Capítulo 24.

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-Buenos días hermanita fea - Bostezo saliendo de la habitación. Me encuentro a Chris saliendo del baño. Le sonrío y le doy un beso en la mejilla. Entro al baño y paso agua por mi cara, intentando alejar la cara de sueño. Me peino un poco y coloco la camiseta grande que uso como pijama. Los ovarios me duelen bastante porque ayer me vino el periodo. Agradecí bastante que me permitiera pasar el día de piscina sin su presencia y sus dolores. Me cambio y salgo del baño.

Agarro la parte baja de mi estómago intentando, sin éxito, reducir algo el dolor. Los pinchazos son odiosos. Necesito una pastilla y acurrucarme en la cama todo el día.

Al llegar a la cocina me quedo estática en la puerta. Observó cómo el tatuado da un sorbo al café negro que le acaba de servir mi hermano.

-Buenos días - Hago que note mi presencia ya que se encuentra de espaldas a la puerta. Deja la taza y se gira. Me recorre con la mirada lo que provoca que inconscientemente tire de la camiseta hacia abajo, intentando ocultar aún más mi cuerpo.

-Buenos días, Brooke.

Noto como su mandíbula se aprieta y aparta su mirada de mi. Suelto el aire que había mantenido en mi cuerpo y abro el frigorífico.

-Voy a terminar de arreglarme y nos vamos, ¿Bien? - Mi hermano deja el vaso en el fregadero. Sale de la cocina generando que el ambiente se intensifique un poco más. Saco el cartón de leche y lleno la taza de dibujos que había en el piso cuando llegamos. Mi favorita actualmente aunque en este momento me arrepiento un poco, porque parezco más pequeña.

El silencio es bastante incómodo. Solo se escucha mi sonido al remover la leche. Busco la caja de cereales pero la que está abajo ya está vacía. Mierda.

La otra caja está fuera de mi alcance, porque el único cajón para despensa está demasiado alto. Es más, necesito subirme siempre a una silla para llegar.

Abro el cajón, porque para eso sí llego. Miro la caja que está arriba del todo. Suspiro y me sorprendo. Una pequeña risa se escucha a mi espalda.

-¿Acaso no llegas? - Escucho su voz con tono burlón. Aprieto los dientes antes de girarme. Niego cruzándome de brazos - Te puedo ayudar, si quieres.

-No hace falta... - Me callo cuando se levanta y se acerca a mí. Trago saliva debida a su cercanía.

-¿Qué es lo que quieres? - Murmura con voz suave. Siento mis mejillas arder. Su cercanía altera mis nervios y sé que él lo sabe al igual que yo. Las venas de su cuello se marcan.

-La caja de cereales - No sale de mi boca más que un susurro. Sus ojos se fijan en mis labios. Intento, sin éxito, no hacer lo mismo. Veo cómo humedece los labios. Agarro, con una de mis manos, fuertemente la encimera en la que me apoyo.

Él asiente y tras unos segundos, que se hacen eternos, aparta la mirada y se estira bajando la caja de cereales. La otra mano la deja agarrada a la encimera y al moverse rozan con mi espalda. Me muerdo el labio intentando apartar la mirada de él. Viene a mi cabeza otro flashback. Él sentado en mi cama y nuestros labios rozándose. Él apartándome porque iba demasiado borracha. Podría haber seguido pero no. Quiso respetarme. Sonrío inconscientemente.

-Aquí tienes - Nuestras miradas vuelven a fundirse. Yo asiento e intento apartarlo, pero no soy capaz. Su mano se posa sobre mi cintura- No me has dado las gracias -Susurra en mi oído.

-Gracias - Respondo automáticamente. Él sonríe negando y sus dientes atrapan su labio inferior.

-Era broma, no es necesario - Sus dedos atrapan un mechón de mi pelo, que se encontraba rebelde en mi cara, y lo apartan. Escuchamos la puerta de la habitación de Chris abriéndose. Trago saliva - El beso no estuvo nada mal - Susurra en mi oído provocando que una corriente eléctrica recorra mi columna vertebral. Mis piernas se vuelven gelatina pero intento controlar mis nervios. Él se aparta de golpe dejando la taza sobre el fregadero justo cuando mi hermano entra. Me giro abriendo la caja de cereales sabiendo que mis mejillas están del mismo color que el tomate. Me muerdo el labio.

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