-Brooke, Brooke - Unos saltos en la cama me hacen abrir los ojos de no muy buen humor. Miro a mi hermano pequeño y bostezo. Froto con mis manos mis ojos, intentando pensar que es un mal sueño y no me ha despertado de esta manera. Vuelve a repetir mi nombre varias veces más, hasta que se da cuenta que ya estoy despierta y cierra la boca. Sonríe levemente y cruza sus brazos.
-¿Qué pasa, Cole? ¿Por qué entras así? - Suspiro cerrando de nuevo los ojos.
-Chris no está.
-Ya lo sé... Me dijo que saldría para antes de que nos despertáramos, está todo bien.
-¿Dónde está? - Lo miro y se coloca las gafas. Sonrío levemente ante el gesto que suele repetir. Acaricio su mejilla y lo atraigo hacia mí. Él se tumba a mi lado.
-Ha tenido que salir de viaje por el trabajo, vendrá por la tarde pero hasta entonces estarás conmigo - Él asiente y ríe cuando revuelvo su pelo - ¿Tienes hambre?
-Un poco - Asiento riendo al escuchar su barriga sonar. Me levanto y lo cojo. Cole se engancha a mí apoyando su cabeza en mi hombro. Lo agarro por las piernas y camino hasta la cocina.
-¿Qué te apetece?
-Salchichas - Lo miro y asiento. Lo siento sobre la encimera y saco la bebida del desayuno - Hoy he soñado con la antigua casa - Lo miro de reojo. Observo como mira sus manos mientras sus pies se mueven golpeando levemente contra la encimera sobra la que está. Sonrío leve asintiendo - ¿Cuándo vamos a volver?
-No lo sé, Cole... Pero por ahora no - Niego preparando las salchichas en su pequeño plato.
-¿Pero por qué no?
-Ahora estamos aquí, y tienes una amiga, ¿no te gusta eso?
-A ti tampoco te gusta - Niega mirándome. Sus hombros se elevan y cojo aire - Te escuché hablar con Chris, no me mientas.
Lo bajo de la encimera y revuelvo su pelo. Coloco sobre la mesa su plato y su vaso y me siento. Le señalo la silla para que se sienta y hace lo que le digo.
-Verás, no es que no me guste... Es sólo que yo también querría estar en nuestra casa, pero tenemos que aguantar estar aquí y pasarlo lo mejor posible, ¿vale? - Él no vuelve a decir nada antes de comenzar a devorar las salchichas de su plato. Yo únicamente doy sorbos a mi vaso de café hasta que el sonido del timbre de la puerta hace que me levante.
Camino hasta allí y miro por la pequeña mirilla de la puerta. Suelto el aire que no era consciente que había estado reteniendo al ver del otro lado al vecino, con una bolsa en la mano. Abro intentando ser lo más amable posible.
-Hola señor Edmund - Sonrío agarrando la puerta.
-No jovencita, no me llames de usted - Niega varias veces y yo sonrío asintiendo - Me ha mandado Dot a traeros esto a ti y a tus hermanos - Tiende la bolsa hacia mí pero niego - Mi nuera hizo los años ayer y estuvimos de celebración, sobraron unos trozos de la tarta y nosotros ya somos mayores para comer tanto dulce, como tú comprenderás.
-No hace falta, de verdad, muchas gracias.
-Mira hija, te voy a decir algo... Dot me va a hacer dormir en el sofá si vuelvo con la comida - Murmura en bajo antes de soltar una pequeña risa, que hace que de mi boca salga también el mismo sonido.
-Sólo por eso, voy a aceptar la tarta... Pero de verdad, no tienen que molestarse - Él sonríe y agarra mi mano para colocar en ella la bolsa.
-¿Va todo bien? ¿Os estáis adaptando a este sitio? Es un poco viejo pero muy confortable... A mí hay a veces que me cuesta subir las escaleras, la edad hija - Sus reflexiones me hacen sonreír mientras asiento.