Capítulo XX: Agridulce.

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Al momento de estar frente a la puerta ambos se quedaron plantados, sin poder mirarse directamente a los ojos. El ambiente de vuelta de la fiesta había sido demasiado silencioso, aunque de alguna forma no llegaba a resultar incómodo, era solo silencio y nada más.

- Gracias por casi arrastrarme a esa fiesta - Ian cortó el mutismo mientras sacaba sus llaves - No estuvo del todo mal... No me molestaría repetirlo... - murmuró antes de abrir la puerta - ¿Y... sabes? Creo que... me desagradas un poco menos que antes poste... Ten... cuidado de camino a casa...

Cerró la puerta.

El albino se quedó allí unos segundos, como si esperase el momento en que el castaño abriera la puerta de repente para comentar algo.

No ocurrió.

Terminó por darse la vuelta. Una sonrisa ligera que hasta hace segundo había contenido se adueñó de sus labios. Trató de disimularla, pero no podía engañarse ni siquiera a sí mismo. No estaba del todo seguro porqué, pero estaba especialmente contento.

...

- ¿¡Quién está ahí!? - se escuchó desde el segundo piso de la casa una voz reseca y carraspeante, claramente de alguien desorientado que se vio obligado a levantarse de la cama.

- Vuelve a dormir Ray, soy solo yo... - trató de no alzar la voz en exceso dada la hora y las delgadas paredes.

- Vuelve a dormir Ray, soy solo yo... - intentó imitar la voz del castaño, exagerándola más de la cuenta al mismo tiempo que dejaba un bate de béisbol apoyado en la pared - aunque sé que una vez que te levantas amado amigo no puedes volver a dormir, no como yo que duermo dónde me de la gana, pero por todo eso y las molestias que te vengo causando desde que conocí a ese idiota peliblanco... Lo siento mucho, ¡voy a compensarlo de alguna forma!

El castaño atinó a sonreírle cuando prendió la luz.

- ¿Al menos es fin de semana? - trató de ablandarlo aunque fuese un poco.

- Ahhh... - suspiró resignado pasando las manos por su rostro, sin energías para darle muchas vueltas a algo que ya estaba hecho - ¿Me vas a tener el resto de la madrugada aquí o vas a soltar lo que sea por lo que estás apunto de explotar con esa sonrisa que traes?

El pelinegro con raíces rojas fue directo al sillón y se sentó sin mucho ánimo allí. Parecía haberse vuelto el centro de operaciones finalmente.

- Yo te conté iba a ir a una fiesta...

- Con la que no estabas nada entusiasmado... Y estabas pensando hacerte el enfermo o algo con tal de zafarte--

- Pero...--

- Pero, como puedo ver e imaginar, claramente fuiste con ese Nero...

- S...

- ¿Y qué? ¿Ya cogieron? - Interrumpió al instante a la vez que se acomodaba en el respaldo cerrando los ojos. Esperaba una respuesta impulsiva del contrario o una negativa rotunda, pero ninguna llegó.

El pelinegro abrió los ojos de par en par dejando ver sus ojos bermellón y se inclinó hacia delante al no escuchar nada.

- Ian... Niégalo ahora, antes de que lo mal entienda y me invente un cuento como siempre hago y cuando te lo cuente te molestes hasta la médula... - lo miró directamente - No hagas eso... No te pongas rojo... Dios... Si lo hiciste ¿Verdad? Ahora tengo que felicitarte ¿O no? No sólo me asientas, me perturba que no hables... No... ¡Espera! - se abalanzó al pelicafé tapando su boca cuando este a penas estaba a penas haciendo el amago de separar sus labios - Mejor no hables. Puede que estos sean mis últimos momentos sin ser bombardeado por un montón de cháchara sobre ese tipo cada vez que nos veamos... Déjame disfrutar mi último tiempo de paz y salud mental...

Se mantuvo así varios segundos, hasta que dejó al contrario libre.

- Bien, ahora estoy preparado. Bueno, no estoy preparado... ¿Por qué no mejor me lo resumes? Así tú estás feliz y yo me quedo con el cuento corto y me ahorro los detalles pegajosos y sudorosos que no me apetece imaginar y tú te los quedas como un secreto entre Nero y tú ¿Va?

...

- ¿Y bien?

- ¿Y bien qué?

Ambos estaban parados a un lado de la escalera.

- Sabes que solo tenías que decirle al menos a uno de nosotros que saldrías... Por suerte volviste a diferencia de otras veces y no pareces estar hasta el cuello de borracho, algo que agradezco, pero no por que midas 1.84 significa que seas mayor de edad para que tomes lo que te apetezca ¿No puedes aguantar 1 año y medio más aunque sea Nero?

- ¿Porqué te gusta joder tanto con lo que hago o no hago con mi vida Luther?

- ¡Por que eres mi hermano y me preocupo por ti! ¡No quiero tener que volver a recibir una llamada del hospital escuchando que tuvieron que internarte por un coma etílico! ¡Un coma etílico! ¿Quién tiene uno a esta edad? ¡Maldición! ¡Podrías haber muerto si te hubieran dejado a tu suerte esa vez!

- Solo no tengo que hacer mezclas de nuevo... - el albino intentó alejarse, pero el mayor lo sujetó del hombro.

- Nero... Solo intenta entenderme... ¿Tanto cuesta dejar un papel sobre la mesa que diga que saliste y dónde vas a estar?

El de ojos azules se zafó del agarre y comenzó a subir las escaleras. El rostro del mayor se ensombreció por completo, pero cuando Nero llegó al último peldaño, se detuvo.

- Voy a hacerlo ¿Vale? Pero no dejes que el imbécil de Dante venga las 4 de la mañana a intentar sermonearme. No porque él esté completamente despierto por acabar de salir de turno significa que yo lo voy a estar también. Y deja de preocuparte tanto por mí y preocúpate más por ti, ¿Siquiera tienes novia o algo además del trabajo de día y tú trabajo a medio tiempo como mi perro guardián cada que salgo de fiesta?

...

Para cuando termino de bombardear a Riley con los últimos detalles, este ya se había quedado dormido en el sofá. Mientras que él por su parte estaba más que despierto. Y no era para menos si acababa de fomentar el vívido recuerdo de los labios del albino sobre los suyos y su rostro fuertemente sonrojado de nueva cuenta dejaba claro que le había resultado más que agradable.

Realmente había sucedido. Su primer beso, con una de sus canciones favoritas, con el chico que le gustaba. Y la prueba tangible era la chaqueta que llevaba impregnada con el aroma del peliblanco. No sabía qué había hecho para merecer a eso, pero sí que estaba agradecido con el de arriba por el triple milagro que le había mandado esa madrugada.

Pero si el albino lo había besado... ¿Eso significaba que era mutuo? ¿Verdad?

...

Se recostó en el suelo, justo al lado de la ventana. Mirando al techo como si fuese el cielo de esa noche.

Estaba confundido con lo que había hecho, no estaba seguro del porqué lo había besado. Pero no quería pensar, no quería aclarar sus ideas y terminar pensando cosas innecesarias que luego solo traían problemas. Bastaba con que fuese algo agradable. Algo que solo estaría dispuesto a hacer con un chico mientras fuese Gen. Porque un beso no tenía por qué significar algo. Solo era una forma más para pasar un buen rato.

No podía permitirse darle un significado distinto.

No otra vez.

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By AjnaPiéride.

Publicado el 28 de Octubre del 2020.

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