegan y los demás quedan relegados.

Ahora, sabiendo como estaban las cosas, tenía claro que solo le quedaba poner de su parte para que las cosas con su rubia no se complicaran a futuro. Solo Dios sabía lo mucho que anhelaba tener una familia con ella, pero sería egoísta pedirle una relación a distancia inestable, pues también sabía que no estaba siendo sincero con ella respecto a las rivalidades que comenzaba a formar en aquella ciudad y como siempre lo ha sabido, dañarla no es una opción. Su miedo desde que está allí es que su mundo termine afectándola. Sería algo que no se perdonaría.

MI RUBIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora