Noche tormentosa

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Es una noche completamente lluviosa

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Es una noche completamente lluviosa. ¡Muy lluviosa! Escalofriante se podría decir, un tanto tenebrosa para mi gusto.

El orfanato en el que viví por dieciocho años decidió no tenerme más, de la noche a la mañana habían decidido enviarme lejos con desconocidos.

Les explico un poco.

Todos estos años -o al menos desde que recuerdo- he vivido sin una familia a la cual acudir en noches cómo esta.

Me entristece el hecho de no saber absolutamente nada de mis padres, hermanos o si quiera algún tío o tía, pero no los juzgo. Quizás yo tenia o tengo algún defecto.

¡Como una maldicion! Oh Dios, un maligno hechizo, o... quizás solo no me querían. Descuiden, también están las miles de posibilidades de que no debía crecer con mi familia por alguna razón muy importante.

La cosa es que todo está bien. Al menos en el orfanato no morí de hambre, ni de frío y no sufrí ninguna horrible situación. Solo me trataban como si fuera un bichito raro y como un mapa difícil de descifrar. Da igual.

Todos tenemos nuestros monstruos internos y yo no me quejo de los míos.

La otra cosa va así:

Un viejecillo como de ochenta y algo años de edad había solicitado el permiso de adopción hace unos días para que viviera en su hogar, me adoptaría como una nieta ya que su única familia es su esposa y no habían podido llegar a tener hijos. No me juzguen, no todos tienen la suerte de ser adoptados de pequeños, pero... ¿por qué adoptar a una niña tan grande?

Quizás quieren que sea su sirvienta.

Realmente creí lo peor. No me malentiendan, pero para una persona de su edad me imaginaba una cabaña como hogar. Pues todo lo contrario. Al llegar a la ubicación indicada quedé asombrada ¡No! Asombrada es poco, quedé anonadada.

El chófer del taxi me dejó en la entrada con mi maleta y la horrible lluvia cayendo en mi cuerpo. Esto es realmente un palacio, pellizquenme porque no lo creo. Tomen eso orfanato, me mandaron a un precioso palacio.

Aunque ahora que lo veo bien es un tanto... espeluznante.

Corrí con mi maleta hasta la entrada. En el momento en que toqué con mis nudillos la puerta, ésta se abrió sola y eso me aterró.

-¡Hola!

Todo está en oscuridad, cuando pronuncié esa simple palabra el palacio se iluminó por completo dejando ver hermosos lujos y demostrando que una vez más, no se debe juzgar un libro por su portada (bueno en realidad eso debería saberlo yo ya que leo muchos libros, pero)... Olviden eso, sigamos.

De repente puedo ver que hay unas enormes escaleras hacia el piso siguiente de arriba y ahí en el último escalón a punto de bajar está de pie el viejecillo con una sonrisa de oreja a oreja.

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