10 Mal entendido

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Me despierto desorientada, me va a estallar la cabeza. Cuando me giro y veo a Juliana a mi lado, abro bien los ojos y levanto la sábana para comprobar que estoy desnuda, igual que ella.

«Pero ¿qué mierda hicimos anoche?»

«A ver, bonita, eso es evidente, ¿no? Estás en la misma cama, sin ropitas...», puntualiza mi conciencia en tono gracioso.

«Ok ok... ¿qué vas a hacer ahora?»

«Qué buena pregunta, preciosa.»

Creo que la única solución que tengo es irme, aunque sea mi habitación. Porque, a ver... ¿qué diablos hago? ¿Me levanto como si no hubiera pasado nada y le doy los buenos días? Creo que no es la solución. Mi conciencia, en esta ocasión, enmudece. Muy oportuna la muy perra. Ahora que tiene que ayudarme a tomar una decisión, se calla. Miro a mi alrededor y veo la ropa que llevaba ayer. Decidí levantarme con mucho cuidado y sutileza. Ando con sigilo para no hacer ruido, pero con tan mala suerte que, cuando ya tengo las prendas en mis manos, tropiezo con la silla y me doy un golpe en todo el pie. Suelto un improperio a causa del dolor.

—¡Puta vida! —siseo, provocando, involuntariamente, que Juliana se despierte.

—Buenos días... ¿Pensabas irte de tu propio cuarto como un ladrón tras un robo? —preguntó..—. ¿Tanto te molesta haberte acostado conmigo?

—No sé de qué estás hablando. No recuerdo lo que pasó anoche... Y Hola

—¡Ja! Ok... Bueno, como prefieras, pero no tienes que irte, yo me voy —dice, levantándose de la cama como Dios la trajo al mundo. Me giro para no verla. He estado tentada de mirar, para qué voy a negarlo, pero no es lo más lógico. Es mi jefa y no sería ético escanearla desnuda, aunque ayer seguro que sí lo hice.

«No seas mentirosa: La miraste, al menos al principio, y, además, cuando levantaste las sábanas, también miraste.»

«Tú te callas y punto, que esta historia la cuento yo...»

—Que conste que no tienes que fingir que no recuerdas nada, somos adultas; nos acostamos y punto. Esto no va a influir en nada...

—No estoy haciendo como si no lo recordara, Juliana. Es que es así: no lo recuerdo. Me duele mucho la cabeza y no recuerdo nada desde que me monté en el taxi y me quedé frita. Ni siquiera sé cómo llegué a la cama...

Ella sonríe de manera irónica, pero es cierto; me crea o no, tengo un vacío en la memoria desde ese momento, es como si me la hubieran borrado.

—Eso es mentira .

—Cree lo que quieras, pero no tengo por qué engañarte.

—Sólo estás fingiendo porque te avergüenzas. ¿Si no, Por qué te estabas intentando escapar de la cama? —preguntó un poco altiva.

—¿Qué quieres que te diga? Te despiertas después de una borrachera descomunal de la que apenas recuerdas nada del final, sólo que te metiste en un taxi con una extraña, y, cuando abres los ojos, estás con ella, en cueros, en la cama. A lo mejor a ti te pasan estas cosas a menudo, pero, a mí, no... Y si encima al bochornoso asunto le añado que esa mujer extraña es mi jefa, la ecuación se complica.

—Tranquila, por mí está todo olvidado, no te preocupes. Como tú dices, y seguro sí me pasan estas cosas, más veces de las que imaginas, así que piensa que eres una más y listo... No le des más importancia al bochornoso asunto —concluye, entonando con énfasis las dos últimas palabras.

Salió de mi habitación con esa sonrisa y sus hoyuelos que me enerva. ¡Idiota! ¿Qué está insinuando?, ¿Qué suele emborrachar a las mujeres y llevárselas a la cama de esa manera? ¿O es que me echó algo en la bebida? La verdad es que no me quedó muy claro...

Mi Granjerita (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora