13- Confesiones.

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Los hermanos empezaban a dispersarse y Shisui planeaba esconderse en su laboratorio para seguir con las pruebas en la sangre de Sakura.
Confesar que su sangre le resultaba extraña, fue el detonante para que Obito lo encare.

—¿Estás seguro que no buscas excusas para no quererla?— reclamó Obito.— Pienso que sigues aferrándote a esa perra sin corazón. ¿Con qué sentido? Se supone que eres el más listo. El más racional. Y sin embargo...— escupió con la intención de hacer reaccionar a Shisui.

Resignado, el de rizos rebeldes, giró y se enfrentó a su peor pesadilla, de todos, Obito era el más crudo. No tenía una buena forma de decirle las cosas. A pesar de poder sentir los sentimientos de los demás.
Shisui estaba seguro que esa misma respuesta, se debía a qué tantas emociones saturaban la paciencia de Obito. Y llevaba tiempo guardando todo lo que quería decirle. El resto de sus hermanos le habían prohibido meterse. Querían dejar a Shisui procesarlo a su ritmo.

Se pasó una mano por el rostro, luego por el cabello. Estaba demasiado estresado. Las palabras salieron de sus labios sin reparo.

—¡Ella me atrajo desde el primer momento idiota!— soltó furioso, con su hermano y con él mismo.
Le molestaba sentirse así por Sakura.
Le molestaba porque sentía que aún no podía olvidarse de Ino.
Y...si, era patético, un completo perdedor, pero así se sentía y no había forma en que pudiera comprenderlo tan rápido. Para él, era tan nuevo como para Saku.

El verdadero problema, era que cuando los vampiros mordían para alimentarse, no segregaban la toxina capaz de convertir a otra criatura. Podían comer sin problemas. Pero cuando elegían compañeros, su cuerpo preparaba una mezcla especial que los unía y ligaba. Era un  estimulante que se formaba en sus cuerpos, el proceso solía ser lento. En el caso de los humanos, los cambiaba. Detenía su vida mortal, y les otorgaba el renacer vampírico. Siempre que sobrevivierán a la fiebre. Para eso era necesario que pasarán tiempo entre los vampiros, un humano podía llegar a estar varios meses con un vampiro, adaptándose hasta que se despertaba ese vínculo.

Que Sakura despertará esos deseos en ellos luego de un día, no era normal.

—Para que el vínculo se formará debió pasar más tiempo.— Murmuró Madara consternado. Aún así, no podía negar los síntomas que corrían por su propio cuerpo, los había estado experimentando desde el día anterior. Shisui estaba en lo cierto.

—Voy a explicarle todo por la mañana. Ahora les aconsejo un tentempié de glóbulos rojos y descansar. Tu podrías quedarte con ella. Te será más fácil soportar la sed.— le dijo a Madara quien trago con fuerza el chocolate que tenía en la boca y soltó un suspiro de derrota.

No sería fácil soportar la tentación. Sería una jodida tortura. Sobre todo con los pensamientos y sueños de ella tan expuestos a su mente.

—Si quieres puedo ir con ella. No voy a morderla.— dijo Itachi. Sabiendo que la mente de Saku era un torbellino para su hermano mayor, capas de recoger hasta el más mínimo pensamiento.

Madara se lo pensó. Era un riesgo, pero confiaba ciegamente en Itachi. Si se sentía demasiado tentado, abandonaría la habitación sin dudarlo.

La sed de sangre no se despertaba con cualquier humano. Solo en un potencial compañero. Alguien tan fuerte como para compartir la vida o alguien en quien confiaran ciegamente. 

—Si, creo que será mejor. Ella me da dolor de cabeza, nunca deja de pensar.— admitió con pesar. Los demás se rieron ante su desgracia. Para Madara era inevitable recoger sus pensamientos. Estaban demasiado expuestos. Sin ningún bloqueo natural. Ella era tan transparente con todo, desde sus ideas hasta sus sentimientos.

Novia Regalo - Saku-harén 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora