PREFIERO MORIR ©

27.-Pagando el precio.

Miranda

Regresamos a la casa, que ya había vuelto a la normalidad gracias al personal de servicio, estaba triste, enojada, furiosa, me sentía engañada, nunca había experimentado el engaño y ahora que lo hacía era una sensación horrible, no lograba entender como fue; le conté mi pasado, mi presente y mi futuro. Le susurre mis miedos y le grite mis sueños. Le mostré todos mis puntos débiles y aun así me engaño, me mintió de la manera más vil que puede existir fingiendo amor intenso, le abrí algo más que las piernas, por más vulgar que eso suene, así es, le abrí mi corazón, le abrí las puertas de mi alma, le di entrada libre a todo lo que soy y ahora estoy pagando el precio de eso.

Quizá la única que se equivocó en dejarlo entrar fui yo, quizá debí de haberlo rechazado, pero como podía hacerlo si se dedicó a enamorarme sin remedio alguno, a hechizarme con esos hermosos ojos que me ven como si fuera lo más precioso, con esa sonrisa que vislumbraba cuando me veía a lo lejos, ese brillo tan especial que reflejaba cuando su piel rozaba con la mía, esas descargas eléctricas con el contacto físico.

Quiero obligarme a odiarlo, a hacerlo pagar por lo que acaba de hacerme pero la parte que aún lo ama me lo está impidiendo de todas las maneras que puede.

Fuimos directo a la sala, yo tenía la mirada perdida en algún punto de la pared, escuche que Pat pidio un té para mí y tío Michael suspiraba con compasión, le pidió a Pat que le explicara cómo es que había pasado todo, cada vez que escuchaba que mencionaban a Alec en su conversación mis terminaciones nerviosas se estremecían y mi corazón daba un vuelco.

Jessica me trajo el té y comencé a beberlo en automático, no tenía conciencia ni poder de mis acciones, la traición de Alec me tenía en shock, suena estúpido incluso incoherente, Miranda Anderson destruida por un simple hombre, triste por una traición y confundida por no saber qué hacer con todas las emociones que sentía, no sabía qué hacer con ellas, sentía que explotaría de algún modo en cualquier momento. Se hizo el silencio en la conversación pero seguí perdida en los pensamientos de mi cabeza.

—Sabes que es lo más extraño, Patrick, que aunque Alec tenía las pruebas suficientes como para incriminar a Miranda, a mí y a ti, no nos delato...quizá de alguna forma no nos traiciono y por lo contrario nos está cubriendo las espaldas con el buro de investigación.

—Tiene sentido Michael, pero a ella no será nada fácil de convencer de eso—dijo mientras me señalaba, seguí sin mirarlos y comencé a hablar.

— ¿Pero qué hay de su traición hacia mí? Nada me asegura que lo que dijo sentir por mí era real o solo una de sus estrategias para llegar mucho más profundo...—Pat y tío Michael siguieron en silencio y me decidí a liberar el nudo en la garganta que me estaba ahogando, las lágrimas comenzaron a desbordarse de mis ojos sin control y más que hablar grite.

— ¡¿Qué hay de mí?! ¡¿Qué hay de este vacío que ha dejado en mí?! ¡¿De esta herida que no sanara fácil?! ¡¿De esta traición?! ¡¿Qué hay de la parte de mí que lo necesita?!—termine en un susurro, mire a Pat que tenía las manos cubriendo su boca y a tío Michael que me miraba con empatía.—Yo...yo, lo siento—dicho esto con la voz entrecortada salí corriendo de la sala escaleras arriba, a punto de llegar arriba tropecé con el último escalón, golpee el piso con el puño y llore por un momento ahí en el piso, me levante, seguí corriendo hasta mi habitación, cerré la puerta con seguro y mis piernas cedieron justo frente al balcón, caí de rodillas y no podía contener el llanto, las lágrimas salían una tras otra sin poder detenerlas, comenzaba a odiarme por llorar de esa manera, el resplandor de la luna llena que acompañaba la noche me ilumino el rostro cuando la mire, sentía como las lágrimas resbalaban por mis mejillas mojándolas por completo para terminar resbalando en la madera, me recosté ahí  y comencé a tararear una canción que papá me cantaba cuando lloraba, o cuando tenía pesadillas.