Paul estaba bastante preocupado por Julian y es que ya habían pasado como cinco horas. Ya estaba en el auto conduciendo a casa de sus padres con bastante prisa, algo que no estaba bien, pero la presión era algo que lo estaba matando.
En cambio, Jules estaba recorriendo las calles de Liverpool y preguntaba a cada persona que veía por la dirección de ese orfanato en el que había sido entregado.
Esa zona no había sido pisada por Jules, siempre estaba en las zonas más "sofisticadas" si así se podría decir y pisar aquellas zonas descuidadas de Liverpool le hacía sentir inseguro.Julian se quedó viendo el lugar, preguntándose si ese era el lugar. Era bastante feo como para ser un lugar donde los niños se quedaban y a veces se preguntaba si realmente estaba haciendo lo correcto. Vió hacia la entrada preguntándose si se papá solo lo había dejado ahí o realmente entró y le dejo seguro, o si su mamá lo había hecho, realmente tenía muchas dudas. Al lado de la puerta había un botón que era el timbre que apretó y esperó a que alguien le atendiera.
De pronto sonó una bocina que estaba justo arriba de la entrada: "Pase". La puerta se abrió de pronto, Julian seguía pensándolo, a la final decido que si, debía entrar. Entró al lugar y cerró la puerta tras él, justo delante había una recepción con dos mujeres y un hombre. Con los pasos torpes llegó a una de las recepcionistas y saludo estúpidamente.
—Buenas tardes, bienvenido al orfanato de Liverpool, ¿En qué te puedo ayudar?
—Ehm, yo estoy buscando información de...de mi familia.
Las dos mujeres se voltearon a ver entre si y luego volteó al menor.
—¿Cuál es tu nombre?
—Julian Charles McCartney Best. Bueno, ese es el adoptivo.
—Un momento, por favor.
Las teclas sonaban bastante fuertes por el silencio que el lugar tenía, las manijas del reloj lo hacían de la misma manera y las voces que contestaban el teléfono eran silenciosas, todo aquello le causaba escalofríos y nervios. Estaba tan fuera de confort, era un lugar que no tenía nada que ver a lo que estaba acostumbrado y nunca pensó pisar lugares así.
—Okey. —Julian volteó a la mujer de inmediato. —¿Edad?
—Dieciocho.
—¿Nombres de tus papás?
—Paul James McCartney Mohin y Randolph Peter Best.
Las teclas volvieron a sonar y luego una goma de mascar que era mordisqueada horriblemente.
—¿Edad de tus papás?
—Treinta y ocho y treinta y nueve.
—¿Respectivamente?
—Si.
—Bien. —Tardó unos cuantos minutos más. Sus miradas conectaron y la mujer le sonrió. —Bien, hay muy escasa información de tu familia biológica. Tu madre está registrada como Cynthia P. Residente de Liverpool, pero no me indica la dirección. De tu padre, hum, Nació en Liverpool, edad actual cuarenta años, reside en Blackpool y su nombre es John Lennon, eso es todo lo que tengo. ¿Quieres una copia?
—Por favor.
La impresora sonó y parecía lento el tiempo. Ella se levantó y fue por la hoja y se la entregó a Julian.
—Espero que esto te sirva. Corres con un poco de suerte, a veces ni siquiera hay datos.
—Supongo.
Julian se guardó la hoja en su bolsillo y salió del lugar con bajas expectativas ¿Cómo le iba hacer para ir hasta Blackpool? Esa era de las opciones más buenas. Habían tantas Cynthia en Liverpool que encontrarla sería imposible, John en cambio, bueno, con él era un tanto más fácil, tenía su nombre, edad, lugar de nacimiento y lugar donde residía.
Decidió que lo mejor sería ir con su abuela Mona o tal vez con sus abuelos, más bien dicho, con los papás de Paul.
Ahora Paul estaba en casa de sus papás. Se encontraba muy mal, lloraba y se echaba la culpa por todo lo que sucedía, pero sus papás le decían que no, que Julian estaba confundido, que pronto volvería, pero eso no ocurría y Paul se asustaba cada vez más. Paul, junto a sus papás y la compañía de Richard y Jason, se fueron a denunciar su desaparición.
—¿Y cuántos años tiene?
—Dieciocho.
Dijo Paul de inmediato.
—¿Nombre?
—Julian Charles McCartney Best.
—¿Me puede decir que ocurrió? ¿Cuando fue la última vez que lo vio?
—Tuvimos una discusión, se marchó y no ha vuelto.
El policía sonrió con ironía y volteó a Paul.
—Debe ser un berrinche y nada más. No hay de que preocuparse.
Paul le hirvio la sangre al escuchar comentario tan mediocre.
—¿¡Que!?
—Si, digo, es un muchachito molesto. Se lo digo como padre.
—¿Y cuántos años tienes tu, eh?
Claramente el policía se vía muy joven, más que Paul si.
—Veinticinco.
—¿Y tú qué vas a saber más que yo? Mierda, necesito que pongan la puta alerta, que lo busquen, carajo.
Richard lo tomó de los hombros intentando calmarlo, pero no servía, estaba alterado.
—Cálmense, señor. Entiendo que este desesperado, pero por ahora no lo podemos atender.
—¿¡Y POR QUE MIERDA ME HACES PERDER EL PUTO MALDITO JODIDO HIJO DE PERRA TIEMPO!?
—Señor, le repito, debe calmarse ya que si no lo hace lo voy a tener que arrestar.
Paul iba decir otro insulto más, pero James interrumpió.
—Esto es más complicado de lo que parece. Mi hijo adoptó a su hijo y....—La cara de Jason y Richard fue de total sorpresa, pero no dijeron nada, era mejor que Paul se los explicase. —Así que le pido que lo busquen por favor.
—Mmh, de acuerdo. Déjeme levantar la denuncia, apartir de mañana comenzaremos a buscar. ¿Algún número de contacto?
—¿De quién más va ser? —Se quejó Paul. —Anotelo.
El policía escribió el número y de vez en cuando le echaba miraditas de resentimiento.
—Muchas gracias, joven. —Dijo Jim con una pequeña sonrisa. —Tenga buen día.
Todos salieron del departamento y Paul comenzó a llorar de nuevo.
—Tranquilo, hijo. —Su padre lo abrazó, pero no funcionó de nada. —Oye, estamos contigo, está bien.
—Es que...fue mi culpa, si yo le hubiese dicho la verdad desde que comenzaba a tener noción.
—Son cosas que a veces son difíciles de hablar, Paul. —Habló Ringo. —A veces unas son fáciles y otras son más complicadas, y una de estas era de las más complicadas. Uno no lo puede manejar.
Todos se quedaron consolando a Paul, de cierta manera le hicieron sentirse más seguro. Todos le dijeron que Julian era bastante inteligente y seguro no caería en tonterías.
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•Two Lads• •McLennon•
FanfictionEl centro de adopciones en Liverpool ayuda a parejas homosexuales a tener una familia feliz.