XXXVII: Incierto

20 4 0
                                    

Durante el poco trecho restante Nero trató de controlar su ansiedad como pudo, pero sus piernas se movían por su cuenta y no era capaz de dejar de bloquear y desbloquear la pantalla de su móvil para ver la hora. Estaba inquieto por lo que venía.

Cuando el motor al fin se apagó Nero alzó la vista, estaban en un iluminado estacionamiento subterráneo de lo que probablemente debía ser un edificio residencial.

Félix inmediatamente comenzó a hablar por teléfono dando instrucciones a su asistente sobre cancelar juntas y explicando cuáles y cómo ella debería presentar algunas de las propuestas pendientes de ese día. Tenía la suerte de tener una persona tan componente como su mano derecha.

Nero ni siquiera le prestaba atención a lo que decía, al momento que se abrieron los seguros salió del auto con mochila al hombro, Félix lo siguió con la mirada, preocupado de que decidiera marcharse. Para su suerte el peliblanco solo se apoyó en una de las columnas.

Pegó se frente al concreto y apoyó así sus brazos en el, al fin se sentía ligeramente menos encerrado, si no fuera por el poco flujo de aire ahí dentro, al menos ayudaba el que estuviera frío y el espacio fuese amplio. Resultaron ser varios los minutos que estuvo de esa forma, hasta que al fin convenció a su propia mente de relajarse.

Solo vería unas cuantas fotos, leería alguna carta y nada más, no era algo de que preocuparse... Estaría bien. Iba a estarlo y luego se iría a casa.

...

Pasó bastante tiempo para cuando el azabache le extendió las llaves al menor.

- Departamento 2, en el primer piso, ¿puedes adelantarte? Necesito hacer una última llamada - mantenía el móvil en la mano.

No respondió. Tomó las llaves e ignorando el ascensor, subió directo por las escaleras. Prefería eso a seguir esperando.

Al abrir la puerta y encender la luz esperaba encontrarse con lujos innecesarios y despampanantes o con algún tipo de desastre, pero en cambio, encontró ese amplio espacio casi vacío, impoluto, era como si a penas hubiese metido dos o tres muebles luego de comprar el lugar, era más minimalista de lo que hubiese imaginado y parecía permanecer constantemente perfectamente limpio y ordenado.

Lo único que le llamó la atención estaba al fondo de la amplia habitación, un viejo baúl perfectamente cuidado, sin un atisbo de polvo, con varías fotografías encima y otras cuantas colgadas tras este en la pared.

Sintió sus manos temblar al sentir un deje familiar en lo que veía, pero al acercarse la imagen se volvió un borrón.

Pensó en desistir, dejarlo estar y solo esperar a que Félix volviera y le dijera o le mostrara lo que quisiera... Sin embargo, terminó abriendo el bolsillo de la mochila en donde estaban sus lentes y con un suspiro de valentía interna se los colocó.

La primera fotografía que captó su mirada fue la de una joven albina, sonriendo alegremente a la cámara. Era primera vez que veía esa foto, pero por más que su instinto se lo gritaba, hizo un esfuerzo por ignorar lo obvio.

La segunda fotografía estaba ella de nuevo, aún muy joven, tomando de la mano a un joven alto, bastante mayor que ella, de cabello castaño claro, con mechones blancos y a su lado contrario, un pelinegro de ojos azules.

- Siempre se veía hermosa - escuchó la voz de Félix en la entrada y sus pasos acercarse.

- ...

- Tu madre, no sé si aún la reconoces. En esa fotografía tenía más o menos tu edad... Yo recién cumplía los 15 años. Ella acababa de cumplir 16 y... Estaba embarazada, aunque cuando sacaron la foto yo aún no lo sabía, por eso estaba tan alegre - el tono de su voz se volvió ligeramente amargo, esa noticia no era un grato recuerdo para él.

Nero aún no se veía capaz de decir nada, conocía parte de lo que le estaba diciendo, pero al mismo tiempo, era como si fuese una historia completamente desconocida, estaba incómodo y preocupado a la vez de lo que sea que pudiera escuchar.

- ¿Sabes? Conocimos a Charlotte al mismo tiempo, la vimos al mismo tiempo al otro lado de la calle, pero ella solo miró a Constantine, que era 5 años mayor que yo... - tomó la fotografía de ella y volvió a colocarla donde estaba - pero así funciona la vida... Luego vinieron los gemelos--

- Ya sé todo eso, sé perfectamente que después ese imbécil la abandonó, pasaron hambre y frío, la familia de ustedes la ayudó un poco y en algún punto ella volvió y se reconciliaron cuando él apareció otra vez, hasta que comenzó a traer mujeres y ella podía soportar todo, menos que él la engañara en su propia casa, frente a sus propios ojos. Te pidió ayuda, pero aunque se la diste, la dejaste sola... Sabías que la habían amenazado... - empezaba a desear salir de allí lo antes posible.

Félix sonrió dolido ante el rencor de la voz del peliblanco, él mismo era consciente de lo poco que sabía Nero, de lo superficial de la historia que le contarían y lo aún más superficial que él estaría dispuesto a escuchar.

- Nero - habló con suavidad - Yo... Ya lo he dicho antes... y nunca me lo he perdonado y no creo ser capaz de perdonarme, así que... Nunca voy a pedir tu perdón por ello, pero sí quiero que me des una posibilidad... Una oportunidad para mostrarte una mejor versión de la única que crees conocer de mi...

- ¿De qué va a servir? Si abro esto - tomó todas las fotografías sin cuidado y las dejó a un lado para abrir el baúl.

Félix tembló conteniendo la angustia de que alguno de esos preciados recuerdos se dañara, tuvo que sujetar sus propios brazos para evitar detener al peliblanco.

- ¿Qué voy a encontrar que me haga cambiar de opinión? ¿Qué va a haber diferente de lo que ya sé, de lo que veo y recuerdo? ¿Qué va a haber más allá de este montón de cosas que no tienen ningún valor para mí? - mintió, si le importaban, pero no quería aceptarlo, quería saber, pero no iba a admitirlo - ¿Qué importancia tiene para mi sí te gustó o no te gustó? Además, ¿Por qué tienes tantas fotos mías? ¿Qué clase de capricho te creaste conmigo? Ni siquiera soy realmente parecido a ella--

- Tienes sus ojos, el mismo color, la misma forma... Pero no es por eso, pero tampoco puedo decírtelo ahora, no es el momento adecuado, primero tienes que entender y por eso quiero que cambies de ambiente y te vengas conmigo, mientras también tomas la terapia, Dante y Luther... Ellos no han querido avanzar, en todo este tiempo... Quiero que al menos puedas decidir si avanzar o no, pero con toda la verdad, no con una historia a medias, contada por una visión parcial mezclada con vagos recuerdos y emociones inmaduras...

- ¿De qué hablas?

- Nero... - suspiró acercándose al baúl y sacó de entre las cosas varias cartas guardadas en una caja - ¿Alguna vez te contaron que a tu madre le encantaba escribir aunque era bastante torpe con las palabras?

- No...

- ¿Querrías saber de qué escribía?

- No, no lo sé, seguramente ella no querría que yo tocara esas cosas-- - se sentía afligido, ¿Por qué estaba sacando todo eso de repente?

- Cada día de terapia, podrás leer una o hasta dos cartas, estas son las que yo recibía y... Quizás no dirán mucho, son solo 8, pero, una vez que las termines, puedes leer su diario y ver unos cassette, quizás así llegues a entenderme... Aunque sea un poco... También, si quieres preguntar algo, puedes preguntarme lo que quieras.

No tenía idea si era adecuado lo que hacía, desconocía por completo el efecto que tendría en Nero, pero era la única oportunidad que tenía, el único momento que podía imaginar era el ideal que supiera, teniendo una guía de alguien que podría ayudarlo a enfocar sus sentimientos, tal vez en ver las cosas de una forma más racional, quizá al menos... Sabría las cosas como deben ser. O quizás él aún era demasiado cobarde como para decirle de frente que era su padre. Y es que temía el completo rechazo, le aterraba la idea de que si no sabía nada el decirle esa verdad al aire los separaría por completo ¿Y quién podía culparlo de temer?

Si había depositado todo el valor que tenía en la carta que había enviado a los gemelos para Nero.

~★~

By AjnaPiéride
Publicado el 20 de septiembre del 2022

MamihlapimatapeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora