24 Finde

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Al fin llega el sábado y, tras dejarlo todo listo en la granja, ponemos rumbo a nuestro destino: el Anticavilla, un complejo con hotel-spa y restaurant, ubicado en Cuernavaca. Por lo que he podido ver en Internet, es una construcción del siglo XVII en las bases de la antigua hacienda colonial de Santa Águeda, parece sacado de un cuento antiguo, y no sé si me merezco tanto lujo.

Al llegar compruebo que el sitio es, desde luego, inmejorable. Si Tepoztlan es una provincia antigua, pintoresca y encantadora, pero los alrededores del hotel son verdaderamente un regalo para la vista. Tiene mucha naturaleza, Juliana me dijo que aquí se pueden realizar múltiples actividades, aparcamos el coche y ella se dirige a la recepción, da sus datos y enseguida nos entregan la llave de nuestra habitación. Se trata de una master suite; llamada Casella, es una habitación muy espaciosa de estilo clásico, con un espacio diferenciado entre el dormitorio y un pequeño salón. El baño tiene una bañera de hidromasaje y una ducha. Además de una Terraza con vista al jardín y a toda la propiedad. Realmente es preciosa.

—¿Te gusta? —me pregunta al entrar.

—Es una pasada, pero esto te habrá costado un dineral...

—Tranquila, puedo permitírmelo, te lo aseguro —afirma, acercándose a mí y besándome suave.

No lo dudo ni por un instante, pero he podido ver la decoración y todo es desorbitado y meticulosamente estudiado, y por supuesto no es un hotel de paso.

—Tyni, en serio..., no te preocupes por nada. Disfrutemos de este fin de semana, tenemos para escoger, masajes, tratamientos, las comidas y sobre todo de esta habitación. ¿Te parece bien?

Roza su nariz con la mía y no puedo más que rendirme a su caricia y asentir como una tonta. Si estaba confusa, si mis sentimientos estaban a flor de piel, cada minuto que paso a su lado parece despejar mis dudas. Cada día me enamoro un poco más, y esto sólo tiene un final; espero por mi bien que sea el feliz, porque no puedo ni quiero sufrir por amor.

—Cambiémonos y bajemos a las albercas. Después tenemos cita para un masaje relajante con aromaterapia.

—¡Humm! Eso suena de maravilla. Gracias... —respondo, abrumada.

—Bueno, pensé que no nos vendría mal desestresarnos y, después, tú y yo... ya sabes.

—Te mereces lo que me pidas —suelto sin pensar.

—¿Todo lo que yo quiera?.

—Bueno, ya se verá, pero este regalo merece una gran recompensa, de eso no me cabe la menor duda.

Esboza una gran sonrisa y nos dividimos para ponemos la ropa de baño, la primera en cambiarse fui yo, saliendo del baño con un pequeño bikini de color rojo de estilo estrapless con poca tela tipo hilo, en las pompis .

—¿Piensas llevar sólo eso?.

—Claro...

—Valentina, apenas tapa nada. Todos los hombres se van a quedar babeando.

—jajaja ya quisieran ellos, pero no mi granjerita!, me pondré este caftán para taparme un poquitin.

—Muy bien, ese bikini te tapa menos de lo que me gustaría que vieran los demás...

—Y tú?.. anda cámbiate. —La saco de los pensamientos a donde se fue y la empujo al baño, y cojo el caftán y el bolso con mis cosas para salir de la suite, pero me molesta que sea celosa y controladora. No puedo con eso.

Ahora es su turno de cambiarse y cuando sale, pues literal casi me muero, no es el traje de baño de surfista es uno más bello, un bikini marrón con detalles en dorado y naranja, lleva un pantalón de lino blanco con la parte de arriba del traje de baño, se le ven sus muy marcados abdominales, y todo el conjunto le queda precioso.

Mi Granjerita (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora