XXIII

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La tetera comenzó a chillar entonces John se levantó de la silla y apagó el fuego de la estufa. Llevó el agua hirviendo a las dos tazas y la vertió ahí mismo.

Julian estaba arreglando su ropa, que Paul había llevado hacia una semana, y observó su nuevo cuarto. Era muy diferente al de Liverpool, este era muy pequeño a comparación del antiguo, pero era ese lugar o el cuarto de John, y Julián prefería el cuarto secundario.

Ya había pasado un mes desde que Paul había ido a Blackpool y John, y Julián secretamente, le echaba de menos. Paul no había podido ir durante ese plazo de tiempo porque su madre, Mary, se había enfermado bastante y aparte la escuela había hecho de los suyas con el trabajo excesivo. Todo esto tenía preocupado a John, pensaba que tantas preocupaciones iban a enfermar a Paul a un grado mortal y quería ayudarlo, pero no sabía cómo.

—¡Julian!

John ya tenía listo el desayuno de ambos. Desde temprano se habían levantado ya que ese era el primer día de clases en la universidad a la que asistiría Julian en Blackpool, y como John no tenía auto y la universidad estaba al sur debían caminar por una buena distancia y luego tomar el bus. John debía ayudar a Julian con las rutas para poder llegar a la universidad. Si bien, durante el mes John le estuvo diciendo a Julian como llegar, pensó que lo mejor sería llevarlo el primer día.

—¿¡Mande!?

—¡Ya está el desayuno!

El menor dejó su camisa en la cama y fue a la cocina. Ya había dejado de usar la silla y estaba mejor, demasiado mejor, solo habían quedado unas marcas sobre su cuerpo, pero era algo que se podía quitar por si solo.

—Ya estoy aquí.

John le acomodó el plato y se sentó justo delante.

—Gracias. —Julian tomó la taza de café y dió un sorbo. —Oye...¿Paul no ha hablado contigo?

—Ah, si. Ayer. —Respondió John luego de comer.

—¿Y...?

—¿Quieres saber cómo está? —Julian asintió. —Pues bien. Está algo lleno de trabajo y su mamá pues está algo enferma.

—¿Que tiene? —Preguntó Julian, realmente le preocupaba Mary.

—No me dijo. Solo me puso que está semana no iba poder darme dinero porque debía comprar medicamentos porque su mamá estaba mal.

—¿Aún te da dinero?

—Si, Julian. Desde el día que te quedaste aquí. Ya le dije que no me de, pero no hace caso. —John dió un sorbo a su café y soltó un suspiro. —Te seré sincero, me preocupa mucho. Ha estado bajo presión y con esas cosas de ansiedad que le dan....Digo, no te quiero preocupar, solo que creo que deberías hablar con él, sé que sería de muy buena ayuda.

Julian se quedó callado y miró a su plato sin contestar.

•••

Paul estaba en casa de sus padre. Se había quedado a dormir ahí desde que Mary estaba enferma, no pensaba dejarla sola ni en juego y siempre que debía salir a la escuela llamaba a su doctor. Pensaba que no era adecuado dejarla solo con Jim, su padre ya estaba viejo y en caso de alguna emergencia él no podría hacer mucho.

—¿Cómo te sientes?

Pauo se subió a la cama y abrazó a su madre. Parecía un niño pequeño.

—Bien hijo. Ya te dije que vayas a trabajar, estoy excelente. —Palpo su cabeza con sutileza. —No deberías perder más horas.

•Two Lads• •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora