John estaba detrás de las rejas con la mirada llena de rabia apuntando al más joven que estaba justo en el calabozo del frente.
—A ver, déjeme ver. —Repitió el policía. —Usted golpeó al muchacho porque él golpeó a su hijo...
—Oh, maravilloso. ¿Cómo pudo entender algo tan complejo? El señor Einstein estaría celoso de su asombroso intelecto. —Dijo John.
—Vete a la mierda Lennon. —Dijo Cristhian.
—Ya cálmense. Y déjeme decirle, señor Lennon, que yo tuve diez en química.
John rodó los ojos y se sentó en el piso.
—¿Cuando voy a salir? Necesito un maldito celular para llamar a mi hijo. Está malo y yo tengo que cuidarlo.
—Ya le dije que están usando el teléfono.
—A veces me sorprende la eficacia del departamento. —John miró al policía y le sonrió. —Y más de los policías.
—Le gusta mucho la sátira ¿No es así?
—Cuando tengo personajes de los cuales reírme.
El oficial lo vió de mal modo y pensó que lo mejor era irse de ahí antes de que John lanzara otro comentario sarcástico por su intelecto o eficacia...
—John, mira. —Habló Christian. —Lo siento, viejo, la cosa es que me puse muy celoso. Tu hijo está muy coqueto con Grace, tu sabes lo que se siente. Estaba cegado.
—Lo sé. Pero mierda, ¿Qué no te ves? Eres un mastodonte al lado de mi hijo, aparte, él no fue criado desde la violencia, no tiene ni puta idea de cómo defenderse.
—Claro, su papá es maricón.
Cristhian se rió, pero al notar la cara de seriedad de John dejó de reír.
—Es broma.
—Agradece que están estos tubos...No quiero que vuelvas a ofender a Julian y tampoco a su papá ¿Me oíste? Son importantes para mí.
—¿Por qué? Literalmente no los conoces.
—No, pero Julian es mi hijo y Paul es un buen hombre, cuidó de Julian y le dió de lo mejor.
—Hombre, suenas como enamorado...
—A lo mejor. —Le sonrió. —Como sea. Ya te dije, no vulvas a decirle una estupidez a mi hijo porque si no te las vas a ver conmigo.
—Lo prometo. Una disculpa.
—Esa se la debes a mi hijo.
•••
Paul había estado recorriendo Liverpool por su auto, entre esas paradas había decidido visitar el cementerio donde se encontraba su esposo. Cuando estuvo frente a la tumba se puso de rodillas y limpió las letras con sus manos.
—Lo siento....
Sollozó y observó cada uno de los detalles: letras, algunas grietas y polvo que se metía entre estas.
—No pude con todo Pete. Sabía que sería así desde que te fuiste, siempre te necesité.
Y las horas pasaron, de hecho tuvieron que correrlo porque no pensaba irse. Tenía una ansiedad del tamaño del monte Everest y eso solo lo empeoraba. Sus pastillas las había dejado en la casa de Peter al igual que su celular y algunas pertenencias.
Subió a su auto y lo encendió. Sabía que era bastante noche, bastante la distancia al lugar que quería llegar, pero no importaba, y no importaba porque para él la vida estaba convirtiéndose en algo turbio.
Las nubes de Liverpool comenzaron a llover y las carreteras se volvían más imprecisas que la llegada de Paul.
••••
John le sonrió al policía, con el que había tenido un par de discusiones acaloradas, y con un ademán se despidió de él como una damisela de su príncipe.
—Shh. —Stuart golpeó a su amigo con el codo y le hizo una mala cara. —No le jales la cola al diablo, John.
—Solo me divierto.
—Ay, espero que así te diviertas trabajando para que me pagues lo de la fianza.
—Como sea. ¿Cómo está Julian? Necesito llegar rápido al departamento.
—Bien, le dejé la cena lista y todo.
—¿Qué te dijo sobre mi?
—John, no le dije. Al contrario, le tuve que mentir.
—¿Qué le dijiste?
—Que te quedaste horas extra. Me debes un favor.
—Siempre.
Ambos tomaron el autobús y siguieron charlando durante el trayecto. No pudo evitar contarle a Stuart sobre Paul, y es que tenía mucho en mente a ese hombre, le había enviado un mensaje en la mañana y no contestaba. Le había puesto bastante nervioso, pero Stuart dijo que debía darle su tiempo, Paul estaba por un momento turbulento.
John se despidió de Stuart y entró al edificio. Anotó su nombre y los demás datos y subió las escaleras. Fue lo más rápido posible y cuando abrió la puerta vió a Julian.
—Hey, hola. Lo siento, estaba muy ocupado...
—Shh...
Julian le pidió con un ademán que fuese a él, cuando lo hizo se quedó boca abierta.
—Es...
—Si...—Susurró Julian. —No supe que hacer, estaba ahí afuera...como cuando tú me encontraste. —El menor volteó a John. —Un vecino me ayudó a meterlo.
—¿Está...?
—Durmiendo. Parece que estuvo llorando...—Dijo Julian algo desanimado. —mucho.
—Mierda. Mmh, bueno, creo que lo mejor es que lo dejemos dormir, lo necesita.
—¿Y que hay de ti?
—Yo puedo dormir en el suelo. ¿Ya cenaste? —Julian asintió. —Bueno, entonces ve a dormir.
—Pero...
—Por favor. Debes descansar tu también.
—Esta bien. Cualquier cosa dime.
—Si, no te preocupes. Anda, ve a dormir.
Julian volteó una última vez a aquel hombre y luego a John, quien le insistió con la mirada que se fuese a dormir de una buena vez, ya era bastante noche.
—Hasta mañana.
—Hasta mañana. —Contestó John. —Descansa. La pijama está debajo de la almohada.
Julian asintió y fue a la habitación. Sentía bastante extraño, entre esos sentimientos; el de culpa y algo más que no sabía cómo explicarlo.
Por otro lado, John estaba ahí mirándole. No sabía que hacer ¿Despertarlo? ¿Agitarlo? ¿Hablarle? ¿Dejarlo dormir y ya?
—Paulie. —Se puso de cuclillas y puso su dedo índice debajo de las fosas nasales del menor, sintió la respiración, entonces se sintió más tranquilo. —Esta bien, descansa. —Se puso de pie y fue al cuarto donde guardaba cosas, entre ellas; cobijas que usaba desde que Julian se había quedado, pero esta vez fueron para Paul. Lo cubrió del cuello para abajo y con una suave caricia en la mejilla le dió las buenas noches.
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•Two Lads• •McLennon•
FanficEl centro de adopciones en Liverpool ayuda a parejas homosexuales a tener una familia feliz.