XIV

141 17 22
                                    

John recorría la orilla del mar mientras entrecerraba sus ojos intentando ver un poco mejor. De pronto notó a Paul, un poco más adelante, repartiendo los volantes, tenía una cara de estrés y preocupación que a lo lejos se notaba.

"Espero que no me de una cachetada".

—¡Hey!

John alzó uno de sus brazos para llamar la atención, pero lo único que logró fue que lo viesen algunos de ahí. Tuvo que acercarse a Paul y tocar su hombro.

—Hey, te estoy hablando.

Paul con una cara de susto volteó a John y lo empujó haciendo que John se cayera de culo al suelo. Paul, bastante apenado extendió su mano y John se levantó.

—Lo siento, una discul...ah, eres tú.

—¿Yo? No creo.

—Deja de hacerte el gracioso.

Paul siguió caminando para seguir buscando a su hijo y John fue tras él.

—Deja de seguirme.

—Escucha, Julian volvió al departamento.

Paul se giró de inmediato e hizo que John quedará muy, pero muy cerca de su cara.

—¿¡Julian, está!?

—Bueno, fue. Estuve buscándote para intentar buscar a Julian, un amigo se quedó en casa y me dijo que nuestro hijo fue.

—¿Nuestro? Querrás decir mío

—Si, si. Cómo sea. El punto es que Julian fue al departamento, entonces....

—Va volver.

—Exacto. Así que me preguntaba si...

—Vamos a tu departamento, si, claro, claro que sí. —Con su cabeza apuntó la salida. —¿Tu casa está sola?

—Depende.

Paul lo miró molesto y John soltó una carcajada. Paul no entendía como un hombre de cuarenta años podía ser tan inmaduro.

—Bueno, ya. Vamos.

—¿En tu carro?

—¿Carro? No, no mi cielo. Yo soy pobre.

—Oh, bueno...

—Andando entonces. Esperemos y así bajes esas lonjas y culo de morsa.

Paul se quedó avergonzado por el comentario tan desatinado del mayor y lo único que hizo fue pegarle en la cabeza con las hojas que aún tenía en su mano.

°°°

John abrió la puerta, esperando que su casa estuviese limpia.

—Primero las damas.

John alzó sus cejas y con una gran sonrisa apuntó con sus brazos la entrada, Paul rodó los ojos y entró. La última vez no había podido ver muy bien la casa, la aceleración del momento y el ataque de ansías lo cegaron por completo, pero lo que si había notado es que estaba algo sucia, sin embargo, está vez no era así.

De pronto otro hombre salió de la cocina, Paul se quedó viéndolo, fue hasta que John decidió hablar.

—Stu, Paul. Paul, Stuart.

—Un gusto. —Stuart se acercó a Paul y le extendió la mano, Paul la aceptó y saludo cordialmente. —¿Eres Paul?

Sin dejar que Paul contestase, John se metió y dijo con el sarcasmo más pesado:—¿Él? Nah, es un vagabundo que me encontré ahi afuerita del edificio.

•Two Lads• •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora