Capítulo XXII: Salto de fe.

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- ¿Crees que pagaría una entrada solo para meterme a una piscina casi repleta de gente en un día caluroso como hoy? - alzó la ceja incrédulo - Bueno, ¿A qué quieres ir primero? Eres el más entusiasmado, así que tú guías.

- Eh... digo si a ti no te emociona, entonces no vayas... Puedo ir solo... Oh, sí, otra cosa, voy a pagarte mi entrada.

No sabía si era su imaginación o si se había vuelto más sensible de repente, pero no le gustó en absoluto el tono que había usado el albino.

- Ey, no tienes que pagarme nada, por algo es una invitación, aún si no lo aparento, soy bastante serio en estas cosas... Pero si realmente te molesta puedes buscar alguna otra forma para devolverlo, mientras no sea dinero... - alzó sus hombros - Y lo entendiste mal, no he perdido las ganas de ir, solo te relevo el mando.

El de ojos cacao lo miro pensativo, entrecerrado los ojos y volvió a sonreír conforme.

- Está bien, me gusta tu explicación. Mmm... ¿Qué tal, si vamos al bungee? A lo mejor y te da miedo... ¿no blanquito? - lo picó un poco mientras hacía un esfuerzo para salir de la piscina.

- ¿Miedo, a mí, el bungee? Naah, dudo que hoy logres encontrar una de las pocas cosas que me dan escalofríos...

- ¿Nos subimos juntos o qué? creo haber escuchado que hay unos dobles, puede que tengamos suerte, ¡vamos! - lo jaló con fuerza, arrastrándolo hacia por donde decían los carteles.

El albino le siguió el paso sin quitarle la vista de encima. Aún le intrigaba el cómo había pasado el castaño de ese nerviosismo y vergüenza tangible a esa emoción llana.

- Y... ¿Qué es lo que te asusta si no son este tipo de cosas? - indagó - ¿Algún animal o insecto? ¿Una persona tal vez?

- Solo te diré... que una de las tres cosas que mencionaste me aterra. Pero es secreto. No me apetecería se te ocurriera utilizarlo como venganza. - el tono del albino flaqueó de manera casi imperceptible.

- Uhh... Mira tú...

- ¿No es eso a lo que querías subir? - preguntó desviando la atención del tema.

- ¡¡¡Seeeeeh!!! ¡Corre, corre!

Y lo logró con más facilidad de lo que imaginaba, no sin terminar siendo arrastrado hacia una extrañamente pequeña fila en la que la gente, en su mayoría parejas, parecía mantenerse plantadas decidiendo si subir o no.

- ¡¡Es mi día de suerte!!

- ¿Tanto te gustan? - preguntó al comparar la reacción ajena respecto a la de los otros, que no se veían en absoluto relajados con la idea de subirse a aquel juego. Exceptuando a una pareja que se veía igual de emocionada que él mientras les arreglaban los arneses.

- No se trata de la atracción en sí, sino de lo que siento, es como algo que no puedes experimentar a menos que estés en una situación similar o igual a esta, pero, quizás también se trata de la atracción, ya que si no estuviera no habría forma de que pudiera sentirlo - se encogió de hombros y avanzó en la fila cuando esta se movió - ¿subirás conmigo?

- Claro, ¿no sería un desperdicio haberte acompañado hasta aquí para solo decirte "no, mejor ve solo"?

- Así que sí tienes cerebro en esa cabeza hueca tuya después de todo.

- Algo tiene que haber.

- A menos que seas una especie de zombie o algo así... - lo miró de reojo haciéndose el desconfiado.

- Está por tu cuenta investigar esa parte, aunque ciertamente he tenido bastante hambre--

- ¿Quién de ustedes va a subir primero? - interrumpió de pronto el encargado de la fila.

MamihlapimatapeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora