36 Siniestro

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Cuando me subí al escenario, me temblaban las piernas y el pulso me iba a mil, pero al final he defendido mi discurso y creo que todo el mundo se ha emocionado. La profesora Moreno tenía lágrimas en los ojos y mi amiga Sofía creo que incluso ha llorado. Ví cómo mi madre, que es más dura que una roca, se limpiaba también las lágrimas. He sido sincera y he abierto mi corazón. Ahora sólo me queda cumplir mi sueño, si lo apruebo todo, aunque a veces los sueños pueden cambiar, ¿no?

—Hija, ha sido precioso. Papá tiene algo para ti —dice mi madre, abrazándome.

—¿Para mí? —pregunto, mirándolos a los dos.

—Sí, sal un momento.

Los acompaño, un poco sorprendida, y, en un aparcamiento cercano, veo un coche que parece nuevo.

—Es un auto nuevo... el último modelo de ford mustang, es digno de ti, y como sabíamos que te gustaban descapotables nos decidimos por este, ¿Qué te parece?

Estoy en shock. Mis padres regalándome un coche... Es de un color que me encanta: borgoña metalizado.

«¿Quiénes son estos dos y qué han hecho con papá y mamá?», pienso, porque estoy emocionada e impactada.

«Preciosa, tú coge el coche y no digas nada. Si los han abducido los extraterrestres, aprovéchate ahora, antes de que vengan los verdaderos y te quedes sin él. Y no vayas a entregarlo»

«¡Pues también es verdad!»

—¿En serio es para mí?

—Sí, cariño. Has trabajado muy duro y es momento de limar asperezas del todo y queríamos regalarte algo importante.

—Gra-gracias...

Cojo las llaves y me monto. Realmente me sienta genial. Es un coche bellísimo, una nave y me encanta. El color es precioso y, además, es muy manejable, ¿qué más puedo pedir?

—Ve con tus amigos y luego dales una vuelta. Nosotros nos vamos. Y si necesitas dinero para reabrir la clínica de don Camilo, tienes un cheque a tu disposición...

—Gracias, papá pero......

Me abraza a ellos y los miro todavía más perpleja. Decididamente, a mis padres los han secuestrado los alienígenas y les han cambiado el cerebro, pero no voy a quejarme, es momento de celebrar, porque saldría mal parada.

Me despido de ellos, regreso a la fiesta y allí estoy durante horas. Casi al final de la reunión, le cuento a Sofía lo del coche y se emociona tanto como yo.

—Y, ahora, ¿qué vas a hacer? —me pregunta, transcurrido unos segundos.

—Cuando tenga las notas y sepa si lo he aprobado todo, tomarme unas merecidas vacaciones.

—¿Y después? —insiste.

—No lo sé; de momento, paso a paso.

Don Camilo me mira también, expectante.

—Sabes que puedes disponer de la clínica, si sigues interesada en reabrirla.

—Lo sé, y se lo agradezco. Tengo que barajar todas las opciones, pero primero tengo que saber si he aprobado...

—Seguro que lo has hecho —interviene la profesora Moreno.

—Gracias por tener tanta fe en mí, pero no quiero adelantar acontecimientos...

—Bueno, algunas asignaturas ya has aprobado, pero mis labios están sellados —suelta, cerrando la boca como si tuviera una cremallera, y ambas sonreímos.

Mi Granjerita (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora