XXXII: ¿Cuál es el problema?

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Ambos jóvenes volvieron a la casa de Nero durante la tarde, riendo por sus propios comentarios sin sentido.

Se encontraron a Luther leyendo en medio de la sala, mientras que Félix parecía haberse marchado hace varias horas.

- ¿Qué tal les fue?

Preguntó despegando la mirada del libro para llevarla de su hermano a el castaño.

- ¿No debería darte igual?

Esa acción del mayor molesto a Nero. Su sonrisa se había esfumado.

- Bien, fuimos a comer algo... - interrumpió el castaño en un intento de aligerar la tensión.

- ¿Te irás pronto? - le preguntó directamente a Ian.

Nero chasqueo la lengua molesto antes de interrumpir.

- Claro que se va a ir, se hace demasiado tarde.

- Puedo acompañarlos...

- Ni se te ocurra, Luther - sentenció cortante.

- Bien... Entonces no deberían tomarse demasiado tiempo, ya saben cómo está todo por la zona.

Ian no terminaba de captar lo que pasaba, pero lentamente empezó a dar pasos hacia las escaleras. De alguna forma el ambiente comenzaba a volverse más tenso de lo que podría manejar entre ambos hermanos.

¿No era su culpa? ¿Verdad?

- Mejor que pasar el tiempo contigo.

Nero fue directamente tras el castaño, apresurandolo a que subiera las escaleras. Entre antes tomara sus cosas y lo sacara de allí, mejor.

Hasta tenía todas las ganas de que se fueran por la ventana con tal de no cruzar palabra con Luther.

- Oye blanquito, ¿Tanto quieres que me vaya? ¿O qué?

Bromeó cuando llegó al cuarto del contrario y comenzó a revisar si tenía todo. Sentía la mirada del peliblanco demasiado fija en su persona, lo que lo ponía demasiado nervioso para no decir palabra.

- Preferiría que se fuera Luther, pero no es que pueda sacarlo de la casa.

Respondió de forma directa y más sincera de lo que él mismo hubiese imaginado. El castaño lo miró con cierta sorpresa.

- ¿Qué? ¿Significa eso que mi humilde persona dio una agradable visita? ¿Me invitarías de nuevo?

Por más que mordió su labio en un intento de no sonreír ante la respuesta que imaginaba daría el peliblanco, se notaba demasiado alegre hasta antes de escuchar nada.

Nero desvió la mirada al notarlo así de animado.

- Claro, mientras no tenga que romperme el otro brazo para eso...

Trataba de enfriarse la nuca con su mano, suponía que era porque aún hacía demasiado calor a pesar de la hora. ¿Por qué otra cosa sería?

- Tendré que pensarlo, ya sabes que se terminan sacando muchas ventajas cuando un Nero se rompe el brazo... Hasta se pone más carismático... ¿O serán por los lentes?

- Es meramente natural.

Se acercó al más bajo, acababa de potenciar su orgullo y con ello también un poco su confianza.

- ¿Así que natural?

- Claro, se nace con ello y sin esfuerzo se es así...

- Uhh... Pues a veces te cuesta un poquito mucho, blanquito... Tienes que seguir practicando.

MamihlapimatapeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora