27 Gestos

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Sofía me aborda nada más entrar en el champiñón. Al ver mi cara, sabe que algo salió mal.

—Tyni, cariño, ¿Qué pasó? —me pregunta, preocupada.

—Lo que tenía que pasar... que el karma me ha castigado por ser tan mala.

—No digas eso, tú no eres mala.

—Ah, ¿no? ¿Qué me dices de Fermín?

—Cariño, se lo merecía.

—Pues mira, ahora soy yo la que se ha quedado sin granjera, sin trabajo y sin dinero.

—¿Y eso? ¿Qué pasó? —preguntó, confusa.

—Lo que ha pasado es que, antes de que se lo contara, Juliana se enteró de mis mentiras y su cara de decepción y furia ha sido lo peor que he visto en toda mi vida. Creo que nunca me olvidaré de eso, Sofía. Me fuí de allí. Me dijo que me fuera y le regresé el dinero.

—¡¿Qué?! Pero ¿por qué? ¿Estás loca? Has estado trabajando allí más de tres meses. ¿Tú eres tonta o qué?

—Lo siento. Me dijo que la había engañado y evidentemente es cierto: no soy veterinaria. No me lo merezco.

—Tyni, ¡Me muero y no te educo!

—No quería que pensara que he estado allí, con ella sólo por el pago... —digo, al borde del llanto—. Al principio fue así, pero después... yo...

—La quieres.

—No lo séeee... —respondo, aunque sí lo sé... pero no quiero decirlo porque no sé qué va a pasar ahora.

—Cariño, no niegues lo evidente. Estás enamorada de Juliana. Si no, no te sentirías así y no le habrías devuelto todo lo que has ahorrado trabajando allí. Eso es amor.

—¡Sofía! ¿Qué voy a hacer ahora?

—Estudiar, licenciarte, comprar la clínica de don Camilo y reabrirla. Estoy segura de que será benevolente contigo y te la pondrá a muy buen precio y, si no, seguro que tus padres podrán ayudarte. Tyni, si hablas nuevamente con tu padre pueden entenderse, y al final te ayudará...

—No quiero hacerlo, quiero demostrarle que, si pude sin su ayuda económica y lo sabes. Además, ya conoces la política de mi padre: el dinero hay que ganárselo a pulso —le recuerdo, imitando su voz grave de cascarrabias.

—Lo sé, cariño, lo sé, pero puedes devolvérselo cuando la clínica vaya bien

—No quiero hacerlo, pero ya no me queda otra opción...

—Bueno... quizá sí.

—¿Por qué dices eso?

—Porque mira lo que acaba de llegarme.

Sofía me enseña su móvil: es un mensaje de Juliana. Yo sigo con el teléfono apagado.

—No le contestes, por favor...

—Tyni..., viene a DF, a hablar contigo.

—No quiero hablar con ella, no quiero verla —sentencio, nerviosa.

—¿Por qué? —me pregunta, confundida.

—Porque siempre consigue derrumbar todas las barreras que intento interponer entre las dos. Sofía, he tomado una decisión: quiero terminar la carrera. Quiero ser veterinaria y reabrir y dirigir la clínica de don Camilo —contesto con seguridad.

—Pero estás enamorada de ella. ¿Vas a dejar escapar a esa mujer tan maravillosa?

—No saldrá bien. Soy una chica de ciudad, no podría vivir allí toda la vida.

Mi Granjerita (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora