Capítulo Veintiocho: Sorpresa

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Capítulo Veintiocho: Sorpresa

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Capítulo Veintiocho: Sorpresa

—No creo que pase algo entre él y yo. — Niega Alaia. — No somos compatibles.

Sky rechistó.

—Hmm. — Lo pensó. — No creo que él quiera lo mismo.

Alaia asintió entendiendo a su amiga.

—Lo sé, no quiero ser dura con él. — Confesó. — Pero tampoco voy a seguir ahí si él no me gusta.

La rubia asintió de acuerdo con la castaña.

—Tienes razón. — Le dijo mientras se internaba en la tienda. — No tienes que seguir ahí si no quieres.

Alaia miró el lugar con atención. Era rudo. Había un montón de prendas que ella no estaba acostumbrada a ver. Sky se acercó al chico tatuado que estaba detrás del mostrador, este al verla mostró una alargada sonrisa en su rostro.

—Hola, Sky. — Saludó el chico.

Ella le devolvió la sonrisa.

— ¿Cómo estás, Milo? — Ella se acercó lo suficiente, dándole la libertad de que el chico le diera un beso en la mejilla.

Sky miró a la castaña quien estaba unos pasos detrás de ella, mirando la escena con curiosidad.

—Alaia te presentó a Milo, el hijo del dueño de este hermoso lugar, Milo ella es Alaia,una amiga. — Señaló.

— ¿Qué tal linda? — Fue lo que le dijo Milo a Alaia mientras estrechaba su mano con la de la castaña.

—Hola, Milo. —Saludo suavemente.

Después de que se saludaran, Sky volteó con emoción hacía el chico tatuado.

—Dime que lo tienes ya. —Preguntó esperanzada.

El jueves, después de organizar todo, fue a dar una vuelta. Paseo casi dos centros comerciales donde lo único que se le ocurrió, fue comprar algunas prendas deportivas en Adidas, para que el chico entrenara. Y en Adidas Originals le había comprado las zapatillas Superstar negras con blanco. Sin embargo al tener las bolsas en sus manos, no se sintió satisfecha. Ella quería darle algo más, algo que enserio llenara sus expectativas. Ya iba en su carro, de vuelta a casa cuando vio desde su auto aquella tienda que le llamó la atención desde el primer momento. En ese instante estacionó su auto en el parqueadero más cercano y camino hasta el lugar donde encontró a Milo, junto a su padre, James. Ambos hombres le cayeron muy bien y no dudo ni un momento en contarles su dilema en conseguirle un regalo para su novio, a lo que ellos tenían solución.

—Tienes suerte, llegó hace menos de media hora. — Dijo el castaño. — La pedimos con tanta urgencia que lo hicieron lo más rápido que pudieron.— El castaño se volteó hacía un estante negro que tenían unas cuantas prendas. Al final del estante cubierto por un forro casi transparente.

MI RUBIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora