111.- Gemelos

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*Miranda POV*
La luz fluorescente de la sala donde me habían metido estaba distorsionando mi vista, sentía las gotas de sudor resbalar por los laterales de mi cara y morir en mi cuello que se encontraba ya empapado, tenía la boca seca y el dolor no se detenía, era cada vez más intenso y con mayor frecuencia, me sentía desfallecer. No iba a flaquear, mi bebé me necesitaba.
—Miranda llego la hora, quiero que pujes, que pujes con fuerza, este bebé está listo para nacer y te necesita para ello. —asentí con la cabeza, respirando con más dificultad.
—Espera una contracción para que te ayudes, a partir de ahora serán más frecuentes así que tienes que resistir. —sentí la contracción, acompañada del dolor abrumador reflejarse en mi vientre y por toda mi cadera. Puje, puje con fuerza. ¿Dolía? Dolía, muchísimo.
—Muy bien Miranda, una vez más—me incito la doctora Smirnov. Sentí a Alec acercarse a mí, a limpiar el sudor de mi frente y retirar los cabellos que se habían quedado pegados a ella a causa de la humedad de mi frente.
—Una vez más Miranda, ya casi—me llamo la doctora Smirnov. Puje una vez más, dejando que las lágrimas rodaran libres y espesas por mis mejillas.
— ¡Ahhhhhh! —otro grito desgarrador que vino de mi garganta mientras apretaba con fuerza la mano de Alec. Pero nada, nada me importo más que aquel llanto, oír llorar a mi bebé por primera vez, me supero. Todo el dolor valía la pena. Lo extraño fue que después de escuchar el llanto no se retiraron de alrededor de mi para mostrarme a mi hijo. Alec levanto la vista de mí, también extrañado. Note como se le iluminaba el rostro cuando vio a nuestro hijo, pero no quito la duda que reflejaba su cara.
— ¿Qué...que pasa? —pregunto Alec con evidente temor.
—Necesito que hagas otro esfuerzo Miranda.
— ¿Otro? —conteste jadeante.
—Tendrás gemelos—su voz se convirtió en un eco repetitivo en mi cabeza. Así que por eso insistía tanto en decirnos, cuál sería el sexo de nuestro bebé.
*Alec POV*
<<Tendrás gemelos>> repitió la voz de la doctora Smirnov. En toda la sala o quizá solo dentro de mi cabeza, pero me quede paralizado ya ni siquiera sentía la mano de Miranda presionar con fuerza la mía. La mire, estaba llorando de nuevo, pero esta vez de manera más abundante, sabía que lloraba de la emoción y por el dolor pero eran demasiadas lagrimas mientras volvía a hacer un esfuerzo desde lo mas profundo de su vientre, el primer bebé no dejaba de llorar y ya estaban envolviéndolo en una manta y poniéndolo en un cunero a un costado de Miranda y de mi para poder seguir auxiliando al siguiente bebé.
—¿Ge...ge...melos, amor? —susurro Miranda titubeante. Solté unas lágrimas titubeantes, había mucho más que emoción detrás de sus ojos, detrás de sus lágrimas. ¿El presagio que precede a la calma?.
—Si amor, soy doblemente feliz—dije susurrando mientras nos envolvían las voces de todos los presentes en la sala. Miranda quería decirme algo más que el hecho de que estaba feliz y su mirada combinada con el angustiado tono de voz que estaba usando altero mis nervios. Un último grito desgarrador, más desgarrador que cualquier otro, más que ninguno que había escuchado antes. Un llanto más que indicaba que el segundo bebé había nacido. Voces apresuradas haciendo eco, sí, yo tenía miedo, tenía mucho miedo.
—Confió en ti para que críes...a estos bebés Alec—dijo Miranda llorando con insistencia, las lágrimas no se detenía y estaba luchando por hablar.
—Los dos criaremos de ellos, nena. Serás una excelente madre.
—Desde donde quiera que este—susurro apretando los ojos con fuerza. No me gusto lo que estaba insinuando hasta que escuche las voces de los enfermeros y la doctora.
—Hemorragia intrabdominal, doctora. Constante, no se detiene.
—Debemos detener la hemorragia, el último esfuerzo le desgarro el vientre, saquen a los bebés, límpienlos y muéstrenlos a la familia, preparen el quirófano, debemos detener la hemorragia antes de que sea demasiado tarde. —la voz de la doctora termino de sacarme de quicio. No podía concebir lo que estaba suponiendo. Si eso pasaba ¿Qué caso tenia vivir?
— ¿Smirnov? —pregunte atónito a la doctora que me miro con nostalgia.
—Alec, necesito que salgas de aquí. Hare lo que este en mis manos.
—No es suficiente, quiero que impidas que lo sea que estés suponiendo pase ¿de acuerdo? —grite descontrolado y desquiciado. Ella me miro desanimada y asintió. Me agache hacia Miranda que parecía pálida, tenía los labios blancos y los rastros de las gotas de sudor por toda la cara.
—Te amo, nena. Lucha, lucha por ti, por mí, por nuestros hijos, te necesitamos—dije al borde del llanto, lo que provoco que Miranda__ solo llorara más.
—Te amo, mi amor. Los amo.
—Ve con tus bebés Alec—dijo la doctora ausente alejando la camilla de Miranda de mi lado. Me acercaron a los cuneros con llantas donde estaba mis hijos y me fui con ellos. Mire como los lavaban y arropaban con la ropa que había mandado traer minutos antes, solo habíamos traído ropa para un bebé así que la familia llego con más ropa. Los pusieron totalmente limpios en cuneros nuevos, juntos en una habitación blanca con dibujitos a colores, tal como Miranda__ lo había dispuesto, estarían los bebés en los cuneros con una pequeña sala de estar ahí mismo donde estaría la familia esperando acercarse a verlos.
Cargue a mis hijos, uno en cada brazo. Ambos se removieron sin abrir sus ojos. Eran niño y niña. Miranda me había dado dos preciosos hijos, una parejita y nada se comparaba con ello. Había pasado una hora desde que se la habían llevado al quirófano y ya todos estábamos preocupados. Michael estaba más serio que nunca, no se despegaba de Leila, estaba mostrando su lado más vulnerable y Leila solo le acariciaba la cabeza. Grecia estaba aferrada a Evan y yo, no podía dejar de mirar a mis hijos, angustiado y al borde del miedo desquiciante.
—Esto sí que es una sorpresa, Alec—susurro Iker, tanteando no despertar a sus sobrinos. —Dos bebés en lugar de uno, esto sorprende a cualquiera—agrego. Asentí dándole la razón, tomo mi hombro y me miro.
—Debes ser fuerte, por lo que sea que pase, debes ser fuerte por ellos Alec.
—La angustia y la incertidumbre me está matando, varias veces he estado en esta situación con ella, pero ninguna de ellas aminora la rabia que me da el no poder hacer nada por ella, no poder soportar perderla Iker. La necesito conmigo.
Iker estaba por responderme, cuando el abrir de la puerta de la habitación nos hizo mirar hacia haya. Era la doctora Smirnov aun tenia puesto el cubre cabello y susurraba en dirección a la enfermera que había entrado con ella. La enfermera salió con semblante serio y dejo a la doctora sola, regrese a mis hijos a los cuneros y me acerque presuroso, abriéndome paso entre los integrantes de la familia.
— ¿Qué fue lo que paso doctora? ¿Cómo esta Miranda? —la angustia se notaba en mi voz, pero no podía hacer nada para evitarlo, estaba aterrado.
—Odio tener que ser yo la portadora de malas noticias—dijo la doctora secándose el sudor de la frente con el antebrazo. Mi corazón se disparó palpitando a mil por hora, no quería escuchar lo que saliera de su boca, porque lo que quiera que fuera, era algo horrible y que no me gustaría escuchar.

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⏰ Última actualización: Mar 16, 2020 ⏰

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PREFIERO MORIR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora