Cuando me monté en el taxi no tenía muy claro qué era lo que iba a hacer. Me dirigí a Cuernavaca y allí lo medité. Tenía dos opciones: pedirle al taxista que continuara hasta la granja o quedarme a pasar la noche en el pueblo y tomar un autobús a las nueve de la mañana que me llevara al DF. Me decanté por la segunda opción, ya que estaba segura de que, en cuanto llegara al hotel y leyera la nota, Juliana se pondría como una energúmena y regresaría a la granja.
«¿Acaso te fías de las palabras de esa víbora que sólo quería envenenarte para que te alejaras de Juliana? Y eso es exactamente lo que ha conseguido, mira que eres tonta.»
«Pues que se la quede para ella solita. Mira, ya la tiene toooodooo enterita. Me da igual.»
«¡Si pues! Y voy yo y me lo creo. ¡Vete a engañar a otra, bonita, porque a mí no me engañas!»
«Como quieras, pero me importa un pimiento.»
«Si tú lo dices...»
Decidí pasar del tema. Este debate me está saturando.
Dispuesta a quedarme en Cuernavaca, busco un alojamiento cercano a la estación de autobuses y me voy directa a la cama, pero mis remordimientos no me dejan pegar ojo. No sé si he sido una estúpida, una niña o una egoísta.
«¡Tres en uno, como el desengrasante!», vuelve a la carga mi querida conciencia.
«¿Por qué no te vas un poquito a la mierda...?»
«Si vas tú delante, para que no me pierda.»
«Juro que cualquier día me doy un cabezazo contra la pared, a ver si se va de una vez esta maldita conciencia...»
«¡Ja! Eso me gustaría verlo con estos ojitos, pero no vas a ser capaz. No tienes lo que hay que tener: ovarios.»
«¡No me tientes...!»
«¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!»
Vuelvo a ignorarla. Me está tentando, pero ahora lo que menos necesito es un dolor de cabeza fuerte, aunque cualquier día se me va a ir la paciencia y me voy a caer a golpes. Cierro los ojos y hasta cuento ovejitas de la desesperación, pero nada. Veo pasar las horas: la una, las dos..., así hasta las siete de la mañana. Nunca en la vida se me ha hecho tan larga una noche. Quizá el karma me lo esté haciendo pagar, recordándome lo que pudo haber sido y no fue. Me levanto, me doy una ducha y me pongo en marcha. Desayuno en la plaza, voy al terminal y busco un taxi para ir a la granja, apenas aparece un carrito me monto, pero el chófer me mira expectante; ni tiempo le di de estacionarse bien, son evidentes mis ganas de partir. Y no es que tenga prisa por llegar... Lo que me espera es una charla, de eso no me cabe la menor duda, y me extrañaría que fuera amistosa.
Conociendo a Juliana, cuando me vea aparecer estará molesta. Aunque no es para menos, mi nota no fue muy acertada, pero estaba tan molesta que puse lo primero que se me vino a la cabeza. Me doy cuenta que el auto no arranca y el chofer me dice que esta con una falla, entonces le mando un whatsapp a Gonzalo para preguntarle si esta por aquí o cerca y si puede recogerme. Espero que sí, no quiero tener que pedírselo a Juliana. De inmediato me contesta que no hay problema y que estará a las nueve y media aquí en la plaza. Mientras esperaba a Gonzalo, compré una botella de vino y una revista a Renata; sé que ambas me lo agradecerán.
—Buenos días, señorita. ¿Qué tal?
—Buenos días, Gonzalo. Gracias por venir a buscarme. Bueno... es algo complicado. ¿Qué tal el ternero?, ¿todo bien? ¿Y el resto de los animales?
—Todo bien, está estupendo. No se preocupe. El resto de los animales, también, perfectos. No ha habido ningún problema en su ausencia.
—Me alegra saberlo, me quedo más tranquila.
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Mi Granjerita (Terminada)
FanficValentina acaba de perder su empleo en la clínica veterinaria, pero está decidida a retomar sus estudios y finalizar de una vez por todas su carrera, sin embargo se deja embaucar de nuevo por su amiga Sofía para trabajar en una granja en Tepoztlan...