40- Traición impensada.

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Tres días llevaba Madara en la Gran Ciudad, y no podía encontrar el rastro de Mei.

—A ese paso, te va a llevar un siglo— se burló Obito al teléfono.

—Debería haber podido seguir el rastro en cuánto aterrizó el avión. Pero al salir de la estación, se evaporó.— Gruñó.

—Los gemelos están revisando las bases de datos de cada hotel en el cual se registró alguna mujer los últimos días.— intervino tratando de darle un mínimo de apoyo a su hermano mayor.

—En cuánto tengan algo que me avisen de inmediato. Seguiré haciendo rastreo a la antigua.— colgó y se dispuso a salir de la habitación. Había elegido un hotel discreto pero seguro.

Muchos seres sobrenaturales se mezclaban con los humanos.
Este sitio recibía solo criaturas, y estaba oculto del ojo humano. Por antiguos sellos mágicos.

Esperaba que Mei hubiera estado alojada aquí. Pero para sorpresa, la encargada no había visto a otro vampiro más que él en meses.

En cuánto salió se hizo humo. Era más fácil escanear mentes desde el aire. Cualquier persona que hubiera visto a Mei en los alrededores podría tener su imagen en algún rincón de su mente. Bastante agotador le resultaba hacer esta tarea. Pero tenía que dar con ella y pronto.

Eligió a un vendedor, el hombre veía miles de personas a diario, su carro tenía comida para llevar, una especie de carne envuelta en una masa crujiente y cubierto de salsas. Esperaba tener suerte. Reviso cuidadosamente los recuerdos del humano, pero no consiguió ninguna imagen de Mei. 

Siguió buscando, el centro estaba lleno de tiendas y Mei era una compradora compulsiva. 

Trato de pensar en los posibles sitios a los que iría su amiga. Joyerías, busco en los recuerdos  de los empleados de tres grandes joyerías. Solo uno tenía un vago y desenfocado pensamiento, sobre una pelirroja que paso de la mano de un hombre y se quedó viendo los aretes por un breve momento.

No podían estar seguro con tan poca información.
Siguió buscando cada vez más frustrado.

Tarde o temprano iba a encontrar pistas de la vampira.

No podía obligar a Mei a regresar a casa. Pero debía explicarle que estaban en alerta. Y poner un bloqueo seguro en su mente. El refugió estaba protegido, pero aún así tenía que tomar recaudos.

Aunque ella no supiera dónde regresar, ellos sabrían dónde encontrarla si quisiera volver.

Si no estuvieran en alerta, no sería necesario, cada miembro del clan era libre de ir y venir a su antojo. Pero con la amenaza de Neji sobre Sakura, y sobre ellos mismos, tenían que ser precavidos.

Al menos unos tres vendedores, coincidieron en el recuerdo de una pelirroja tras la vidriera. Pero ninguno había prestado atención. Era solo alguien más que paseaba por la calle.

Floto sobre unos escaparates, con la intención de buscar a pie. Ir en forma de humo era rápido pero desgastante.

"Deja que te ayude, vas a tardar mucho en encontrar a tu amiga si sigues dando vueltas por la ciudad de esa forma."  Resonó en su mente una voz tenebrosa que salía justo desde la esquina de un callejón. 

Madara descendió y se interno en el pasillo oscuro. Conocía esa maldita voz. No esperaba que hiciera contacto con él de esa forma.

—¿Por qué no me sorprende que estés metido en esto?— gruñó.

—Oh, no, yo no tengo nada que ver. Pero se de buena fuente, con quién está la sexy vampira que buscas.

—¿Sabés sobre el enfrentamiento que tenemos con el Leviatán?— cuestionó.

Novia Regalo - Saku-harén 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora