XXXIII: Noticias desconcertantes.

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Tal y como se comprometió, pasaron solo unos cuantos días para que Dante anunciara cuándo les presentaría a su pareja y se sintió demasiado pronto cuando este mismo día llegó.

Inicialmente el "plan" que todos tenían en mente era que estuviesen los 5, pero Nero no invitó a Gen, dando la excusa de que sus vacaciones habían terminado, por lo que estaría "demasiado ocupado" y en parte era cierto, pero no era la causa real de su ausencia. Sino más bien, la incomodidad que sentía Nero ante la posibilidad de que su hermano hiciese algo y peor aún, que empezara a surgir algo entre ellos de verdad.

¿Y cómo podría ser distinto después de que Luther le dijera toda esa mierda?

No. Ni en broma podía darle una oportunidad así de grande, no estaba dispuesto a perder al castaño por líos románticos.

Daba igual el como, iba a hacer todo lo posible para evitar un encuentro. Aunque era algo que sabía de sobra no sería nada fácil de lograr, pues la persistencia era cosa de familia...

...


Al darse la hora acordada, Nero aún no estaba en casa y por más que la alarma de su móvil le señaló lo obvio, lo que menos quería era llegar a tiempo.

Ya tenía suficiente con los estragos que le estaba causando su propia imaginación que ya bordeaba la paranoia ante la idea de llegar y que Dante ni siquiera estuva allí aún. Tendría que quedarse a solas con el imbécil de Luther, escuchando alguna pregunta absurda que terminaría cien por ciento desviándose a indagar más sobre Gen.

Prefería mil veces arriesgarse al descontento del más alto de los gemelos por sobre aquello, y eso ya era poner más que solo las manos al fuego dado el usual mal carácter de Dante.

Aún así lo hizo, aunque con cierto respeto, puesto que llegó tan solo 20 minutos más tarde.
Tampoco quería joder más de lo necesario a Dante en algo que parecía ser bastante importante para él.

Resultó grande su sorpresa cuando al llegar a la reja, se encontró con una joven de mediana estatura, cabello corto color negro azabache, ojos con heterocromía completa siendo uno negro y otro café claro, fumando lo que parecía ser su tercer cigarro en el patio delantero.

- No me digas eres tú de quien Dante hablaba...

- ¿Intentas hacerte el gracioso? Mejor apresurate, tienes visitas esperando, deberías saludarlos, yo ya lo hice - habló ella luego de calar.

- Eres guapa, pero no me convences, creo que paso - Su tono sarcástico salió a relucir, más ni siquiera le dirigió la mirada. La conocía.

- Nero, no te pases conmigo, - y ella lo conocía a él - sabes no te conviene ni siquiera decirlo en juego. No hago excepciones y dudo quieras arriesgar tu suerte.

El peliblanco cerró la reja y sin reponder fue directo hacia la entrada, pero la chica lo retuvo.

- ¿No vas a disculparte?

- Lo siento, Keira... - respondió con claro desgano.

- Bien, aunque no fuiste muy convincente... - le abrió el paso.

Cuando Nero estuvo a punto de cruzar la puerta la chica volvió a hablar, aunque lo que dijo hizo que el peliblanco se detuviera de inmediato.

- Por cierto, Luther me pidió te preguntara si venía contigo un tal ¿Gen? o si llegaría después. Que no tendría problemas en pasar a buscarlo si el chico lo necesitaba.

- ¿Qué?

- Vamos niño, espabila, no voy a repetirlo.

Ambos se miraron en silencio unos segundos.

MamihlapimatapeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora