XXIX

163 19 17
                                    

Durante el día, en la mañana, Julian estaba evitando a Paul y no porque siguiera molesto sino que no tenía la menor idea de cómo iniciar una conversación con él. Pensó que despejarse un momento de esa casa estaría bien, de hecho solo avisó a John que saldría con Jason a la plaza principal en Liverpool, esos dos tenían muchas cosas de las que hablar.

John estaba en la sala con Mary, y la mayoría pensaría que sentados viendo la TV, pero no, John había encontrado unos cd's y se le ocurrió ponerlos y finalmente se vió con Mary cuando ella iba bajando las escaleras, al final se pusieron a bailar —De una manera lenta—pero fue un momento agradable. Mary tenía mucho tiempo sin sentirse tan joven.

—¡Eso!

John la tomó de la mano y le hizo dar una vuelta, lenta, pero llena de diversión. Paul bajó junto a su padre y los vieron bailar.

—¡No me la vayas a robar!

Apuntó Jim con una cara sería a John, el cual puso su manos junto a su pecho y negó.

—Para nada, para nada. —John agarró la mano de Mary y la llevó a Jim. —Todo suyo, bella dama. Aproveche que hoy vienen los jóvenes más jóvenes de todo Liverpool.

Jim se rió y Mary tomó la mano de su marido con una sonrisa y comenzaron a bailar al ritmo de la, un poco, acelerada canción.

—¿Y tú?

Paul volteó confuso, pero con una pequeña sonrisa, a John.

—¿Yo qué?

—Exacto ¿Qué hace un muchacho tan guapo como tú así solo?

—Esperando a Cenicienta. —Paul se giró, pero John lo tomó de la cintura y lo hizo girar.

—¿Aceptas a Anastasia en su lugar? —John elevó ambas cejas en busca de una respuesta. Paul lo pensó por un momento, pero al final termino aceptando. —¿Trajo sus tacones? Espero que no sean de cristal.

—¿Por qué no?

—Vamos a bailar toda la mañana y no creo que resistan.

—¿Crees que pueda un anciano como tú bailar toda la noche? —Para ese momento ya estaban bailando al ritmo de la música, una movida de los 60's.

—¿Uh es para ti mismo esa pregunta?

—Creí que me lo decía a mi. —Dijo Jim con una risa de por medio.

John volteó a Paul de manera juguetona y le dijo:—Me agrandan tus padres.

—Lo sé, son los mejores.

John le dió una vuelta sorpresiva a Paul y continuaron bailando.

•••

En la tarde, John y Paul fueron a casa del último mencionado para conocer, claramente John, esta misma. John y Paul subieron al auto y arrancaron de inmediato al camino.

—Me sorprende que tengas este carro aún. —Dijo John.

—Es un recuerdo de mi esposo y mío. Lo compramos seminuevo, apenas comenzabamos a vivir solos y necesitábamos dónde movernos, mi padre nos ayudó y bueno, heme aquí con esta bonita carcacha.

—Y lo es. Solo hace falta un poco de pintura y reparar el motor que suena extraño de vez en cuando.

—Hum.

—Yo puedo ayudarte con eso.

—No tienes porqué.

—Es un placer ayudarte. —John subió la ventana y miró a Paul. —Ayudarte es lo mejor que puedo hacer.

—Gracias...aunque no deberías molestarte, insisto.

—Hey, no tomes mi ayuda como si fuera algo extra.

Paul se estacionó frente a su casa y miró a John.

—Ya te dije que es un placer.

—Eres un buen hombre, John. Realmente agradezco que Julian...bueno, ya sabes, que tuviera la suerte de encontrarse a un hombre comprensible.

—Realmente me porte como un imbécil.

—Solo al comienzo. —Paul sonrió sin embargo no era una sonrisa de felicidad, era con tintes de verse bien, pero no era así.

—Y quiero cambiar. —John se acercó más a Paul y dejó su dedo pulgar e índice en la barbilla del menor. —¿Qué sucede, hum?

Paul tragó en seco y negó desviando los ojos a otro lado.

—Yo estoy aquí, Paul. Puedes contarme lo que desees.

Paul volteó a John y no pudo evitar llorar. Su impulso fue abrazar al mayor con todas sus fuerzas y dejarse llevar por una vez con alguien.
John no dijo ni una sola palabra, solo se dignó a acariciar su espalda y nuca con suaves toques.

—No sé qué hacer. Me siento solo John, sé que tengo a mi hijo, a mis padres, a mis amigos, a mis alumnos, pero no puedo evitar llenar este hueco. —Sollozo. —Y siento que no puedo cumplir ningún papel dentro de mis entorno, lo intento, pero creo que no va a funcionar porque a partir de la muerte de mi ex-esposo algo se rompió, no he vuelto a ser el mismo. —Gimió y limpió una de sus lágrimas (otras caían en el hombro de John).—Intenté ser alguien nuevo, pero me encerré dentro de mi mundo, dentro de la muerte de Peter y pretendí ser feliz cuando no lo era. Y siento que no lo estoy haciendo bien, que...que todo se va ir a la mierda, que mi vida, que...—Lloriqueo y John le acarició más cerca de la mejilla. —No soy suficiente, no cumplo con ninguna de mis expectativas y viví para sufrir la muerte de mi marido.

Ambos guardaron silencio, solamente se escuchaban los sollozos de Paul y se respiración agitada.

—Y sé que tu marido estaría muy orgulloso del hombre que eres. —Habló John de pronto. —porque soportarse todo y diste tu mejor cara para que tú hijo se sintiera bien, pero apuesto a que también le hubiese gustado que fueras vulnerable, que todo lo que tienes dentro de ese lindo corazón lo dejases salir y demostraras lo que sientes.

Los lloriqueos del menor cesaron y al final se escuchó un profundo respiro, uno más aliviado y lleno de calma.

—Porque si, Paulie, para mí eres un lindo héroe sin capa. Sé que eres super fuerte, pero recuerda que tú también sientes y a veces no está de más una mano que te sostenga, una sonrisa que te contagie otra en tus labios, una mirada que te llene de esperanza, un corazón que te ame, o solo un tipo viejo que tenga un humor como el de un adolescente. Así solo seríamos dos buenos amigos.

Paul, con lentitud, se separó del abrazo y miró a John a los ojos. Con una sonrisa asintió y volvió al abrazo.

—¿Puedo ser tu amigo?

—Claro que si, Paulie.

•Two Lads• •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora