14- Estás a salvo.

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Agua. Rodeandola, arrastrándola. Debería sentir miedo. Estaban muy lejos de la costa; donde él pudiera llevar sus perversiones a nuevos niveles, donde nadie jamás la escuchará gritar.

Debería sentirse sofocada. El agua entraba y salía de su cuerpo, la empujaba cada vez más lejos del barco.
Pero no tenía miedo, el agua se sentía demasiado bien. En su mente, ella se sentía en casa, por eso, se dejó arrastrar sin luchar.

¿Qué fue lo que pasó?. ¿Saltó?, ¿se cayó?, ¿la empujaron?. Todo era tan confuso. En su cabeza solo estaba el jarrón, ella quería arrojarle el jarrón, era horrible, y él lo adoraba. Tenía muchos como ése. Tenía que haberlo tomado, y lanzado contra su cabeza. Se lo tenía más que merecido, pero el agua la estaba alejando. De él, de sus acusaciones, de sus planteos, de sus castigos, lejos de sus manos. Ella quería estar lejos de esas manos que una vez la acariciaron y luego solo causaban dolor.

Agua... Rodeada de agua...

Itachi veía a Sakura agitarse cada vez más. Madara le había advertido sobre su pasado traumático. También compartió con ellos, los extraños sueños que captó de ella.

Dejó la tumbona y se acercó lentamente a la cama, esperaba no despertarla mientras le ayudaba a descansar sin tantas pesadillas.

Él era calmado, centrado, demasiado pensante. Eso le decían siempre cuando era un pequeño corriendo detrás de su padre y su hermano mayor. Su madre insistía en que, mientras Madara tenía presencia de líder, Itachi tenía voz para liderar, podía convencer a las masas de seguirlo, podía calmar una horda de guerreros furiosos. A veces se lamentaba haber sido tan pequeño durante la guerra, él era por naturaleza, diplomático y seguro. Quizá podría haber evitado que los humanos los atacarán. Quizá sus padres aún estarían con vida.
Sin embargo, cuando la guerra inicio, él era un pequeño, su madre lo puso a dormir mientras escapaban, y despertó para despedirse de ella luego de que nacieran los gemelos. 

Haciendo uso de su talento, se recostó suavemente junto a Saku. —Shhh, estás a salvo.— declaró, pasando su mano por el cabello de ella, deteniendose en su sien, para dar suaves toques calmantes.— Nadie puede llegar a ti, nadie puede lastimarte. Estás en tu cama, tibia y segura.

Siguió hablando mientras ella cada vez se relajaba más.

Hotaru había declarado que el talento de Itachi era la hipnosis. Fue más que evidente al crecer y desarrollarlo. A través de su voz calmada, podía inducir a que alguien haga lo que a él se le antojara.

Era una verdadera ventaja que fuera tan pacífico. Un talento como ése, en poder de Obito, abría sido caos para los demás hermanos, ni hablar de los gemelos, suficiente tenían con su telekinesis y control mental.

Las habilidades ofensivas de Itachi, no eran tantas, atravesaba muros y tenía súper audición. Pero era la facultad de influir en la voluntad de otros lo que lo volvía letal. O un gran activo para el grupo.

A menudo, Madara lo llevaba con él a los acuerdos y firmas de contratos que beneficiaban a la empresa y a la ciudad. Si un posible socio se mostraba dudoso, Itachi lo hacía entrar en razón.

Sakura no tardó en abandonar sus pesadillas. La voz de Itachi la llevo a un paseo literario. 
Él había estado leyendo una novela fantástica.
Al menos eso creían los humanos. Muchas de las novelas que se marcaban como fantasía, eran viejas historias que él conocía muy bien. Brujas, Lamias, Nereidas, no eran exactamente ficticios como creía la humanidad.
Puede que hubieran elegido retirarse del mundo, al igual que los vampiros y otras criaturas como ellos, pero seguían estando en las sombras. Tras un velo de ignorancia, que en cierto punto los mantenía a salvo. Los humanos no eran exactamente seres racionales. Se dejaban guiar por la avaricia, el poder.
Siempre trataban de obtener ventaja por sobre otros.

Novia Regalo - Saku-harén 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora