Capítulo XIX: Afasia nocturna.

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A medida que el tiempo parecía extenderse eterno y una a una las canciones pasaban, la música comenzaba a marcar el compás de su corazón o quizás su corazón trataba de volverse una especie de bombo, esparciendo el ritmo por todo su cuerpo con cada latido tratando de controlarlo.

Mas no fue hasta que una cadencia especialmente agradable empezó a retumbar con fervor en sus oídos que una sonrisa de deleite se dibujo en las comisuras de sus labios y sus músculos se movieron por cuenta propia a vista de cualquiera que se cruzara con su figura.

...

A esas alturas jugaba con la suerte y el azar buscando al castaño por las tantas habitaciones. Seguro parecía un idiota, pero ¿Qué más podía hacer? Si le rondaba una y otra vez en la cabeza por más que intentaba distraerse al tomar su actitud usual en las fiestas...

Unos cuantos tragos de un único tipo de bebida; coqueteos por aquí y por allá, tal vez un poco más cortos de lo usual; saludos amistosos; cumplidos breves en contraste con roses al filo de amenazantes con los pocos con los que no se llevaba, aunque no llegaban a ser suficientes para provocar a nadie, evitando así joderle la fiesta al de ojos verde esmeralda quien la había organizado y un amigo de este que había puesto la casa.

Maldición... ¿Por qué siquiera se estaba tomando tantas molestias? el más bajo ni siquiera le tomaría importancia, puede que lo encontrase inclusive molesto, ¿y él? podía estar divirtiéndose y pasando el rato a gusto desde hace horas y simplemente...--

Se detuvo de pronto entre las tantas personas amontonadas, desconcertado ante lo que veía.

La habitación estaba tan o más repleta que los otros sectores del lugar, con un montón de gente cerca o amontonadas en las esquinas, metidas en su propio mundo, mientras el resto era una pequeña porción que se había tomado el centro bailando con y sin destreza estuviesen o no borrachos. Aunque, por supuesto eso era lo de siempre, lo mismo en todas las fiestas, pero esta vez... Destacaba suficiente como para que el albino pudiera notarlo.

En definitiva nunca lo hubiese imaginado. Esas caderas moviéndose con ligereza en una especie de vaivén hipnótico como si siguieran una discreta coreografía, pero con ese toque de leve torpeza de quien no baila para nadie más que para sí mismo, sin buscar llamar la atención o aprobación de nadie, sus dedos enredándose en su cabello, sus labios levemente entreabiertos mientras sus ojos se mantenían cerrados para ser guiado únicamente por el sonido envolvente proveniente de sus audífonos en una pista de baile que solo la imaginación de esa persona conocería.

Ni siquiera se planteó si ir hacia allí, solo lo hizo. Se paró delante y siguió su ritmo, aún si este era totalmente discorde al de la música que retumbaba en la habitación, sin quitarle la vista, aunque ya no fuese tan clara como segundos atrás. Esperaba que abriese sus ojos por su cuenta, pero sentía que en cualquier momento esa canción podía terminar y quien tenía delante simplemente se detendría.

- ¿Quién eres y por qué suplantaste a Gen? - terminó por interrumpir susurrando a su oído luego de quitar uno de los audífonos de su oído, tal y como lo había hecho la primera vez que se conocieron.

Los ojos café del chico salieron a relucir, una expresión confusa reemplazó el agrado que había sentido, mas el movimiento de su cuerpo no se detuvo del todo.

- ¿Nero? - alzó la vista fijándose en esos ojos azules.

- No soy muy difícil de reconocer...

- Pero parece que yo soy bastante fácil de olvidar - refunfuñó demostrando el desagrado que había logrado acallar hasta ese instante por haber sido plantado, probablemente inaudible por el volumen de la música alrededor. Aunque, por algún motivo, tal vez el alcohol que por primera vez había bebido, no se sentía con ganas de hacer que el albino lo entendiera y transformarlo en la usual actitud que llevaba con él. Sus manos se movieron con finura del pecho a los hombros del albino.

MamihlapimatapeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora