*Narra Dave*
-Para aquí... - La voz seca de mi compañero interrumpe mis pensamientos bastante revueltos.
Duncan llama mi atención y lo miro de reojo. Vuelve a repetir que pare, señalando el aparcamiento del supermercado. Ruedo los ojos ante su insistencia desviándome del recorrido de reparto que nos toca hoy. Reduzco la velocidad y entro al lugar lleno de coches.
-¿Para qué quieres parar? - Gruño leve. La verdad es que lo único que me interesa es acabar cuanto antes mi jornada laboral.
-Joder tío, tengo un hambre que me muero... Jack no va a quejarse si llegamos diez minutos tarde...
-Si tú lo dices... Si hay quejas, tú eres el responsable - Bufo negando y busco un aparcamiento para el camión. Lo tengo que dejar bastante más lejos porque está bastante lleno. Escucho como silva y lo miro. Ruedo los ojos retirando la llave del contacto. Salgo del coche y lo sigo sacando un cigarro.
-¿Tú no paras de fumar? - Lo miro elevando una ceja. Aprieto la mandíbula y enciendo el cigarro. Mi mirada lo acalla - Cuidado... la bestia... Yo voy entrando para que el señorito no tenga que esperar demasiado.
-Tira antes de que me arrepienta - Bufo mientras señalo la entrada dando una larga calada. Cierro los ojos y recorro el lugar con mi mirada. Hay bastante gente saliendo de la compra, cosa que no me sorprende por las fechas que son.
Meto la mano que tengo libre en el bolsillo de mi pantalón. Me apoyo en una de las columnas de la entrada mientras el humo recorre mi garganta hasta los pulmones y hace el camino inverso.
Estos últimos días han sido bastante oscuros. Prácticamente la totalidad del tiempo ha sido trabajar. Alina ha estado peor últimamente y no entiendo porqué. Mucho más caprichosa y los tiempos en los que su memoria se esfuma se hacen cada vez más largos. Me altera bastante los nervios puesto que el tener que dejarla sola es cada vez más complicado. Es lo único que me queda. Me quema por dentro no poder hacer nada.
Mi mandíbula se aprieta cuando se me pasa por la cabeza la idea de no contar más con Alina. Pasaría a realmente no tener a nadie más en mi vida. Nada fuera del trabajo. Nada a dónde acudir. Nadie a quien tener, porque toda la gente que pretende acercarse a mí ha recibido la misma respuesta. El rechazo. El rechazo que viene interiorizado en mí por la mierda de infancia que tuve. El sufrimiento de ese niño que ahora ya no existe.
Termino el cigarro ahora cabreado conmigo mismo. Intento apartar esos vestigios de duda hacia mi persona. Realmente no necesito a nadie. Me convenzo una y otra vez. Nadie debe estar cerca de mi si quiere seguir su vida. Una y otra vez.
Entro al apagar el cigarro en el suelo. Revuelvo mi pelo y busco con la mirada al idiota de mi compañero. Ni siquiera me fijo en lo que hay en las estanterías que voy recorriendo hasta escuchar una voz. Una risa que me hace parar. Aprieto mis puños al escuchar a Mady preguntar a Duncan y a éste responderle. Sé que está con la morena porque la he escuchado.
Desde hace cuatro días no se ha dignado a responder a mis llamadas y mi paciencia tiene su límite.
En realidad es bastante mejor. Así no tengo la necesidad de apartarla de mí o aguantar sus reclamos cuando vea algo que no le guste.
Ruedo los ojos pasándome la mano por la cara antes de dejarme ver en el pasillo donde están las tres personas. Mady me sonríe ligeramente. Duncan revisa la balda superior de la estantería buscando más comida. La despistada literalmente mira a todos lados y a ninguno. Sólo por no hacer contacto visual conmigo. Mady también se da cuenta. Ella debe saber qué ha pasado.
-Feo - Me sonríe la morena y se acerca a darme dos besos - ¿Qué tal todo?
-Como siempre - Miro a la morena guiñándole un ojo - Este glotón ha gastado mi parada del día - Ruedo los ojos ante la queja de mi compañero. Ella ríe negando.