33 rápido y al margen

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Tiene razón, nunca he preguntado a don Camilo por ella en nuestras conversaciones, pero no porque no haya tenido ganas de hacerlo, sino porque sabía que se lo diría y no quería crearle falsas esperanzas. ¿Soy una mala persona por eso? Porque, entonces, don Camilo me ha estado ocultando que Juliana ha estado preguntando por mí.

Me tumbo en la cama, abatida. No quiero sentirme así, pero, además de estar en este lugar que tantos recuerdos me trae, parece que sólo ella lo esté pasando mal tras nuestra separación, y eso no es cierto. Yo también me siento muy sola.

«La diferencia es que tú tomaste una decisión; ella tuvo que acatarla.»

«¡Perfecto! Gracias por hacerme sentir tú también como la mala de la película», le recrimino a mi conciencia.

«Es que lo eres; en esta historia tú y sólo tú tienes la culpa de la situación.»

Parece que todo el mundo piensa eso; hasta el karma se da cuenta de que soy la mala, pues no hace más que jugármela una y otra vez, así que voy a serlo. Estoy muy cansada de intentar hacer las cosas bien. Yo solo quería cumplir mi meta de graduarme y nadie lo entiende.

Me levanto de la cama y me dirijo a la habitación de Juliana. Doy unos golpes hasta que por fin me abre. Se sorprende al verme y, aunque me hace un ademán con la mano para que pase, me quedo en la puerta. No voy a entrar ahí, no cuando soy consciente de lo que siento por ella y lo que me provoca estar a su lado.

—¿Sabes...? Te mentí: no es cierto que no te quisiera y soy consciente de que fui una cobarde por no confesarte la verdad cuando tuve ocasión... aunque tú tampoco me pusiste las cosas fáciles. ¿Sabes por qué? Porque no quisiste escucharme cuando descubriste lo de las recetas. En lugar de permitir que me explicara, me echaste de tu granja de muy malas maneras... Las cosas no son siempre como tú quieres que sean. Eres mi jefa, y eres millonaria y querías ayudarme, ¡genial!, pero no por eso tenías derecho a decidir por los demás, a decidir por mí mi futuro. Yo quería, y quiero, perseguir mi sueño, terminar mi carrera... ¿Por qué no, en lugar de decidir unilateralmente, lo hablaste conmigo? ¿Por qué no te sentaste a mi lado para decidir lo que era mejor para las dos? No, claro, como siempre, la señora doña perfecta y soy dueña de una granja y tengo el dinero que hace falta decide por todos. Lo siento... pero ya soy mayorcita: tengo un sueño y, aunque reconozco que adoro este sitio, quiero alcanzarlo. Además, si estaba confusa en relación con mis sentimientos, ahora ya me han quedado claros al oír lo que le has dicho hoy a mi profesora.

La gente miente, constantemente, no creo que tú no lo hayas hecho nunca y, sinceramente, no vayas a hacerlo en el futuro. Las personas somos así; a veces mentimos por necesidad y, otras, para evitar hacer daño a los seres queridos... Pero las personas más maravillosas son las que, aun conociendo el engaño, deciden perdonar y olvidar. Yo no puedo volver contigo porque tú no aceptas que yo te mentí. Y lo sé porque me lo has demostrado esta mañana con tus palabras. ¿De qué te sirve quererme si no aceptas que te engañé? Cometí un error, soy totalmente consciente de ello, y no hay día en que no me arrepienta, pero ya no puedo enmendarlo. ¿Vas a pasar página y olvidar de una vez por todas que lo hice?

Ahora es ella quien se queda callada. Doy media vuelta y me voy, porque una parte de mí pensaba que tomaría una decisión, que diría que sí, pero, ¿a quién pretendo engañar?; sus palabras la han delatado. No dijo nada. Es decir no quiere nada. Me tumbo en la cama y procuro que mi mente, que trabaja a mil por hora, se tranquilice, lloro un rato y al final, después de varias horas, consigo conciliar el sueño.

* * *

Al despertarme, decidí ir a la granja. Necesito que mi remanso de paz, Black, me dé la fuerza necesaria para afrontar el nuevo día. Como siempre, el animal se excita al verme, pero, en cuanto lo acaricio, se calma.

Mi Granjerita (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora