XXI

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CAPÍTULO 21

NO HAY PALABRAS.

_____

Alessia

Desperté por el ruido de la madera siendo golpeada por nudillos, Athan ya no estaba a mi lado así que me levanté aún soñolienta y abrí.

Chiara estaba parada sonriente con una bandeja de comida en sus manos.

-Buenos días, Alessia. Tu desayuno servido a la cama está listo.

-Pero... yo no pedí eso, Chiara.

-Tú no, pero Athan sí-sonrió, entró en la habitación y dejó la bandeja en la cama-. Si necesitas algo más puedes llamarme, estaré abajo, linda.-iba a salir, pero antes la llame y ella volteó.

-¿Puedo preguntarte algo?

-Claro.

-¿Ya conocías el secreto de la familia?-Ella sonrío y asintió-¿Tú eres...?

-¿Vampiro? No, pero he trabajado aquí desde que mi madre falleció. Los vampiros no son malos, Alessia, solo no te confíes de todos. Yo solo los conozco a ellos, pero sé que hay más y también sé que no todos serán como el rey Drack o como la condesa. Si en los humanos hay maldad, en seres tan poderosos como lo son los vampiros también habrá maldad.

Asentí y esta vez sí se marchó cerrando la puerta. Lo que me dijo me dejó aún más dudas.

Por otra parte.

Athan pidió que me trajeran el desayuno a la cama... Esto es extraño también. Tanta amabilidad me confunde, seguro quiere algo. Ese vampiro no me da buena espina.

Te encanta.

Me encanta, maldición.

Fuí al baño, cepillé mis dientes y volví a la cama. En la bandeja está mi desayuno que consta de café con leche, pan con mermelada y un tazón de deliciosa fruta picada que se ve maravillosa y jugosa. Junto al tazón se fruta hay una floresita amarilla de esas que tanto me gustan y un pequeño trozo de papel amarrado con una cinta roja.

Tomé el papel y noté que se trata de una carta, metí un poco del desayuno en mi boca y comencé a leer.

"Alessia, te doy las gracias por ayudarme ayer en mi estado de ebriedad, no sé qué fue lo que te dije... pero como soy un vampiro que no necesita ser ayudado, pues me lanzaré de la colina detrás del castillo en este instante, para apresurar mi muerte."

«¡¿Y a este que le picó?!»

Me levanté y corrí escaleras abajo para llegar detrás del castillo, al mismo sitio donde me llevó él la otra vez.

Salí y no lo vi en ningún lugar, me acerqué con cuidado al final de la pequeña colina, sentí como me empujaron y luego me sujetaron de la cintura.

-¡¿Eres estúpido, Athan?!

Él estaba muerto de la risa, bueno muerto ya está, pero... ustedes me entienden.

-Si yo soy estúpido, ¿tú que eres? Creo que sigues siendo muy ingenua, pequeña Lessia. ¿No recuerdas que soy inmortal?

Fruncí el ceño.

Maldito idiota me engañó.

Te engañaste solita.

Estúpida conciencia.

Pasé por su lado para volver a entrar al palacio, pero me jaló del brazo, me cargó y empezó a volar arriba del castillo.

El príncipe V Donde viven las historias. Descúbrelo ahora