III

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Tocó repetidas veces la puerta, pero nadie contestaba. No se alarmó, ya sabía que a veces su hijo subía a su cuarto y dejaba a todo volumen la música de sus audífonos mientras dormía. Paul ya lo había regañado varias veces por hacer eso, decía que se podían meter a casa y él ni en cuenta por traer los audífonos con tanto volumen.

En fin, Paul agarró una tarjeta e hizo una maniobra para poder abrirla. Cuando entró a casa se quedó impactado.

—Julian.

Paul caminó a pasos apresurados viendo a su hijo y amigo completamente ebrios. Julian estaba llorando mientras Jason trataba de calmarlo con suaves toques en la espalda.

—¿Que pasa?

Se arrodilló frente los jóvenes. Jason le vió con pena.

—Es que tomamos de más y Julian pues...

—Extraño a papá. —Sollozó y se abrazo a Paul. —Quiero que esté con nosotros.

El corazón de Paul dió un salto al escuchar esas palabras. Nunca hablaba completamente de Peter, de su difunto esposo, no porque no quisiera, sino porque le dolía mucho, había sido una gran perdida para ellos.

—Paul, llamaré a mi papá. No quiero interrumpir.

Paul asintió sin dejar de acariciar el cabello de su hijo. Jason se apartó de la familia y llamó a Richard, quien seguro estaría bastante molesto al ver a su hijo ebrio.

—¿Por qué se murió?

—Tranquilo, hijo. Respira.

Paul intentaba evadir cualquier pregunta de Julian al igual que una respuesta de su parte.

—Vamos a darte una Aspirina.

—¡No!

Se soltó de Paul e intentó ponerse de pie, pero tropezó y se acostó sobre el piso. Jason quiso ayudar, pero Paul le dijo que él se encargaría.

—Jude, hijo, ven. —Lo tomó de los brazos y poco a poco se levantaron ambos. En cuanto estuvieron de pie Julian se abalanzó para abrazar a su papá.

—Lo quiero aquí conmigo. No es justo, papá, no es justo que se haya ido así nada más.

Para ese momento la garganta de Paul le dolía de contener el llanto e intentó soltar alguna palabra, pero no pudo.

—Papá no merecía morir de ese modo, papá era tan bueno y ahora ya no está.

Y se rompió. Paul comenzó a llorar en silencio, lo menos que quería era asustar a Jason.
Un claxon sonó y el menor se despidió desde lo lejos de la familia. Paul le dió pena no poder salir para saludar y despedirse de su amigo o darle alguna explicación, pero no podía dejar a su hijo solo. Jason cerró la puerta.

—Papá. —Susurró Julián.

—¿Que pasa, Jules?

—Te quiero mucho, gracias por estar a mi lado.

Paul tan solo pudo asentír. Pegó la cara de su hijo al pecho y beso la coronilla del mismo.

La noche había llegado y con ello el sueño. Julian había vomitado unas tres veces antes de quedarse dormido, pero ahora se encontraba durmiendo en su cuarto con Paul a un lado cuidando de el.
La mirada del mayor estaba perdida y los pensamientos comenzaban a presionarlo al punto de hacerlo llorar en silencio. Él también extrañaba mucho a su esposo, y al igual que Julian, le dolía la forma tan dolorosa en la que se había ido, pero no quedaba de otra más que superar aquel episodio traumático, aunque se preguntaba cuándo sería, ya llevaba tantos años recordando la escena.

—Ya tranquilízate, Paul. —Dijo en un pequeño murmullo suspirando. —Todo está bien.

°°°

Al día siguiente Paul se levantó para hacer el almuerzo y recoger la casa. Julian apenas despertaba, eran las diez de la mañana y había faltado a la escuela.

El más joven tenía un dolor de cabeza inmenso. Sentía un zumbido bastante prominente y que le molestaba los oídos. Se levantó de la cama y observó la pijama de su papá en un cajón de su recamara, eso significaba que papá había dormido con él.

"Mierda, que vergüenza"

Agarró sus sandalias y se las puso. Bajó las escaleras y desde ahí podía oler el desayuno.

Ahí estaba su papá sirviendo el huevo batido. Luego, sin darse cuenta que su hijo estaba ahí, fue al refrigerador y saco una jarra de jugo y lo sirvió en dos vasos de vidrio. Cuando elevó la cara vió a su hijo en el umbral con una cara somnolienta.

—Buenos días, dormilón. ¿Cómo amaneciste?

—Me duele la cabeza. —Recorrió la silla y se sentó frente a su papá. —Perdón por...

—No te preocupes, Jules. Aunque si te voy a pedir que no lo vuelvas hacer, por favor.

—Esta bien. Por cierto ¿Llevaste a Jason?

—Él llamó a Richard, no tuve tiempo de hablar con él anoche. Pero hoy hablé con él en la mañana y todo bien. Me dijo que Jason amaneció con dolor de cabeza.

—Perdón por ponerte en vergüenza.

—No pasa nada. Hay que almorzar.

Recorrió uno de los platos hasta su hijo y dió unas palmaditas en la mano del menor.

—Oye, mañana tengo que salir. Me iré a pie, puedes agarrar el auto.

—¿A dónde irás?

—Voy a comprar unas cosas.

—¿Que cosas?

—La resaca te hace muy preguntón.

Jules soltó una carcajada. Paul sonrió cálidamente al ver a su hijo mejor, o al menos eso aparentaba.

—Bueno, bueno. Está bien. —Metió una cucharada de comida a su boca y masticó. —Por cierto, me gustaría trabajar.

—¿Trabajar?

—Si. Jason va comenzar a trabajar en paquetería en un puerto.

—Ay, está muy lejos. —Paul bebió de su jugo sin quitarle la vista a su hijo.

—Si, pero vale la pena. Dice que pagan bastante bien.

—Tendré que ir yo para confirmar que el lugar no sea muy feo. —Jules rodó los ojos. —Hijo, es por seguridad, aún eres joven de edad.

—Pero ya sé lo que hago...

—¿Y que hay de ayer?

—Bueno, ¿Pero cada cuánto cometo un error así?

—Que bonitos pretextos.

Comenzaron la mañana de buena manera, todo en orden total, como debía ser. En la tarde ambos se sentaron a charlar sobre la graduación que tendrían el lunes y lo contento que Paul estaba de Jules.

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