8 Cuenta y Conciencias

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Apenas pude dormir. Me parte el corazón lo de Black. Me alisté y bajé a tomar un café y allí está Juliana; parece que no me libro de ella ni de noche ni de día. Dice que ya está recuperada, pero evidentemente no es así. En un mes los huesos no se sueldan. Yo ya me he cansado de repetírselo, así que no insistiré más. ¡Que se chingue! Ella sabrá, es su cuerpo, que haga lo que quiera.

—Buenos días, Valentina.

—Buenos días, Juliana —saludo, cortante.

—¿No es un poco temprano para trabajar?

—Nunca es temprano para los animales —respondo, sarcástica.

—En eso le doy la razón.

Se termina su café y sale de la cocina. Yo me sirvo uno y, tras comer unos porquecitos recién horneados por Renata, también salgo en dirección a la granja. Todo está en orden, ya que no hay ningún nacimiento a la vista ni animales enfermos, pero quiero hacer una revisión antes de que Sofía y Sergio se despierten para después irnos tranquilos.

Al llegar al establo de las cabritas me encuentro de nuevo con ella, que está con el ternerito.

—Es un buen animal —me dice cuando llego a la altura de Black—, podría quedárselo.

—¿Quedármelo? No entiendo.

—Ayer me dijo que se había encariñado con él. Es un buen ejemplar. ¿Cuánto estaría dispuesta a pagar?

Su pregunta me deja estupefacta.

—¿Qué? No... no sé cuánto vale un ternero. ¡Además, no tendría sitio para tenerlo!

—Yo podría proporcionarle el establo y su alimento, sería cuestión de negociarlo.

—Sigo sin entenderlo —le aclaro. Esto me parece totalmente surrealista.

—Le alquilaría una cuadra y le cobraría la manutención... Como con los caballos en la ciudad, cuando la gente no tiene espacio para tenerlos.

—¡Qué?!... «¡Estoy emocionadísima! Pero es un ternero, no un caballo. ¿Qué voy a hacer yo con un ternero?» —Ok, pero los caballos puedes montarlos, pasear con ellos... ¿Qué saco yo de esto?

—Es un buen ternero, estoy seguro de que será un buen toro; podrá ser muy útil para criar.

—Me estás tomando el pelo, ¿verdad?

—No, estoy hablando totalmente en serio. ¿Sabe que se paga por montar a las vacas con sementales?

—No, no lo sabía, pero, vamos, que no voy a pagarle nada por Black.

—Vaya, es una lástima, porque entonces su destino será otro..., ya lo sabe.

Idiota, podría haberse ahorrado el comentario.

—Si le parece un buen ejemplar, ¿por qué no se lo queda usted?

—Porque ya tengo otro par de toros, no puedo quedarme con más.

Hago una pausa. La verdad es que me gustaría salvarle la vida, pero no sé ni cuánto costaría su manutención y, lo que es peor, no tengo intención de quedarme mucho tiempo en esta granja. Desgraciadamente, Black tendrá un destino que no me gusta.

—No puedo quedármelo... —respondo muy a mi pesar.

—Como quiera —concluye, tajante.

—Si no necesita nada más, voy a revisar a las cabritas

—Claro, es su trabajo.

Hoy no me centro con tanto entusiasmo en Black, pese a que parece que el animal me reclama. Lo miro y lo acaricio un poco, pero, estando Juliana aquí, los trato a todos por igual y después me marcho, enfadada. No sé si me ha puesto a prueba por algo o simplemente creía que realmente me quedaría con Black. Lo cierto es que, en otras circunstancias, si no tuviera que costearme la carrera y reabrir la clínica de don Camilo, me lo habría planteado, pero así no puedo hacerlo.

Mi Granjerita (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora