Reencuentro

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Capítulo anterior.

—Parece que esa tipa ya dejó a sus perros sin correa. —escupió Fare. —Debemos encontrar a Astrid y Hiccup lo antes posible, para ayudarlos con los niños y evitar que esa tipa y sus perros sigan destruyendo este lugar.

El equipo asintió estando de acuerdo, Valka aún en shock por el hecho de estar en otro mundo, más dispuesta a todo por encontrar a su hijo y nietos que esperaba estuvieran bien.

—¿Por dónde comenzamos? —preguntó Eret, igualmente alterado después de haber cruzado a un mundo totalmente diferente al suyo, pues aún no se acostumbraba.

—Vayamos a su casa. —determinó Fare. —Esperemos que mi hermana, Hiccup y los niños sigan ahí.

Capítulo 81:

Reencuentro.

Las explosiones retumbaron en la ciudad y comenzó el caos, la gente que quedaba en el epicentro de la ciudad corría despavorida abandonando las pocas pertenencias que llevaban. Los autos comenzaron a volar por los aires, mientras múltiples risas divertidas se escuchaban a las alturas conforme el caos avanzaba.

La abogada, pero también hechicera Raizel, había tenido dificultades para salir del epicentro y regresar a la zona departamental, con tantos hechiceros sueltos temía que alguien detectara su egni y la capturara, para su suerte, había logrado llegar a su edificio sin ser detectada o eso pensó; pero antes de que pudiera siquiera entrar comenzaron los ataques a lo lejos.

Alarmada, se apresuró a entrar al edificio ya sin sus tacones altos, esperando que su familia estuviera completa y lista para partir; ignorando que un par de figuras la venían siguiendo desde minutos atrás.

—Ella no es nuestra misión. —se dirigió una de las figuras entre las sombras. —Debemos acatar lo que diga nuestra ama.

—Lo sé. —dijo la otra figura con voz gruesa. —Pero quisiera aprovechar la oportunidad para vengarme de la muy zorra. ¿Qué dices? ¿La compartimos y después la matamos?

—Mmm, pues... si lo pones en esos términos. —respondió el otro lujuriosamente.

El hombre entre las sombras sonrió perversamente, viendo hacia el edificio.

—Te llegó la hora, maldita zorra.

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—¡Estoy en casa! —gritó Raizel en cuanto abrió la puerta. —¡Bling-Bling!

Con el corazón acongojado, corrió presurosa por el pequeño pasillo de la entrada; aunque pronto se permitió sentir alivio al ver que su esposo, hijos y dragón se encontraban esperando en la sala.

—¡Cariño! ¿Estás bien? —llamó su esposo preocupado, sosteniendo a uno de sus bebés en sus brazos.

—Estoy bien, estoy bien. —respondió ella agitada, tratando de recuperar el aliento.

Se acercó hacia ellos, viendo que su marido ya tenía todo listo para marcharse: un par de pañaleras, unas cobijas, y uno de sus bebés se encontraba dormido en una carriola doble, el otro al parecer se había puesto un poco inquieto y era el motivo por el cual estaba en brazos de su padre.

Raizel se sintió aliviada y realmente feliz porque sus hijos fueran ignorantes de lo que acontecía en ese momento en la ciudad, era tal vez una ventaja para que no sufrieran con tal destrucción.

"Raizel. Tenemos que irnos ¡ya!" —alarmó Bling-Bling con su luminosidad. —¡Están cerca!

—Tienes razón. Lo siento.

La maldición que nos une (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora