Capítulo XVIII: Vuelve.

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La indignación del castaño creció en su pecho a medida que esa marea de gente fue engullendo paso a paso al de blancas hebras. Sus brazos se cruzaron sobre su pecho en ese gesto tan característico de molestia y reproche. ¿Acababa de dejarlo plantado sin más? ¿Siquiera por qué imaginó podía ocurrir algo distinto? ¿Es que había plantado alguna tonta expectativa, una esperanza de que un cabeza hueca como él tendría una actitud y un pensamiento aunque fuese mínimamente considerado?

Bufó incapaz de aceptar la realidad que tenía delante sobre su propio pensar.

Su mente comenzó a divagar a medida que sus ojos comenzaron a ir de un lado a otro hacia la oscuridad de la noche.

Podía irse. Terminó por caer en cuenta. Por supuesto podía hacerlo cuando quisiese, pero al menos ahora no tenía ninguna deuda ni remordimiento ni nada similar que el albino pudiese inventarse. Acababa de acompañarlo hasta la dichosa fiesta, nunca especificó tenía que permanecer allí. Agregando que si quisiese su compañía no lo hubiese dejado allí plantado. Eso era bastante visible.

¿Y qué tanto le daba vueltas? ¡Ya daba igual! No es que fuera su niñera, aunque necesitaba una de seguro, pero bueno. Eso no era de su incumbencia y no le importaba en lo más mínimo.

Estiró los brazos más relajado, dejando que el aire fresco y semi-húmedo de la noche primaveral entrara a sus pulmones en una inspiración profunda. Una sonrisa se plantó en su rostro al darse la media vuelta mientras se mentalizaba en que dejaría todo ese tumulto atrás, mientras que la noche iría silenciando paso a paso cualquier sonido que no fuese el de sus zapatillas contra el suelo y el cantar de los grillos en los árboles, hasta que al llegar a su casa sería solo él y la soledad de su hogar. Aún estaba a tiempo para ordenar algo para comer, ver una película si las energías lograban acompañarlo lo suficiente y dar el día por terminado con ese agradable y relajante baño que tanto merecía luego de una semana de tantos esfuerzos y malos ratos.

Pero cuando estaba a mitad del jardín delantero se detuvo. Volvió a darse la vuelta hacia la puerta color roble de ese lugar y mantuvo su vista fija allí.

La persona en la entrada lo miró extrañado y le gritó si iba a entrar.

El castaño caminó decidido sin decir palabra ni hacer seña.

No.

No podía irse sin más. Esa era una prueba, una oportunidad, era su momento de enfrentarse a algo que seguramente nunca se interesaría en volver a experimentar, una absurda fiesta llena de idiotas desconocidos borrachos y calenturientos.

¿Quién sabe? Quizás incluso encontraba a un chico de su tipo y podría hablar con él. Viéndolo así no sonaba tan mal.

Entró desbordando ese impulsivo entusiasmo y confianza suya a cada paso. No había forma de que algo fuese tan terrible como su mente exageraba. Solo era un puñado de gente desconocida divirtiéndose a su manera... Pero antes que cerraran la puerta a su espalda notó con más claridad la verdadera cantidad de gente que había en ese lugar. Se le escapó la confianza del cuerpo como se le escapa el aire a un globo.

No eran solo un puñado.

La cantidad de personas era grotesca, todos amontonados en los pasillos, las escaleras, habitación que estuviese a la vista estaba repleta de gente bailando con la música que resonaba por todo el lugar.

MamihlapimatapeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora