Capítulo XI: Eres alguien extraño...

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- Está bien... Pero si te veo mal, voy a arrastrarte a tu casa... Aunque no sé dónde queda--...

El albino sonrió aguantando la risa.

- ...Pero eso no importa ahora, así que mejor ponte a caminar antes de que me arrepienta poste.

- Bien, es lo justo... - cedió e hizo una seña para que volvieran a emprender el paso - Aunque sigo preguntándome algo...

- ¿Por qué está claro que no voy a ir contigo a una fiesta o por qué no voy a dejarte directamente a tu casita antes de que te desvanezcas en algún lugar por alguna razón desconocida?

- Si y no... aunque lo que realmente quiero saber es... - "¿Por qué no dices mi nombre? ¿Por qué te esmeras en ocultar tu nombre?" Resonó en su mente, pero en cambio otra pregunta se formuló en su garganta - ¿Por qué te preocupas por algo cómo esto? Pensé que no te agradaba ¿Acaso si hubiera sido otra persona te hubiera importado de la misma forma? - evitó verlo a los ojos manteniendo la vista en frente, eso no era a lo que deseaba respuesta.

- Por supuesto, no soy de dejar a alguien que necesita ayuda a la deriva, aún si no me agrada, como me desagradas tú, puedes ponerle el nombre que quieras, pero es algo que simplemente soy incapaz de dejar estar... ¿Por qué preguntas? ¿Es que te hiciste alguna fantasía o algo así?

- No. - Respondió en seco - mera curiosidad.

La respuesta del peliblanco de alguna forma lo desilusionó y le desinfló un poco el ego, en esencia por lo cortante de sus palabras, aunque sabía era estúpido siquiera imaginar un tipo de respuesta distinta a esa proviniendo de alguien como él.

- Ajá...

- ¿Por qué preguntas? ¿ Es que ya te haces ideas? - lo imitó.

- Pregunto porque quiero asegurarme de que no te hagas ideas equivocadas... - golpeó el pecho ajeno con su dedo indice.

- Ajá... - le sonrió socarrón.

- No te burles de mi - sentenció con la mirada afilada y el ceño visiblemente fruncido.

- ¿O qué?

- O te dejo aquí plantado ahora mismo y adiós a tu oportunidad de convertirte en alguien meramente tolerable para mi - se notaba la seriedad en su voz.

- ¿Es cosa mía o de repente bajó la temperatura? - sobó sus brazos, aunque esa misma acción hizo que las heridas escocieran como pequeñas agujas que se enterraban en su piel, recordándole su presencia. Hizo una mueca.

- Te duele más de lo que dices. Déjame ver. - se detuvo frente al albino con los brazos cruzados sobre su pecho, impidiéndole avanzara.

- No, tú... - Dio un golpecito a su frente - Exageras demasiado, así que en vez de preocuparte de forma innecesaria, ¿Por qué no mejor te relajas un poco y comemos algo? - fingió estar compuesto.

- ¿Cómo no voy a preocuparme---? ¡Ey!

Ignorar las heridas era la forma más rápida que tenía de dejar de sentir cualquier atisbo de estas, al menos algún tiempo y eso hizo. Empujó al castaño dentro del pequeño local con varios colores pastel en sus paredes, piso de madera grisácea, luz entrando por las ventanas y manteniendo el espacio fresco. El lugar no tenía mas que unos pocos clientes al ser alrededor de las 6:30 de la tarde, por lo que rápidamente uno de los meseros se acercó a ambos.

- Buenas tardes, ¿Desean una mesa o prefieren acomodarse en la barra?

- Buenas, ¿Está hoy Chris en la cocina? - preguntó el albino pasando por alto el resto de preguntas.

MamihlapimatapeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora