Estoy con Black, sentada en su cuadra, en el remanso de paz en que todo se convierte cuando lo acaricio, sintiendo la felicidad que transmite cuando estoy a su lado. Quizá sea un poco egocéntrico pensar que yo también pueda hacerlo feliz, pero siento que es la verdad; cada vez que me ve, se pone muy activo y, en cuanto lo acaricio, se tranquiliza.
Le gusta que le rasquen detrás de las orejas; emite un pequeño mugido y mueve una pata, igual que los perros. A mí me encanta hacerlo para verlo contento.
—¿Te gusta, amigo? ¿Yo creo que sí? —le pregunto como si fuera a responderme—. Sé que es así. Gracias, Black, por querer defenderme esta mañana. Lo has hecho de maravilla —sigo hablándole; quizá sea de tarados, pero me calma hacerlo.
Cuando pasó lo de Fermín, el animal ha mugido con todas sus fuerzas y ha dado golpes a la cuadra, y estoy segura de que lo ha hecho por mí. Durante un rato pienso en lo que pronto será su destino y no puedo más que entristecerme... pero me digo que no más desgracias de momento; por hoy ya han sido suficientes.
Al final salgo del establo y me encuentro con Gonzalo, que apenas me saluda. Los hombres parecen mirarme mal y con distancia, pero prefiero no hacer mucho caso. Sé que no va a ser fácil, todo el mundo le tenía mucho aprecio a Fermín y Juliana lo ha despedido... y soy la única culpable para ellos.
Entro en la cocina y allí esta Renata. Como siempre, es cordial, pero también puedo notar cierta incomodidad por su parte...
—¿Tú también? —le pregunto, sin poder remediarlo.
—No la entiendo, señorita.
—Que si también piensas que es culpa mía.
—Yo no opino nada —contesta, acobardada.
—No, claro que no, pero me juzgas... como el resto de tus compañeros. Ninguno estaba allí. Se ha propasado, Renata, ha querido forzarme. Es cierto que los dos hemos actuado mal con el otro desde que nos conocemos, eso no lo niego; nos hemos estado haciendo jugarretas a todas horas, pero esta vez quiso abusar de mí y, si no llega a ser por Juliana, no sé qué habría pasado.
—Usted es una mujer fuerte, siempre se ha defendido. ¿Por qué no ha hecho nada?
El reproche de Renata me duele más de lo que puedo expresar. ¿Por qué tengo la sensación de que todo el mundo me echa la culpa? Yo también me siento culpable, pero el hecho de no haber sido capaz de defenderme en una situación como ésa no me convierte en cómplice, ni mucho menos significa que yo lo deseara. ¿Por qué es tan difícil de entender?
—No sé qué me pasó, ni yo misma me lo explico. Me he bloqueado y no he sido capaz de reaccionar —declaro con sinceridad. Sus ojos se vuelven comprensivos, como si llegara a comprenderme.
—Yo... Si le cuento algo, ¿promete no decirle nada a nadie?
—Claro, Renata. No diré nada, tranquila.
—Mañana hace justo un año, en las fiestas de un pueblo cercano, Fermín se emborrachó, se metió en mi habitación y...
Mis ojos se abren como platos. Renata habla en voz muy baja, pero he entendido perfectamente lo que quiere decir.
—Renata, no me digas que...
—No, tampoco pasó nada, pero porque Gonzalo le paró las intenciones..., pero, ahora que me lo ha explicado bien, puedo hacerme una idea de lo que le ha sucedido. Aunque usted es una mujer muy valiente; yo, en cambio...
—¿Y Juliana no sabe nada de ese asunto?
—No, nadie le contó nada a la señorita. Fermín estaba borracho y preferimos mantenerlo en secreto. Él se disculpó después.
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Mi Granjerita (Terminada)
FanficValentina acaba de perder su empleo en la clínica veterinaria, pero está decidida a retomar sus estudios y finalizar de una vez por todas su carrera, sin embargo se deja embaucar de nuevo por su amiga Sofía para trabajar en una granja en Tepoztlan...