Al entrar al edificio Andaira no pudo evitar sorprenderse, en el interior había una especie de patio bastante grande que contenía cuatro mesas largas a los costados y un par de maniquies de entrenamiento.
Desde ese patio interior se podían ver los pasillos que unían las diferentes habitaciones del lugar, por lo visto ahí vivía mucha gente.
-¡Menos mal que ya regresas! -Tras escuchar este grito ambos giraron la cabeza para observar a una chica que tendría dos o tres años más que Andaira, más o menos la misma edad de Ace y del chico que le había acompañado. La chica les miraba desde el balcón del primer piso y tenía el ceño fruncido. -¿Ese es el niño del otro día? ¿Y quién es ella?
-Ah, Hina. -El peliazul caminó con aire despreocupado hacia las escaleras que habían a la derecha, sonreía de forma amplia. -Menos mal que estás aquí. Necesito que cures las heridas del crío, los cabrones de Lycoris estaban dándole una paliza y le dejaron K.O.
-No fastidies, ¿Fue a buscarle a pesar de lo que le dijimos? -La chica frunció aún más el ceño, por lo visto no sabía poner otra expresión. -Es más idiota de lo que pensaba.
Hina tenía el pelo negro y los ojos verdes, era muy bonita a pesar de la cara de mal humor que tenía. Seguramente si sonriera o relajara la expresión sería mil veces más guapa.
-No seas demasiado dura con él, ha perdido a su hermana, es normal que esté desesperado. -Después de decir esto el chico se metió en la puerta que había detrás de Hina, la pelinegra no tardó en seguirle. Andaira supuso que en esa sala sería donde curarían al niño.
Al verse sola soltó un suspiro y caminó hasta una de las mesas que habían pegadas a los costados, donde colocó las bolsas antes de sentarse. Inmeidatamente sintió como su cuerpo se aliviaba y un cosquilleo desagradable ascendía por sus piernas.
Se había planteado salir de nuevo y dirigirse a la ciudad para reencontrarse con Eiji y Dai, quienes posiblemente estuvieran preocupados al ver que no regresaba. Pero le parecía de mala educación irse sin avisar después de lo que le habían ayudado y no sabía cual era el camino para llegar a la ciudad. Por lo que decidió que lo mejor era esperar mientras descansaba y se comía una manzana de las que habían comprado.
-Hey pastelito. -Andaira levantó la mirada para observar al chico que le había llamado, quien estaba en el balcón del primer piso mirándole extrañado. -¿Qué haces ahí abajo? Ven, que te muestro el mejor sitio de la isla en lo que Hina le cura.
-Preferiría regresar ya a la ciudad, mis compañeros deben estar preocupados.
-Iremos cuando Hina cure al crío, así no tengo que ir dos veces y descansamos un poco. -Después de decir esto el chico hizo un gesto con la cabeza sin dejar de sonreír. -Venga, date prisa.
-Y me dice esto justo cuando me siento y cojo la manzana... -A pesar de que lo dijo en un tono bajo parece que el peliazul lo escuchó, pues soltó una carcajada. Después de decir esto la pelirroja se levantó sonriendo, cogió otra manzana y caminó hacia las escaleras, dejando las bolsas sobre la mesa.
-Soy famoso por ser oportuno. -Mientras decía esto el chico se apoyaba en la pared mientras observaba como la adolescente subía las escaleras, manteniendo una sonrisa tranquila.
-Pues se más rápido la próxima vez y avisame antes de sentarme. -Después de decir esto la pelirroja ofreció la última manzana que había cogido al peliazul, quien alzó una ceja con sorpresa.
-¿Para mi?
-No, para tu prima. -Al escuchar su tono irónico el chico soltó una carcajada mientras extendía la mano para coger la fruta. Andaira por su parte se llevó la manzana que se estaba comiendo a la boca para poder darle otro mordisco.
ESTÁS LEYENDO
Mi aventura (One Piece)
FanfictionUn día una chica se despierta en el barco del hombre más fuerte del mundo de One Piece, el Yonkō Shirohige. Andaira no recuerda cómo llegó a ahí, pero si recuerda una cosa. Ella no pertenece a ese mundo.