Mi aventura (One Piece)

Capitulo 62

Cuando sus labios se encontraron, en un tierno beso que solo rozaba sus suaves pieles, Andaira pudo comprobar de nuevo como era el dulce sabor que provenía de los entreabiertos y ardientes labios del pecoso, un sabor muy parecido a la sandía, fresco y jugoso. 

Ace por su parte ladeó un poco más la cabeza mientras volvía a dar otro pequeño beso sobre los divinos labios de la pelirroja, que le dejaban un agradable cosquilleo por todo su cuerpo tras cada breve contacto y que le hacían llegar al cielo, o al menos esa era la sensación que sentía cada vez que los rozaba con sus propios labios. 

Ace tiró de ella y le estrechó contra su cuerpo, obligándola a arquear su espalda para que sus cuerpos encajaran, lo que sacó un pequeño jadeo por parte de Andaira, quien estaba sintiendo este beso como si fuera el primero en su vida, su corazón latía con fuerza y toda su piel se encontraba erizada. 

El tiempo pareció detenerse a su alrededor mientras los dos jóvenes volvían poco a poco ese tierno beso en uno más intenso. Ace abrió la boca y Andaira le acompañó en el mismo movimiento, al mismo ritmo, permitiendo así que sus dos lenguas se encontraran. 

Esta vez el jadeo lleno de placer se escapó de los labios del pecoso, quien no pudo evitar sonreír de forma leve al sentir como sus húmedas lenguas se enredaban de  forma lenta, envenenadas por cosas que no creían sentir por el otro, pero en este momento sus sentimientos quedaban a flote, no había espacio para mentiras ni medias verdades. 

Él quería a Andaira, cada día tenía menos dudas... Y por como se estaba desarrollando la situación, posiblemente el sentimiento fuera mutuo. 

Frenético por este pensamiento, el pecoso apretó a Andaira contra su cuerpo mientras ella enredaba sus dedos en su suave y sedoso pelo negro a la misma vez que sus lenguas jugaban entre ellas de una forma que hacía sentir a ambos mariposas en sus estómagos... Aunque más que mariposas eran dragones lo que estaba revolviendo sus estómagos en este momento, creando una de las mejores sensaciones que ambos habían sentido en sus vidas. 

Las manos de Ace se movieron con rapidez y sujetaron la cintura de Andaira antes de levantarle un par de centímetros del piso a la vez que tiraba de ella, para así poder sentarla sobre su regazo sin romper el beso, cosa que sorprendió a la adolescente.

Estando en esa posición, sobre él y con sus cuerpos completamente pegados, Andaira pudo sentir como la diferencia de altura que había entre los dos desaparecía y sus corazones se quedaban a la misma altura. 

Un par de segundos después ambos separaron sus labios, pero juntaron sus frentes al no querer sentirse lejos del otro, y sonrieron de forma risueña, estando en un completo éxtasis debido a todas las emociones que sentían en este momento. 

Andaira fue la primera en abrir los ojos, centró su mirada en Ace, ampliando su sonrisa al ver como el pecoso se encontraba sonriendo de la misma forma que ella, pero su sonrisa se borró de forma leve cuando algo le llamó la atención detrás del pecoso. 

Alzó su mirada mientras erguía su espalda con rapidez para poder ver mejor detrás de Ace, quien abrió los ojos para mirarla algo extrañado por el repentino movimiento de ella. 

-Ace, mira. -Alarmado y pensando que se encontraban amenazados, el pecoso se separó un poco de Andaira y alzó su mirada hacia la dirección donde Andaira estaba mirando, al observar a su alrededor su rostro no tardó demasiado en mostrar una gran sorpresa. 

Frente a ellos, en la cúpula de roca que les cubría del frío y que formaba la montaña de esa extraña isla con forma de piña, se encontraba un paisaje casi inimaginable. 

Donde solo debería de haber oscuridad, debido a la noche y a la formación rocosa donde se encontraban, se encontraba un hermoso paisaje que simulaba el cielo estrellado gracias a lo que ambos supusieron que eran plantas fluorescentes o luminosas debidos a algunos finos hilos que caían con gracia y que desprendían una suave luz azul que creaba una atmosfera mágica a su alrededor.