X

175 16 12
                                    

Brian estaba bastante mareado por todo el trayecto recorrido. Ni siquiera fue a mitad de camino que tuvieron que cambiar los puestos de piloto y copiloto porque para ese entonces se habían detenido porque Brian necesitaba vomitar. Paul estaba algo desesperado por parar cada hora porque Brian no aguantaba las ganas de vomitar, pero tampoco se lo iba a decir ni demostrar, el pobre le había ayudado y había puesto su auto que era más funcional que el de Paul.

Al fin habían llegado a Blackpool, Paul recordó ese bonito lugar donde se habían quedado a acampar por última vez con Peter. Recordaba lo lindo que era tenerlos a ambos cerca de él, como Peter le agradecía por haberlo hecho el hombre más feliz y viceversa. Aunque Paul tuvo más romances antes de conocer a Peter, ninguno llegó a ser tan serio, intenso y real como lo fue con él y claro que en ese momento ambos querían hacer su relación más seria. Primero comenzaron a quedarse en la casa de uno y del otro, pronto comenzaron a vivir juntos en un departamento y luego decidieron dar el gran paso: el matrimonio y un hijo al que pronto adoptarían.

-¿Ya podemos bajar? Juro por Dios que voy a vomitar.

-Me sorprende que no se te haya salido algún intestino de tanto que vomitaste.

Brian lo miró con vergüenza.

-Tranquilo, ya llegamos al centro de Blackpool. Solo me estacionó en algún lugar y bajamos.

-Ay, gracias.

Paul dió vueltas por la manzana hasta que encontró una zona adecuada. En cuanto Paul estacionó el auto Brian bajo a tomar aire.

-Solo queda preguntar en las zonas más importantes.

En ese momento Paul debía ser la cabeza del dúo ya que Brian estaba atontado por el mareo.

-¿Me escuchaste?

-Si, si. Ahg, Paul, necesito ir por algo para beber.

Paul asintió.

-Esta bien. Ve, yo iré a esa biblioteca de allá ¿Está bien? Si no me ves allá puedes venir al auto y nos reencontrarnos aquí.

-Perfecto.

Paul lo vió por última vez y se dirigió a la biblioteca mientras Brian se encargaba de buscar una tienda cercana. Apenas unas cuantas cuadras bastaron para hallar una.

Se escabulló por los pasillos cortos de la tienda hasta que pudo encontrar una bebida de electrolitos. Con pereza se acercó a la caja y dejó el producto frente a el cajero.

-¿Eso es todo?

Brian volteó a verlo a los ojos, este parecía cansado, los tenía rojos y dos eran las opciones: por llorar o por drogarse, aunque no olía a droga.

-Señor, necesito que me diga si es todo ¿o que? La gente se está juntando.

Brian asintió y aquel sujeto le cobro.

-Tenga buen día, ehm. -Volteó a su gafete. -Johan.

Apenas vió que el otro rodó los ojos. Tomó su bebida y salió de ahí.

Pensó que aquel hombre que le atendió debía ser muy miserable o algo así, al final de cuentas los problemas eran de él y no de los clientes que atendía.

Paul estaba revisando los directorios, pero no les entendía muy bien, hacia buen tiempo que no agarraba uno.

De pronto un anciano se acercó a él y tocó su hombro. Llevaba un sombrero café y su traje era del mismo color excepto sus zapatos que eran blancos y llevaba un portafolio.

-¿Le ayudo?

-Ah, si por favor. Estoy buscando un nombre.

-Uh, por supuesto. Dígamelo.

•Two Lads• •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora