37 EPILOGO

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 El nacimiento de Carlota y Elizabeth fue una gran alegría y a la vez una revolución para la granja. Son dos bebés de las que todos estamos pendientes, que adoramos y mimamos. Renata nos regañaba en cuanto laos cogíamos de su cuna cuando lloraban. Así están ellas, que con diez meses saben muchísimo. Son dos niñas muy despiertas, con mucha personalidad, y nos han robado a todos el corazón, sobre todo a mí, que me han despertado ese instinto maternal que nunca pensé que tenía.

A Juliana, además de robarle el corazón, le hicieron ver que quería ser madre y le han robado un poco de vida. Les dedica todo el tiempo que puede después de la granja, quiere robarselas. No es que me moleste, pero a veces pienso qué pinta Gonzalo en eso si, cuando les pasa algo, siempre está Juliana allí.

Renata sigue ejerciendo solamente de madre. Como Estefanía continúa en la granja, ella disfruta de sus hijas libremente sin tener que preocuparse de nada más, y es que dos criaturas tan pequeñas dan mucho trabajo, para qué negarlo. Juliana le dijo que puede estar todo el tiempo de permiso que desee, pues Estefanía se desenvuelve bien y es trabajadora.

Y yo... pues, después de unas semanas de tira y afloja, conseguí fijar con Juliana mi salario mensual, aunque ella quería poner la granja y todos sus bienes a nombre de las dos, pero me negué; de momento quiero dejar las cosas como están. Somos una pareja y no puedo estar más enamorada de ella, juntas funcionamos a las mil maravillas y esto me encanta, pero, por ahora, quiero probar y dejar las cosas así: tener mi independencia, ganar mi propio sueldo y que ella tenga sus bienes y yo mi dinero ganado con el desempeño de mi profesión. Aunque es cierto que cada día que pasa me sorprende más, para qué voy a mentir.

A los quince días de regresar aquí, me regaló un coche, un jeep techado de color rojo, puesto que mi mustang descapotable, según ella, no era apropiado para moverme por estos lugares. Reconozco que ahora me siento más segura, eso no lo puedo negar. Después se empeñó en comprar una casa abandonada, rehabilitarla y ponerla a mi nombre. No la entiendo; yo vivo aquí y duermo en su habitación, pero me dijo que, si alguna vez quería tener mi independencia, tendría una casa en Tepoztlán para mí sola... Y, finalmente, no hay día que no me diga que quiere tener un hijo o una hija. Ya tiene los nombres pensados: si es niña, Luciana, y, si es niño, Arturo.

Al final, después de pensarlo mucho, estamos intentando tener un bebé. De momento ya fuimos a la capital y nos chequeamos, no parece que tardemos mucho en recibirlo, y seré yo quien lo gestará. Pero seguimos en ello y, como dice Juliana, mientras tanto encontramos el donante y nos estabilizamos disfrutamos un montón, que tampoco es malo.

Mis amigos Sofía y Sergio se casarán el día 7 de diciembre y, aunque aún queda casi medio año, tengo muchas ganas de ir a su boda. ¿Quién lo hubiera dicho? Cuando comenzaron su relación, nunca pensé que fueran a durar... y en unos meses se casan, por lo que la vida, a veces, te sorprende para bien. ¿Quién me iba a decir a mí que terminaría en esta granja, con mi granjerita del demonio? Y pensar que el día que llegué aquí me cayó fatal y encima me llamó niña estirada de ciudad.

—¿En qué piensas, Tyni? —pregunta, sobresaltándome y sacándome de mi ensimismamiento.

Estoy sentada en nuestra terraza, observando la puesta de sol después de un duro día y de haber ayudado a Renata a bañar a las pequeñas Carlota y Elizabeth,  que en la bañera ya hacen de las suyas.

—¿Recuerdas el día que llegué?

—Inolvidable... Me acuerdo de tu cara de susto cuando te dije que tenías que asistir al parto de una vaca y la expresión de asco que pusiste cuando entraste en la granja, pero te hiciste la que sabias... y ese día vino al mundo Black, uno de mis mejores sementales en la actualidad —murmura, rodeándome la cintura y apoyando su cabeza en mi hombro—. También supe desde que te vi que me traerías muchos problemas...

Mi Granjerita (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora