Capítulo VIII: ¿Y bien?

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Para el albino era algo que no terminaba de entender. Un caso extraño que alteraba la simpleza de su día a día. Ni siquiera le hallaba sentido al como lograba llamar tanto su atención, era como si de una u otra forma se viera inevitablemente atraído a ese castaño como un imán.

Mas, no malentiendan, el ojiazul estaba seguro, no era que le gustara ese chico ni mucho menos, nunca le habían interesado los hombres para comenzar, era simple curiosidad por él en particular.

He aquí la forma de planteo que parecía mantener en pie esa postura suya.

En primera, el pelicafe era el primero que parecía dispuesto a decirle a la cara su opinión, sin temor a las posibles consecuencias, fuera porque tenía agallas o simple impulsividad y torpeza. Lo que le resultaba intrigante, ya que en su círculo nunca le había ocurrido, solía verse rodeado de una falsedad constante. Frecuentemente por conveniencia.

Quienes se hacían llamar sus amigos aprovechaban su buen parecido en las fiestas para tratar de hablar con chicas, y tanto su poca paciencia como su aspecto y tamaño imponente cuando se trataba de enfrentarse a alguien, ahorrándose numerosas veces encuentros desagradables por ello.

Por otro lado, aquellas que se hacían su "pareja" o se auto "titulaban" así, tenían la tendencia a apegarse a él por su buen y poco frecuente aspecto y buscarlo exclusivamente por ello, aunque no faltaba quien se apegaba a él de forma afectiva. Usualmente nada de eso le importaba, exceptuando esto último.

El apego emocional era algo que él simplemente no era capaz de abordar adecuadamente por diversas circunstancias, no le interesaba en lo más mínimo, solo una persona había conseguido tener una relación de romanticismo con él cuando apenas tenía 14 hasta sus 16 años. Era un crío y por lo mismo tampoco aparentó darle real importancia cuando terminaron de forma nada grata. Aunque decir que no resultó un factor importante para sus posteriores relaciones sería una falacia.

Volviendo a lo central..

Segunda, que a pesar de querer mantener distancias continuase respondiendo incluso a sus comentarios más torpes.

Puede que la mayoría tomase aquello como algo sin demasiado peso o sentido, pero para él era significativo. Ya que, en vez de enfrascarse en el enfado que su persona pudiese causarle, ese chico continuaba dándole lo que él consideraba un "espacio" u "oportunidad" para volver a hablar, no parecía tomarse en serio lo que decía y aún cuando decía "ignorar" sus bromas de "mal gusto" estaba atento a sus palabras.

El castaño no le parecía común en ninguna perspectiva, sentía una curiosidad intensa por descubrir más de él, lo empujaba una y otra vez a ello. Mas su parte consciente le bajaba fuertemente el perfil "mentalizándose" en que era un mero capricho momentáneo para pasar el rato ¿y quién podía asegurarle no fuera así? Después de todo, solo lo estaba molestando para sacarse la monotonía del día a día. ¿Cierto?

...

Llevaba varios minutos caminando sin rumbo con los cascos puestos y la música a tope, como solía hacer para aislarse del mundo, pero a la vez se mantenía enganchado a la realidad, buscando con la mirada alguna cosa que pudiese captar su atención. Conducta usual en él, principalmente durante las tardes que se escapaba de sus deberes diarios, volviendo casi siempre a casa a entrada la noche, sin nada nuevo o interesante y teniendo que comerse la reprimenda de uno de sus hermanos mayores.

Pero esa tarde su vista se terminó plantando específicamente en esa persona que había mantenido sus días peculiarmente interesantes, el castaño que aún no le decía su nombre, aunque sorpresivamente, a diferencia de todas las otras ocasiones, no estaba solo.

MamihlapimatapeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora