4.- El gusto es mio.

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—El hotel debe estar terminado para finales de Agosto, les he dado suficiente tiempo, les di los recursos y mis requerimientos para la infraestructura, lo único que tienen que hacer es seguir mis órdenes, ¿acaso eso es tan complicado? —el arquitecto que había mandado a Dubái estaba llevando mi paciencia a cero y hablar por teléfono con él después de que estuve allá hace unos días verificando que todo marchara bien, solo me ponía más nerviosa—Arrégleselas arquitecto, tiene fecha de término y de inauguración si no está para esas fechas sus honorarios se verán afectados ¿entendido?, buen día—colgué el teléfono para comunicarme con uno de mis hombres de confianza: Patrick era gay declarado, nos conocíamos de hace bastante tiempo y era mi mejor amigo, y era un experto en su trabajo. De cariño un día hace unos cuantos años le dije Pat y decidió conservar el sobrenombre.

—Pat, el cargamento de armas debe estar embarcándose ahora mismo a Italia, dame buenas noticias querido.

—Claro que si hermosa, ya está en camino, yo mismo me asegure de ello.

— ¿Y el cargamento de “sustancias” que iría a Malibu?

—Ya está en camino encanto, los Wilson estarán más que satisfechos, siempre dicen que es un verdadero placer hacer negocios contigo.

—Mientras sigan llenando mis cuentas bancarias de ceros a la derecha, podre decir lo mismo—reímos al unísono.

—Vamos querida sabes que dice eso porque Wilson mayor quiere emparentarte con Wilson Jr. desde hace mucho tiempo.

—Pues yo diría que no siguiera intentándolo, mi respuesta seguirá siendo la misma Pat—se rio por lo bajo un momento y se aclaró la garganta para volver hablar.

—Hermosa, ¿podremos vernos hoy por la noche? Hay alguien a quien quiero presentarte.

—Claro, ¿presentarme? ¿Una pareja tuya, querido? —soltó una risita que pude escuchar.

—No, pero me encantaría, es sumamente atractivo, aunque si te lo presento seguramente se enamorara de ti, encanto.

—Basta Pat, mejor dime ¿para qué quieres que lo conozca?

—Bueno viene recomendado de Sudamérica, tiene un historial impresionante y bastante competitivo, y se lo notifique a tu tío y le gustaría que trabajara contigo aquí en Nueva York, ya que yo constantemente estoy viajando y últimamente te dejo sola con todo el trabajo en la gran manzana, preciosura.

—Bueno pues habrá que conocerlo querido, nos vemos en el bar de uno de nuestros hoteles, el que queda a unas cuadras de mi oficina ¿te parece?

—Si, ahí nos veremos, te adoro guapa.

—Yo también Pat.


La tarde paso bastante rápido y decidí ir a casa a darme un baño y cambiarme de ropa para ir al bar en el que habíamos acordado, para conocer a ese misterioso hombre atractivo a los ojos de mi mejor amigo Pat.


—Señorita Anderson que honor tenerla por aquí, Patrick hace un momento que llego, ya la espera en la barra principal.

—Gracias Marck, también me da gusto verte—camine con decisión sintiendo como varios pares de ojos me miraban a medida que avanzaba al interior del bar, la verdad es que ya estaba acostumbrada a llamar la atención de la gente a donde quiera que iba, pero era una sensación que no me cansaba de experimentar.

—Hola preciosa, te vez encantadora como siempre—dijo Pat mientras se levantaba de la silla alta en la que se encontraba sentado y se dirigía abrazarme y darme dos besos uno en cada mejilla, correspondí a su gesto al instante.

—Pat, querido gracias tu siempre tan halagador y tan guapo—empecé a despojarme de mi abrigo para colocarlo en el respaldo de la silla.

—Y bien, ¿dónde está el magnífico y atractivo hombre que querías presentarme Pat? —al no escuchar ninguna respuesta de su parte me percaté de que tenía la mirada perdida en algún punto de la entrada del bar, así que seguí su mirada hasta que me encontré con el causante de que mi amigo casi estuviera babeando, lo observe sin duda era guapo, vestía unos pantalones ajustados negros, una remera blanca con cuello en “v” y una chamarra negra de cuero a juego, la blanca remera se aferraba a su torso y abdomen como si fuera a reventar en cualquier momento y de los pantalones mejor ni hablamos, los músculos de sus piernas se marcaban en la tela como si fueran uno mismo, además tenía una sonrisa encantadora, la note porque le dio la última calada a su cigarrillo antes de deshacerse de él dejándolo en el cenicero de la entrada, levanto la mirada para ver a Marck que se encargaba de recibir a la gente y hablo con él, Marck nos señaló a Pat y a mí con el dedo índice articulando unas palabras, voltee a mi alrededor para asegurarme de que no había nadie detrás o al lado de nosotros para que este asunto se prestara a una vergonzosa confusión y no, efectivamente éramos los únicos en ese lado de la barra.

—Ahí está el magnífico y atractivo hombre del que te hablaba preciosa, acaba de llegar y viene hacia acá—dijo entre suspiros Pat, mientras yo instintivamente acomodaba mi cabello, no supe porque lo hice, simple coquetería supongo, note que miro a Pat para luego mover su cabeza hacia un lado y ahí fue cuando nuestras miradas chocaron, clavo su seductora mirada en mi recorriéndome de pies a cabeza casi desvergonzadamente, lo que me incomodo un poco pero me gusto.

—Lamento haberlos hecho esperar, había un tráfico infernal—esa aterciopelada voz que poseía terminaba de hacerlo jodidamente perfecto, obligue a mi cuerpo a reaccionar y a mi garganta a articular palabras para no parecer una tonta mirándolo estupefacta, pero Pat hablo primero.

—No te preocupes guapo, acabamos de llegar, mira ella es Miranda Anderson la mujer con la que posiblemente trabajaras de la que te hable—el atractivo hombre que se encontraba junto a mí me extendió su mano y le correspondí.

—Mucho gusto señorita Anderson, soy Alec Hoffmann, veo que Patrick no exageraba cuando dijo que era realmente hermosa.

—Dime Miranda, el gusto es mío Alec y gracias por el cumplido, pero Pat me adora demasiado por eso exagera mis cualidades.

—Efectivamente ahora que te veo, me doy cuenta que no exageraba—la penetrante mirada de Alec y la seductora sonrisa que se le escapaba de la comisura de los labios causaba algo en mí que tenía años que no experimentaba, ¿nervios? quizá, pero me mantuve firme, hacía falta mucho más que un hombre atractivo para poner nerviosa a la hija del gran Max Anderson.

—Sentémonos y pidamos algo de beber para poder empezar a hablar de negocios—espeto Pat con una ancha sonrisa, tomamos asiento y ordenamos algo al barman.

—Debes ser un hombre excepcional en lo que haces Alec, esta mujer aunque es un encanto no es nada fácil de convencer, ni aunque tengas una cara evidentemente muy atractiva—mencionaba Pat divertido mientras bebía a sorbos su margarita, escaneando a Alec con la mirada, mi amigo no podía ser más obvio Alec lo volvía loco, pero él no dejaba de mirarme a hurtadillas ya que Pat estaba en medio de ambos, le dificultaba verme con toda libertad.

—He escuchado mucho de ti Miranda, eres un icono femenino en este difícil ambiente—dijo Alec mientras me miraba detenidamente expectante de mi respuesta.

—Espero que hayas escuchado solo cosas buenas, no quiero que te asuste trabajar conmigo—reímos los tres al unísono y Pat se levantó de su silla, nos guio a una de las mesas cercanas a la barra para luego hablar en un falso tono de indignacion.

—Así podrás ver a Miranda con toda libertad, Alec, llevas lo que va de la noche esquivándome para poder observarla—nos sentamos en la pequeña mesa redonda, Pat y yo sonreíamos divertidos mientras Alec tenía una expresión de duda muy graciosa.

—Toma una foto si gustas Alec, duran más—exprese divertida mientras sonreía como posando para una foto, Pat soltó una sonora carcajada, a lo que Alec reacciono con una ancha sonrisa.

PREFIERO MORIR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora