Capítulo Veintidós: Locura
—Axel... alguien quiere hablar contigo. — Le avisó Dogg cuando él se quitó los audífonos para escucharlo.
El frunció el ceño, sin preguntar dejo una de las pesas que tenía en su brazo, se quitó los guantes que utilizaba y agarró la botella con agua.
— ¿Quién es? — Preguntó destapando la botella para después llevársela a la boca.
Dogg le hizo una cara que el no pudo descifrar.
—Mejor que lo mires tú mismo. — Le dijo.
La intriga en su cuerpo creció, miró la hora, cinco de la tarde. En una hora debía irse, no quería perderse el desfile de su chica. Ya estaban en las semifinales, por lo que le había contado ya solo quedaban diez en concurso y hoy era los pases a las finales, quedarían cinco. El evento cada vez se hacía más reconocido, Axel lo había podido notar en el momento en el que vio un panfleto del concurso pegado en una de las paredes de la ciudad. Quería estar allí.
El comenzó a seguir a Dogg hasta su oficina, que se encontraba en el mismo piso en el que los chicos entrenaban. Lo vio muy callado y pensativo, parecía importante la persona que estaba dentro de la oficina, un hombre canoso que podía ver de lejos.
Cuando entraron, el hombre se levantó y se volteó a mirarlo. Era ojiazul, muy oscuro por cierto. Tenía un aspecto de elegancia que lo llevó a pensar que el hombre tendría plata, como el aspecto que tenían Santi, Maxi y Sky, ellos tenían más dinero que Ed y él y eso, se notaba desde lejos.
—Axel, él es Frank Romero. — Presentó, Axel estrechó la mano del hombre con una sonrisa.
—Mucho gusto, Alex Mourret. — Se presentó el chico.
—El gusto es mío chico. — Dijo. —Me gustaría poder hablar con ustedes dos.
Axel no entendía lo que estaba pasando, miró a Dogg esperando explicaciones pero su entrenador ni siquiera lo miró. De igual maneras se sentó al lado del hombre. Dogg en frente de ellos dos.
La estancia quedó en silencio por unos segundos.
—Me entere de un concurso de lucha nacional no muy conocido. —Fue como empezó. — Me interesé y fui a la pelea del sábado pasado. — Dijo. — Y realmente quedé impactado con lo que vi, un chico con mucho talento y fuerza de sobra noqueando a otro un poco más grande que él. Impresionante.
Axel frunció el ceño aún sin entender.
—Qué pena que intervenga. — Interrumpió el rubio. — Pero no entiendo nada.
El hombre soltó una pequeña risa.
—Soy promotor de talentos en este deporte muchacho, y quiero trabajar contigo.
ESTÁS LEYENDO
MI RUBIA
RomanceÉl había prometido que no se metería con chicas rubias... pero luego la vio a ella. ESTA OBRA ES COMPLETAMENTE MÍA. QUEDA PROHIBIDA LA COPIA Y LAS ADAPTACIONES A ELLA.