Capítulo Quince: Choques
Sky se sentía atontada por todo lo que estaba pasando. Estaba en un probador, cubierta por una fina bata que ocultaba su cuerpo semidesnudo. Axel estaba allí con ella, con sus brazos enrollados en la cintura de la ella; y ella estaba allí, embobada y confundida.
—No...creo que no te capto, Axel. — Dijo ella separándose de el sin despejar sus ojos de las esmeraldas del chico.
Los dedos de Axel quedaron decepcionados ante la falta de tela que tenía entre ellos segundos antes y quedaron en el aire, en medio de los dos jóvenes, deseando que regresara a ellos.
—¿Qué es lo que no captas, nubecita? ¿Mi declaración? ¿Acaso no entiendes lo que te estoy diciendo? — Pregunto el chico incrédulo pero con más valor que nunca.
Ella movió la cabeza en negación.
—Más o menos, lo que digo es que no entiendo entonces porque me dabas las ot...
—Sky Fierrachi, me gustas. — La interrumpió cogiéndola de las manos, mirándola con adoración. —Espero que lo hayas entendido esta vez. — Le lanzó una sonrisa ladeada.
Ella se acercó quedando sin aliento ante tal declaración.
—Hablas de...gustar de pare...
Axel rodó los ojos internamente ante las preguntas de la chica, así que tomó su último recurso y la atrajo hasta el para después pegar su labios en un beso desesperado. Cualquiera pensaría que él iba ser el más dulce al besarla, pero, en realidad, la necesidad que sintió durante semanas por besarla la estaba descargando en aquel beso que le helaba los huesos.
Ella sin más que hacer, se pegó al rubio lo más que pudo, enrollando sus delgados brazos detrás del cuello de él; todo en ella daba vueltas, el acababa de decirle que le correspondía, aunque bueno, él no sabía que le estaba correspondiendo. Tenía tantas dudas en su cabeza que solo se concentraba en que le parecía irreal que él le estuviera diciendo aquello, después de todas las demostraciones que había tenido, ella se había convencido de que en realidad era Emily la que le gustaba y no ella.
Por eso necesitaba que él le aclarara que era todo aquello que tenía con la pelirroja, pues ella estaba convencida de que era ella la dueña de Axel, aunque él no lo admitiera, lo confirmaba cada vez que los veía juntos.
Pero no había tiempo de esas preguntas, ella estaba concentrada en lo bien que se sentía que el la sujetara de esa manera como lo hacía en ese momento, como si no deseara soltarla nunca. La intensidad del beso solo hacía desear más de aquellos labios que se había acostumbrado a ver en silencio. Pero todo se intensificó en el momento en el que el la acorraló contra la pared con fuerza, ella pasó sus dedos por el cabello rubio de Axel, despeinándolo por completo.
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MI RUBIA
RomanceÉl había prometido que no se metería con chicas rubias... pero luego la vio a ella. ESTA OBRA ES COMPLETAMENTE MÍA. QUEDA PROHIBIDA LA COPIA Y LAS ADAPTACIONES A ELLA.