Capítulo XXV: Curiosidad.

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El castaño estaba cada vez más nervioso, al punto que ya sentía como se le ponían los pelos de punta. Llevaba varios minutos con una idea que rondaba insistentemente por su cabeza, una idea terrible, algo que quizás significaría su salud mental estaba flaqueando cada vez más...

Pedía que el albino hablara y cortara el silencio. No parecía tan grave ¿No? Pero es de Nero de quién esperaba algo, del rey de los comentarios inmaduros, puercos y llenos de doble sentido y para colmo no era la primera vez que le ocurría ¿Cómo eso no iba a ser una espantosa señal? Si determinaba, aún si fuese en una mínima parte, que estaba integrando tanto a su mente la mala conducta del albino que de alguna forma lo había normalizado y sabía de sobra que ese chico no era ni remotamente normal.

Quizás exageraba... pero ¿Podía considerarse realmente de esa forma? solo bastaba con contextualizarse en algo tan simple como que... ¡Ni siquiera cuando le sugirió ayudarle a quitarse la playera y le dijo que se sentará en la cama le hizo comentario alguno! No es que quisiera que le dijera nada, le facilitaba y acomodaba bastante el tener que aplicarle nuevamente la pomada a su piel quemada por el sol. Pero era tan extraño solo verlo asentir y ceder a lo que le pedía.

Impensable ¡Era demasiado material para que ese pervertido no dijera ni vocablo!

Obvio que no es que mágicamente le hubiesen comenzado a gustar esos comentarios raros del albino, no, no, claro que no. Aún le incomodaba bastante, lo ponían de mal humor y prefería no escucharlos, pero...

- Oye... Blanquito... - habló con suavidad mientras continuaba aplicando la loción para las quemaduras de sol en su torso ajeno y quizás se tomaba un poco más de tiempo que antes en ello.

Nero mantenía los ojos cerrados y solo abrió uno de ellos para dará entender que estaba escuchando.

- ¿Te pasa algo? Estás muy callado ¿No te habrás enfermado también? ¿O sí? - se inclinó un poco hacia él y comparó la temperatura de sus frentes - aunque no parece ser fiebre...

- ¿Qué? ¿Acaso no puedo estar en silencio un rato? ¿Tan raro parece? - lo miró con cierta incredulidad. Parecía molesto.

- No... Para nada...

- ¿No? ¿No puedo quedarme callado?

- Sí, digo, n-no... - tomó un poco de distancia, quitando sus manos del cuerpo ajeno - no tienes que hablar todo el tiempo, solo... Empecé a pensar que podrías sentirte mal o estar molesto por algo, después de todo no querías que viniera... - bajó la mirada - quizás empiezo a ser molesto, después de todo es muy tarde y todavía estoy estorbando aquí...

- Pff.... Jajajaja - comenzó a reír de repente - eres demasiado paranoico Gen... Deberías relajarte un poco.

Ian lo fulminó con la mirada. Realmente lo había preocupado.

- Eso dices ahora, pero si no fuera por mi, seguro que con lo descuidado que eres estarías retorciéndote solito aquí mismo del dolor - señaló la cama.

- Nah... ¿Contigo? Imposible...

- ¿Qu-qué?

- No hay forma de que en ninguna realidad me dejases zafarme de esto, Gen. Eres demasiado sobreprotector y te preocupas demasiado, seguro hasta te hubieses escabullido para asegurarte estuviese bien. Aún cuando tan solo hace poco comencé a agradarte.

- ¿Es que estás dormido? Porque pareces estar soñando con los ojos abiertos o sino empiezas a alucinar. ¿Por qué me preocuparía tanto por ti?

- ¿Por qué? Porque soy irresistiblemente carismático-- No ruedes los ojos...

- ...

- ...

- ...

- ¿No te parezco nada carismático?

MamihlapimatapeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora