Hermanos parte 1

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—Gracias, amigo. —le consoló Toothless. —Todo va estar bien, ya verás... mis hijos cuidarán bien de los tuyos y viceversa.

Hiccup asintió en silencio, así lo creía él también... a menos que...

Los recuerdos de aquel sueño se hicieron presentes y lo perturbaron.

¿Por qué le daba tanta importancia? Se cuestionó.

¿Acaso se trataba de un mal presagio?

Capítulo 62.

Hermanos.

Parte 1

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La oscuridad, un destello, la ciudad que se encontraba bajo un cielo rojizo y el sol cubierto por ese agujero negro, todo estaba sucediendo otra vez; el soñador Hiccup de nuevo revivía esas imágenes mientras dormía, la diferencia es que cada vez que se le presentaban esas imágenes, él era cada vez más consciente de que estaba soñando, nada de lo que veía era real, pero despertarse le era difícil, no podía hacer nada más que esperar a que la gravedad en el sueño lo empujara de nuevo al vacío, sólo de ese modo era capaz de abrir los ojos en el mundo real.

Entonces ese momento llegó, la gravedad lo aplastó, cayó y finalmente despertó sano y a salvo en su habitación; su esposa, como siempre, estaba dormida a un lado de él ignorante de lo que soñaba, mientras que a su alrededor se veía ligeramente iluminado, ya había amanecido.

No era consiente de qué hora era, así que tomó su teléfono móvil y con desagrado vio que sólo faltaban unos pocos minutos para que la alarma sonara, odiaba que pasara eso; sin embargo, dejó de lado el teléfono y sus últimos minutos los aprovechó para pensar en aquel sueño.

Era extraño, desde la primera vez que lo había tenido sólo se había repetido otras 3 veces, 4 contando ya con la de ese día, pero lo que le causaba curiosidad es que no pasaba nada más, simple y sencillamente sólo veía ese paisaje rojizo con ese agujero negro, incluso ya no escuchaba la voz de su esposa como la primera vez que lo tuvo, aunque eso no le quitaba un sentimiento extraño que emergía en él cada vez que despertaba, algo que le decía que debía hacerse más fuerte y no sólo él, toda su familia, incluyendo a sus hijos.

Sus hijos, pensó en ellos, esos dos niños que apenas unas semanas atrás habían adquirido a sus guías, lo que consideró un primer paso a la introducción a la magia, claro estaba que sólo les faltaba que alguien moldeara sus armas.

¿Y si él se las fabricaba? Comenzó a cuestionarse. Estaba en debate consigo mismo pues una parte de él no quería que sus hijos se metieran en esos embrollos mágicos, después de todo no necesitaban de la magia en ese mundo, o al menos era lo que pensaba, pero cuando tenía ese tipo de sueños como este último, no podía evitar agobiarse de sólo pensar que un enemigo pronto aparecería; la cabeza se le llenaba de ideas, ideas que le decían que sus hijos necesitaban también aprender a defenderse y para eso necesitaban sus armas ya que su papá y su mamá no podrían estar con ellos siempre.

Le dolía pensar que no pudiera protegerlos como se debía, pero también le preocupaba que sus hijos adquirieran armas que provocaran la codicia de otros hechiceros, no quería que ellos estuvieran como su esposa y él, que cada enemigo que conocían deseaba sus armas a como diera lugar.

Además, independientemente de lo que él quisiera o no, había otra cosa importante: tenía que tomar la decisión junto con ella, su esposa.

—Hey... ¿Ya despierto?

La maldición que nos une (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora