Novia Regalo - Saku-harén 🔞

1- Adaptarse a los cambios.

Todo había sido tan duro y cruel a lo largo de la invernación, los mayores eligieron el sueño en las profundidades de las cuevas, unos pocos permanecieron despiertos, cazando y ayudando con los más pequeños. La mayoría de los niños no podían irse a dormir hasta crecer lo suficiente. Por eso Hotaru se mantuvo despierta, a pesar de ser la más anciana del clan, era una sanadora, y su deber estaba para con los necesitados. Madara no podría haber cumplido su palabra si Hotaru lo hubiera dejado solo con sus hermanos. Aún así, se sintió solo, el clan estaba devastado tras la guerra, no tenían ganado, no tenían viviendas, trabajaron día y noche dentro de los túneles bajo las montañas heladas, para que el refugió fuera lo suficientemente bueno.

Madara renegó del amor, renegó de la familia, estaba sufriendo por el abandono de sus padres, ¿cómo podían elegirse, antes que a ellos?, ¿tan peligroso era el amor, que nublaba el juicio de una mujer y un hombre?.

No quería caer en esas redes, llegar al punto en que preferiría morir antes que vivir sin su compañera. Tal y como había hecho su madre. Sin dudarlo un segundo. Dejando atrás incluso a sus propios hijos.
Definitivamente, el amor era algo peligroso.

Reconstruir el clan fue un proceso lento, por muchos siglos vivieron ocultos, dejando que los humanos librarán batallas con las demás razas, hasta que el consejo se disolvió, y los registros de las batallas se perdieron en el tiempo.
Nuevas generaciones surgieron, otras permanecieron ocultas. Esperando volver, reclamar su herencia, lo que sus padres les habían dejado. Madara, vio crecer a sus hermanos debajo de la tierra, los vio hacerse fuertes, entrenaron y se prepararon, cuando estuvieron listos, hizo todo lo que pudo por honrrar la promesa a su padre.

Se fortalecieron, su clan creció, sus hermanos se volvieron más y más unidos. Ellos eran todo lo que quedaba, el frente de defensa. Protegerían a su gente. No importaba el costo.

Tenían cientos de hectáreas de bosque nevado entre ellos y los humanos. Era el lugar más seguro, y a lo largo de los siglos, habían diseñado una enorme red de túneles para escapar en diferentes direcciones. No todos entre su gente eran luchadores. Había ancianos, había jóvenes, las mujeres particularmente no eran guerreras. Si bien algunas, tenían talentos mágicos. No podían luchar como guerreros. Incluso quedaban vampiros mixtos entres ellos, que habían sobrevivido a la guerra contra Hyuga. Descendientes de humanos que nunca los traicionaron. Humanos en contra de la guerra, que buscaron refugió con los s vampiros. Su clan estaba lleno de vampiros convertidos. Los consideraban iguales. A diferencia de otros clanes puros, los seguidores de Fugaku, que ahora eran leales a Madara habían mezclado su sangre por siglos con los humanos. Y lejos de volverse débiles, habían desarrollado inmunidad a la luz, y a las bendiciones, esas que antaño condenaron a su raza, ahora no dañaban a los Uchihas. El veneno corría por sus venas, sus cuerpos se habían adaptado. Y por eso era tan fácil para ellos, mezclarse con las personas de la ciudad.

Los últimos de su pueblo se habían refugiado en tierras profundas, y ellos estaban entre medio, eran los protectores del clan, los mas fuertes. Los dignos herederos. La élite. Nada que amenazara a los suyos podía pasar a través de ellos. Eran el jodido SWAT de vampiros.

Madara no volvería a sentirse vulnerable nunca más, y no dejaría que los humanos lo considerarán débil. Habían entrenado y perfeccionado sus técnicas en todo tipo de combate por siglos. Los ancestros podían haber elegido la paz, pero los descendientes irían a la guerra por proteger a los suyos. Era la mejor manera de mantenerlos a salvo.

Claro que ya no había amenazas. Los tiempos habían cambiado mucho, los vampiros eran un mito. Llevaba más de mil trescientos años sin ver una criatura, los dragones ya no surcaban los cielos, las sirenas ya no lo seducian en la costa. De vez en cuando, veía un hada, en el bosque, pero odiaban el frío y la niebla de Shisui, por lo que cada vez era menos probable que se cruzará con alguna.