Capítulo XIII: Nero.

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No dejó de caminar aún cuando supo que estaba suficientemente lejos del castaño, a pesar de saber que no lo seguiría, aún no había suficiente distancia.... y quizás nunca la habría.

Sabía que sin importar cuánto avanzara, por cuánto caminara o corriera, nada iba a ser suficiente para alejarse de todos los "por qué" que escuchaba a diario una y otra vez. Las mismas preguntas que le hacían constantemente, daban vueltas una y otra y otra y otra vez en su cabeza, como una grabadora defectuosa que repite solo un trozo de la cinta.

No se detenían, incluso cuando creía haber encontrado un poco de silencio volvían a aparecer.

¿Era que nadie podía dejarlo en paz?

¿Ni siquiera él mismo?

Pero no era capaz de lidiar con ello, no podía lidiar con sus pensamientos. Buscó en su billetera cada mísero centavo que tenía contándolos uno por uno.

Se detuvo solo cuando estuvo dentro del primer bar que encontró. Apenas estaba abriendo.

Dado su aspecto nadie preguntó su edad, solo lo que quería ordenar y solo los nombres de las bebidas salieron de su boca. Una tras otra le sirvieron varias mezclas que iban entumeciendo su razón.

Ignoró los contados curiosos que se acercaban a medida que avanzaban las horas. Siempre traían consigo las mismas preguntas, como si fuesen máquinas programadas con un mismo objetivo.

"¿Estás solo? ¿Por qué no tomamos unas copas juntos? ¿Qué harás cuando termines eso? ¿Y sí me invitas algo para que no sigas solo? ¿Y sí vamos a otro lugar donde podamos estar solos?"

En momentos así odiaba profundamente ese aspecto que lo hacía destacar.

Se limitó a sentir como los fríos líquidos dulces y amargos se deslizaban por su garganta. Ni siquiera una sola vez se molestó en dirigir la mirada a alguien. Cada uno terminó alejándose casi tan pronto como se habían acercado.

Salió de allí una vez que el dinero ya no alcanzaba.

Unas cuantas farolas escasamente alumbraban las calles, incluso la Luna estaba ausente, como si la noche la hubiese devorado por completo.

Malditas coincidencias.

Intentó ver la hora en su móvil, pero la batería estaba muerta. No es que le importara. Mejor si creían que estaba muerto o algo parecido.

Compró una última botella con lo que le quedaba, una cerveza barata en una de las pocas tiendas que aún permanecían abiertas.

A medida que pasaban los últimos minutos de la noche todo parecía pasar más lento a su alrededor, sentía su propia torpeza al caminar, su mente hecha un caos a pesar de los numerosos esfuerzos por entumecerla.

¿Había acaso algún tipo de problema con él? ¿Por qué no podía solo caer en algún lugar inconsciente como cualquier otro que hubiese tomado lo que él? ¿Por qué no se silenciaba su mente? ¿No podía simplemente desaparecer de una buena vez en el silencio de la noche sin que nadie se enterase, sin que a nadie le preocupase?

Comenzó a desear volverse una sombra que se consume por completo al apagarse la luz, como una mota de polvo que se lleva el viento.

...

Entrada la madrugada se vio de pie en la puerta de entrada de su casa. Situación que estaba lejos de causarle algún tipo de agrado, hubiese preferido mil veces evitarlo. Pero ahí estaba, quizás era solo coincidencia, resultado de mero instinto o tal vez solo quería recostarse en paz en un lugar cómodo y así al fin lograr apagar su cabeza de una buena vez.

MamihlapimatapeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora