18 Decisiones

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Esta mañana me escapé como una ladrona, a hurtadillas, de la habitación de Juliana. Al despertar en sus brazos me sentí muy a gusto y mi maldita lujuria me ha incitado a que la besara, la provocara y tuviera de nuevo sexo con ella... y eso no era lo correcto, me ha recordado mi conciencia. Dijimos que sería la última vez y así debe ser. No podemos complicarlo más, aunque todo mi ser me empuje en una dirección diferente.

Por eso salí a correr, para despejar un poco la mente. Después, a mi vuelta, Renata me contó que Juliana estaba en el cementerio. Al llegar, la oí hablar con sus padres. Se me paró el corazón; les estaba hablando de mí, y casi he querido huir cuando le dijo a su madre que estaba enamorada. No es posible. No quiero que sienta eso, no debe sentirlo... porque debo irme. Sé que es sólo un capricho pasajero y está confundida.

Hoy es un día complicado para ella, Estaba a punto de marcharme cuando, de pronto, se ha puesto a llorar... y yo no la había visto quebrarse así. Me ha parecido muy tierno, porque, aunque haya quien opine que el tiempo todo lo cura, es evidente que visitar a sus padres sigue doliéndole, y tienen todo el derecho de expresar ese sentimiento. Por eso ni lo pensé, y me acerqué y le estreché su hombro. Se ha sorprendido y, al principio, le ha parecido humillante, lo sé, pero después se tranquilizó. Sabía que, si le decía que había escuchado sus palabras, se habría sentido ofendida. Ahora estoy muy confundida. Este trabajo es temporal y no puedo empezar nada con ella. Le estaría mintiendo, y si le digo la verdad...

«¡Dios, estoy en un lío!»

«Me parece que sí, bonita», interviene mi querida conciencia.

«Si no hablas, revientas, ¿verdad?»

«Por supuesto que no. Sólo te lo confirmo. Además yo vivo en ti y siempre puedo venir»

Decidí ignorarla. Me cambio y me voy a ver a Black, hoy necesito hacerlo. No lo he visitado aún y tengo que despejar un poco la mente de todos estos sentimientos contradictorios. Por un lado, pienso que debería seguir adelante y dejarlos fluir, a ver dónde me llevan; dijo que se está enamorando de mí, y no puedo obviar que yo también comienzo a sentir algo por ella..., pero, por otro lado, considero que lo mejor es olvidarme y continuar con mi objetivo: seguir algunos meses aquí, ganar el dinero necesario para costearme mis estudios y reabrir la clínica y marcharme sin complicaciones.

Al llegar a la granja, voy tan ensimismada que no me percato de la presencia de Fermín. Llego hasta la cuadra de Black y, cuando me dispongo a abrirla, me lo impide.

—Vaya, vaya... Estaba deseando encontrarme contigo

—Fermín, tengamos la fiesta en paz —le respondo, intentando sortearlo y sin dirigirle ni una mirada.

—Vas a pagar por lo que me hizo tu amiguita

—No sé de qué estás hablando. Sólo vengo a ver al ternero y a hacer mi trabajo, así que apártate y continúa con lo tuyo.

Sin embargo, Fermín no se aparta y veo en sus ojos una expresión peligrosa que no me gusta ni un pelo. Esboza una sonrisa malévola.

—Eres igual de zorra que ella. Me imagino que te habrás cogido a la jefa y que por eso ha hecho la vista gorda, pero tú y yo sabemos que son unas perras. Vas a terminar lo que ella empezó.

Me acorrala contra la pared. Black comienza a ponerse nervioso y a mugir como si sintiera que algo malo va a pasarme.

—Fermín, ¡dé-déjame! —le pido con la voz entrecortada.

—Voy a disfrutar de ti, preciosa —susurra, y se acerca a mi cuello para aspirar mi olor.

Su cuerpo está tan cerca que apenas puedo moverme. Juro que siento tanto asco como miedo. Estoy tan bloqueada que ni me muevo. Quizá podría darle una patada en sus partes, pero estoy en shock y ni las piernas me responden.

Mi Granjerita (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora