Hemos enterrado el hacha de guerra, y estamos viviendo una especie de idilio juvenil, nuestros días se resumen básicamente al trabajo de la granja, los animalitos están de maravilla, y estamos entrenando a las cabritas para que no anden tan saltarinas, pues se escapan brincando para así no ordeñarse, también tenemos una rutina de paseo por los verdes, vamos con choco o solas, y lo mejor son las visitas a las habitaciones, porque no dormimos solas, mayormente duermo en su recamara pero cuando quiero mi espacio ella se pasa por la terraza y entonces se viene a mi cuarto, la verdad que eso de compartir trabajo y vida con ella no es del todo fácil, bueno no somos fáciles, pero las cosas han estado marchando.
Tuvimos una super pelea para Navidad, yo había quedado en pasar esas fechas con mis padres, algo que es impostergable, pude haberme ido de casa, no seguir los estudios que quería papá y toda la cosa, pero para calmar las aguas, siempre pasamos navidades juntos, así mamá se desquita en mimos y comida, y papá bueno con tal de tenerme en casa, pero sin hablar del corporativo es feliz. Eso de las navidades fuera de la granja a Juliana no le hizo mucha gracia, regresé justo el día después de Año Nuevo, para esperar a los Reyes y la verdad es que he disfrutado de su compañía y la de mi nueva familia, que es la de la granja.
Parece que ahora nuestra relación funciona a la perfección, menos nuestro tira y afloja en la cama, para qué voy a negarlo. Ella quiere llevar la voz cantante siempre, y yo me niego a rendirme a sus exigencias, aunque generalmente acaba saliéndose con la suya.
Estoy esperando el momento propicio para decirle la verdad, pero parece que los astros se alinean en mi contra, porque, cuando voy a sincerarme, siempre ocurre algo que nos interrumpe: un parto de urgencia, una llamada inoportuna de su ex que le hace irse a Cuernavaca para intentar resolver el problema con su tío, los demás trabajos de la granja y así.
El caso es que llevo más de una semana demorándolo. Pensé en decírselo la mañana de Reyes, pero lo pospuse porque me regaló un bonito ramo de rosas y una cadenita increíble. Yo le había comprado unos discos antiguos en un mercadillo del DF. Fue un momento precioso y no me pareció oportuno estropear nuestra felicidad, pero creo que tengo que ser franca de una vez por todas, no puedo retrasarlo más. Por eso, este fin de semana voy a sorprenderla con una cena y voy a contárselo. Sofía está al tanto que tendré la gran conversación con mi granjerita.
Hoy estoy con Black en la granja. Es un día cualquiera y me siento feliz porque parece que todo ha vuelto a la normalidad. Ya tengo planeada la cena, pues he reservado una mesa en un restaurante de Cuernavaca. Estaba metida en mis pensamientos, acariciando al ternero cuando me sobresalto con la suave voz de Renata.
—Doctora Valentina, la señora me dijo que vaya urgentemente a su despacho.
—¿Sabes qué ocurre?
—No me ha comentado nada, sólo me ha pedido que la buscara.
—Perfecto, gracias.
Me dirijo hacia allí. Quizá tenga noticias sobre su tío o simplemente le apetezca que le dé un besito... aunque normalmente es ella quien me sorprende, tiene esa manía loca, primero porque le encanta besarme, y que nos hagamos cariñito y segundo porque se conoce todos los espacios de su granja y yo todavía no se me los sé todos.
Llamo a la puerta. No me gusta interrumpir como ella lo hace en mi habitación. Sé que es algo que le desagrada y, cuando está ocupada, o al teléfono, prefiero no molestar.
—Adelante —me dice cortante.
Entro. Su gesto, entre enfadada y decepcionado, no augura nada bueno.
—Hola Juls, ¿qué ocurre?
—Dímelo tú... —replica, enseñándome la caja con los medicamentos y las recetas que don Camilo me manda cada mes.
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Mi Granjerita (Terminada)
FanfictionValentina acaba de perder su empleo en la clínica veterinaria, pero está decidida a retomar sus estudios y finalizar de una vez por todas su carrera, sin embargo se deja embaucar de nuevo por su amiga Sofía para trabajar en una granja en Tepoztlan...