4 Necia y Sin impermeable

1.3K 219 38
                                    

Golpearon la puerta y volví a la realidad. Miré el reloj y eran casi las nueve de la noche. Me quedé dormida por varias horas.

-Señorita Valentina, por favor, necesitamos su ayuda -me dice Renata. Parece preocupada. Me levanté como un resorte y abrí la puerta.

-Señorita, venga conmigo. Es la señora...

-¿Qué pasó?

-No la he visto, pero me dijeron que un caballo la pateó fuerte, pero no quiere que la llevemos al médico. Como usted es veterinaria, quizá...

La seguí hasta la habitación que se encuentra al final del pasillo. Allí, en la puerta, están los hombres que me presentaron en el almuerzo.

-Señorita...

-Caballeros... Aquí no hay nada que ver. Si los necesito, Renata les avisará.

Ellos hacen lo que les indico y se fueron. Abrí la puerta de la habitación sin llamar y me encontré con Juliana, está tumbada en la cama, con la cara desencajada por el dolor. Al vernos parece muy molesta.

-Dije que no necesito a nadie, Renata

-Señora, es Valentina.

-No me hace falta una veterinaria. Ella no es doctora. Además, estoy perfectamente -afirmó, aunque su expresión no indica lo mismo.

-Debería dejar que la viera alguien, señora...

-¡No!

-¡Déjame verte!

-No hace falta, ya he dicho mil veces que estoy bien.

No le hice ni caso y retiré la colcha y las sábanas con cuidado, pues imagino que debe de dolerle, y luego le levanté la camiseta para ver el impacto.

-Pero ¿qué demonios hace?

-Comprobar el alcance de su lesión

-¡Usted no es médica!

-Lo sé, ya lo dijiste, pero soy capaz de valorar si debes ir a un hospital.

-No pienso ir a ningún sitio

-¡Perfecto! Pues entonces déjame al menos ver la gravedad del golpe.

-¡Chinguen las dos!!! No aceptan un no por respuesta.

-Pues no! y Ahora quédate calladita y déjame valorarla, por favor. Así acabaremos antes y podrás descansar.

Suspiró, irritada, y comencé a mirarle con detenimiento el área del impacto, tocando con los dedos y viendo que, aunque no se queja, su semblante cambia cuando siente dolor.

-Creo que tienes varias costillas rotas. Deberías ir al hospital para saber con exactitud el alcance de su lesión.

-¿Cómo sabes eso con tan sólo tocarme?

-Por qué tu gesto cambia cuando te toco en ciertas zonas. Tienes hematomas y noto que te cuesta respirar cuando te aprieto en determinados puntos.

-Pues no pienso ir al hospital, las costillas se arreglan solas.

-Lo sé, pero necesitarás analgésicos... Además, deberían hacerte radiografías para comprobar que no están perforando algún pulmón u oprimiendo otro órgano.

-Déjate de tonterías, estoy bien

-Vamos a ver... ¿Estás dispuesta a poner en peligro tu vida? ¿Por qué?

-Porque tengo una granja que dirigir, señorita. Esto no se gobierna solo.

-Creo que usted tiene gente muy competente aquí, pero, como quiera, es su vida, no la mía. Renata, necesitaremos hielo, y, si es posible analgésicos, ibuprofeno o naproxeno. El dolor se va a hacer más intenso según pasen las horas.

Mi Granjerita (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora